Hermanastros 7

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8.7

Ahora el que huye soy yo.

Y tampoco es como que huya de él, más bien huyo del mundo entero.

Después del beso me encerré en mi cuarto, me acosté en mi cama, puse una serie de más de 10 temporadas y no pienso salir de aquí hasta acabarla, claro, a menos que sea porque es hora de regresar a nuestro territorio.

Al principio mi jefa no le tomo importancia al hecho de que no saliera de la habitación ni para ir a comer, pero para la hora de la cena mandó a Edo a sacarme de la habitación a putazos de ser necesario.

"-es la última cena que tendremos aquí en un buen tiempo, así que baja de una buena vez y no hagas que México venga por ti, no será lindo y arruinarás su noche"

No pude argumentar nada contra eso.

Así que aquí me encuentro, llegando tarde a la última comida que compartiremos con los rusos, pues mañana partimos.

Y lo mejor que he aprendido en esta semana, es que a mi jefa le encanta arruinar mis planes.

-buenas noches- saludo con mi mejor sonrisa al entrar en el comedor.

-hasta que bajas- me reprocha mi jefa notablemente enojada- ya te serví tu plato, siéntate.

Volteo a donde me señala y veo que es justo el lugar frente a Moscú.

>>valer verga es mi modo de vida<<

Me siento en mi lugar y empiezo a comer, noto la mirada de Moscú en mí, haciendo que me incomode, no solo porque nos besamos cuando se supone que la familia rusa es prohibida, también es porque odio que me vean comer.

-y ¿qué tal la novia? - digo lo primero que me viene a la cabeza.

Pero no a Moscú, claro que a él no, se lo digo a Pepe, que está sentado a mi lado. Él me mira con una ceja enarcada, como si nunca se hubiera esperado que le hablara. Después de unos segundos en los que me mira sin decir nada, vuelve a comer.

Se queda callado tanto tiempo que por un segundo creo que ya no me va a contestar. Estoy a un pelo de rana calva de mentársela cuando finalmente habla.

-no tengo novia.

- ¿tan novia y sin guapo?

- ¿qué? - pregunta con una pequeña risa.

-ay hijo, te falta barrio- niego con la cabeza como si de verdad fuera un pecado- lo que te digo es que como puede ser posible que estés soltero, has de traer harto ganado.

- ¿ganado? - hace un gesto de confusión pura- aquí no tenemos ganado, aunque creo que antes había vacas.

-ay Pepe, en definitiva, te hace falta salir más- hablo con la voz un poco ahogada por la risa contenida.

- ¿Pepe? ¿desde cuándo me llamas así? - pregunta curioso al tiempo que da un sorbo a su bebida.

-desde que llegamos, ¿apoco no habías escuchado? - él niega con la cabeza- pues acostúmbrate porque no te voy a cambiar el apodo.

Pasamos el resto de la cena platicando de cosas vagas y en ningún momento dejo de sentir la mirada de Edo y Moscú en nosotros.

En cuanto acaba la cena me voy excusándome con que tengo trabajo atrasado. Me ofende el que no hayan dudado de la veracidad de eso.

Más tarde por la noche, escucho como alguien toca mi puerta, lo cual me descoloca, pues no imaginé que vendría a mi cuarto.

Porque creo que es más que obvio que quien toca es Moscú. Mi jefa y Edo tocan y no esperan ni un segundo para entrar haciendo un alboroto, como yo sabré, y los otros dos rusos no tienen qué pintar aquí.

one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora