one-shots

barberos (rusmex - usper - alechi)

3

POV Rusia.

Hace un par de días México me dijo que tenía ganas de salir, así que organizó un viaje para el fin de semana, no me dijo a donde iríamos, pues quería que fuera una sorpresa para mí.

Ella es tan considerada.

El sábado en la madrugada salimos de casa, ella me dijo que podía dormir, que me despertaría cuando llegáramos. Yo seguí su consejo, pues estaba muy cansado por el trabajo y no quería arruinar su esfuerzo por sorprenderme.

Ahora ella finalmente me despierta, me fijo en mi reloj y veo que han pasado más de tres horas.

-vaya, no creí que tardaríamos tanto- le digo tallándome los ojos.

-sí, pero sé que te encantará el lugar- dice con una sonrisa sospechosa- lo bueno es que ya has descansado y no tendrás sueño en todo el día, así podrás disfrutar de todo ¿verdad?

-claro, ya estoy bien descansado- digo sonriéndole.

No sé por qué tengo la sensación de que he cavado mi propia tumba.

- ¡genial! Ahora baja, que ya nos están esperando- frunzo el ceño.

- ¿qué? - digo extrañado volteando a ver para afuera.

Y entonces lo noto, me doy cuenta de que me he metido en la boca del lobo.

-vamos que ya es tarde- dice poniéndome una cara inocente mientras me jala del brazo para que salga del coche.

Sus jaloneos me obligan a salir del auto y empezar a caminar.

-me engañaste- digo muy indignado y un poco molesto.

-no es cierto, te dije que te sorprendería y eso hice, ¿no? - me da una sonrisa burlona.

Y yo pensando que es considerada.

Estoy a punto de reclamarle cuando la puerta de la casa frente a nosotros es abierta, cierro los ojos y suelto una maldición al verlo.

-vaya, chaval, hasta que despiertas- me dice España mirándome como si fuera basura- mi niña tuvo que bajar todo su equipaje, lo bueno es que siempre tendrá a su padre para apoyarla. Un verdadero hombre.

-no volverá a pasar, señor España, yo también estoy siempre dispuesto a ayudarla- digo mordiéndome la lengua para no ser grosero.

-sí, se nota- dice sarcástico.

-es lo que menos importa ahora- dice Méx con una sonrisa- vamos a dentro, muero de hambre.

-claro, hijita, yo sí te daré de comer- le dice España llevándola dentro.

Ruedo lo ojos y me meto en la casa tras ellos.

Llegamos a la cocina y agradezco a los cielos que no sea el único que tenga que pasar por esta tortura. En el lugar también están Chile y Perú con sus respectivas parejas, que parecen tan molestas e incomodas como yo.

-buenos días- digo en cuanto entro.

-que modos son esos- escucho que dice España.

Sin esforzarme en tratar de complacerlo, voy a donde Alemania y Estados Unidos están sentados, siendo los marginados de la familia.

Por si no se nota, España odia a las parejas de sus hijos, piensa que no somos suficientes para ellas. Al principio hice todo por demostrar que soy merecedor del amor de Méx, pero nada fue suficiente, así que renuncie a tratar de agradarle.

Por eso evito estas situaciones, las benditas reuniones familiares, pues son horribles y al final me hace cuestionarme si es verdad que no la merezco.