Una chica desaparecida en un pueblo pequeño, un pueblo en el que algunos pensarían que sería el lugar perfecto para vivir. Pero para mi, es el pueblo que trajo desgracia a mi vida, el pueblo con tierras que no me hubiera gustado pisar, el pueblo que...
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Las tres campanadas de la Iglesia comenzaron a escucharse, dando por terminada la ceremonia del funeral.
Pero yo no tengo la fuerzas para ponerme siquiera de pie, en mi mente solo viajan recuerdos aleatorios. Mis ojos están fijos al frente donde esta su ataúd, una foto de ella donde aún su cabello era de un color castaño pero lo que más destaca de esa foto es su sonrisa tan resplandeciente. Era una sonrisa que transmitía felicidad.
—Tenemos que irnos.— dice mi madre sacándome de mis pensamientos, ella toma mis hombros ayudando a ponerme de pie.
Aún estoy en shock, si bien no tenía los años conociéndola. Ella me brindó su amistad desde el día en que llegué sin conocer a nadie. Ella no era la persona más buena pero aún así, nadie se merece un final como ese.
Al salir de la Iglesia ya me están esperando Zigor y Estefan, Trevor seguía sin aparecer y eso ya comienza a preocuparme demasiado.
Mi madre me deja con ellos y se va a darles el pésame a la familia de Marcela. Los tres nos quedamos en silencio sin nada que decir, todos estamos de acuerdo que las palabras sobran en un momento como este.
—¿Aún no saben nada sobre Trevor?— me atreví a preguntar.
—Si, esta mañana vimos a su mamá. Al parecer él le llamó para decirle que se estaba quedando en casa de su abuela, en las afueras del pueblo.— contestó Zigor.
—¿Su abuela?, no sabia que Trevor tiene una abuela. —nunca en el tiempo que estuve con él, jamás comentó algo de su abuela, de echo pensé que no la tenía.
—Más bien tenía. Murió hace algunos años.
—Quedarte en casa de tu abuela muerta, eso da miedo.—contestó Stefan.— Se imaginan que se aparezca el espíritu de la anciana mientras estas duro y dale, duro y dale con una chica.— esto último lo dice haciendo un movimiento de cadera de adelante y atrás con sus manos al frente, mientras frunce las cejas y se muerde el labio inferior.
Zigor se toca el puente de la nariz claramente irritado por las estupideces del pelirrojo.
—Tú comentario es lo más estupido que haya escuchado en toda mi patética vida.—contesta Zigor.— No puedo creer que vaya a decir esto pero... extraño al otro idiota.
Estaba apunto de hablar pero mis palabras fueron interrumpidas por dos hombres en traje.
—Dominick Martínez, Zigor Datch y... Trevor Gonzales? — uno de los hombres nos nombra a cada uno pero al llegar al nombre de Trevor se queda viendo a Estefan.
—Oh no, no. Yo no soy Trevor, el esta...
Estafan fue interrumpido por Zigor.
—Muy deprimido, el pobre no ah querido salir de su habitación. Esta muy mal.
