Elementos diferentes, sentimientos iguales (Willyrex y tu)

Capitulo 23

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Durante todo el viaje, toda mi atención estaba en una sola cosa; el sueño.

Zoe me explico que tal vez sea una especie de recuerdos mezclados creando una especie de alucinación. Ademas, la luna estaba a punto de llenarse y su teoría decía que tal vez como la luna era un fuente de vida para mi animal interior, hacia que ya no tuviera tanto control en mi misma. La luna era la culpable de todo, según Zoe.

-Las montañas del engaño... ¿En serio?-Zoe dio un pequeño manotazo en el aire, mientras murmuraba cosas algo enfadada.

-¿Porque "del Engaño"?.

-Porque...

-Por aquí el camino es mucho mas corto-dijo Ruben saliendo detrás de las sombras de las montañas.

-¿Que haces aquí?-Pregunto Ana autoritaria.

-Nosotros tenemos nuestros territorios, y ustedes dos, lo saben-Mangel apareció del otro extremo de la oscuridad y se poso al lado de Ruben-por lo tanto, no pidieron autorización como para pisar nuestras tierras.

-Miren, ahora no estamos para juegos, Mangel, ellos deben irse lo mas pronto posible-explico Karla, con un cierto tono de enfado.

-¿Y crees que me importa? Ustedes por ahora, son intrusos-los dos chicos se transformaron y comenzaron a gruñir mientras caminaban de un lado a otro, bloqueando el camino-¡enfrentaran las consecuencias!-sus cuatro patas comenzaron a tomar velocidad hasta correr a toda prisa hacia nosotros. Mi cuerpo entero vibro y sentí como mi lobo interior comenzaba a cobrar vida. Pero Karla me detuvo sosteniendo mi muñeca con algo de fuerza, para luego hacer un gesto negativo con la cabeza.

-¿Quieren hacerlo por las malas? Pues entonces vamos a hacerlo por las malas-ahora quienes se transformaron fueron las dos amigas, para luego saltar sobre cada uno y rodar en suelo, causando que estos cayeran algunos metros de distancia de nosotros-¡luego los alcanzamos, ustedes corran, nosotras nos encargaremos!-grito Ana, mientras el leopardo enemigo lanzaba una mordida a su delgado cuello, para soltar un rugido de dolor y devolverle el ataque.

Guillermo, Zoe y yo corrimos para adentrarnos entre las enormes montañas cubiertas de hielo con pequeñas plantas adornando sus profundos recovecos. Nos alejamos lo suficiente de aquella pelea entre felinos y nos ocultamos en una especie de cueva, que al parecer, ya había sido habitada por otras personas, ya que había dibujos de totems, animales, montañas, hasta un pequeño mapa trazado a tinta roja, señalando todos los lugares según esto ya visitados.

-Miren-Zoe llevo su pequeño dedo indice hasta el mapa y señalo un pequeño lugar entre dos montañas pintadas de azul-aqui estamos, pero aquí-arrastro su dedo unos centímetros de donde estábamos, para señalar la punta de la montaña-es donde debemos llegar. Ahí encontraras la flor que necesitas-concluyo Zoe dirigiéndose a mi.

-Eso es pan comido, ya estamos cerca de ella-agrego Guillermo emocionado.

-Las visiones de aquí son engañosas, es como una especie de trampa. Crees estar cerca, pero en realidad, es todo lo contrario. Estas montañas son enormes, y muy difíciles de subir. Por eso las llaman las "Montañas del Engaño"-asentimos-mañana escalaremos en el interior de la montaña.

(...)

La noche había caído y Guillermo decidió encender una fogata para él y Zoe. Las montañas eran gélidas, lo cual era un ambiente normal para mi, pero para Guillermo, era una especie de temperatura inestable para su cuerpo.

-Es mi turno de vigilar-me levante del suelo y sacudí mi ropa-iré a fuera.

Me aleje de ellos, pare en la entrada de nuestra pequeña estancia para luego sentarme en una piedra bastante grande.