Capitulo 1: Recuerdos.

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7 de diciembre de 2018.

Vera Davis Miller






Las constantes peleas con personas que no deseo escuchar como lo son mis Padres son el incentivo suficiente para querer clavarme dos estacas en cada oído.

No tienen punto final y estoy empezando a cansarme.

Los dos establecen una larga conversación que pareciera no tiene fin en donde sólo participan mis ojos, me ven histéricos y cuando intento hablar mi Madre levanta su palma derecha cortándome las palabras.

Vuelvo a mi estado post-ignorante tratando de hacerme la desinteresada, creo que me resulta más fácil y así controlo la ira que renace dentro de mi.

–Kal, nuestra hija tiene que aprender que un trabajo no es lo mismo que ir a la universidad —le dice Mamá a Papá y coloca ambas manos en sus hombros. Giro mis ojos queriendo huir de esta escena.

Papá suspira con cansancio.

–Ella tiene derecho a elegir, una chica de diecinueve años no necesita que sus Padres quieran controlarlo todo —se echa hacia atrás y voltea queriendo tener una mejor vista de mi cara —Ya puede decidir por ella misma lo que quiere, si hay que apoyarla en ese trabajo entonces lo haremos.

Mamá lo toma de la camisa con fuerza colocándolo a su entera disposición.

Yo resoplo.

No puede permitir que las cosas se salgan de control.

–¡Pero ni siquiera tenemos la certeza de saber en qué trabaja nuestra hija! ¿Aún así la apoyarías, Kal?

–¿Qué más me queda mujer? Su Madre no la apoya ¿Quieres que también le dé la espalda a mi única hija? —escupe mi Padre furioso mientras se suelta de su agarre y camina por la sala de estar para terminar de dejarse caer en uno de los sofás.

Solo los miro.

No voy a intervenir en una conversación en donde es muy obvio que terminaré perdiendo, mi Madre es obstinada, lo suficiente para hacerse respetar por mi aunque no tenga la razón.

En cualquier momento será mi turno y no tendré que explicarles con palabras lo que con solo una mirada les estoy dejando claro. No me rendiré, si algo no cuestionaré en mi vida son las decisiones que por su culpa he tenido que tomar, no me dejan ser libre pero tampoco feliz.

Hace años cuando me dejaron en aquel orfanato entendí tantas cosas sobre mi vida de mierda. Odio que sean egoístas por querer tenerme cerca para no perder mi cariño, aunque también lejos para poder rehacer sus vidas sin mi presencia. Entendí que ellos quieren luchar, pero no conmigo a su lado.

Aprendí a cuidarme sola y valerme por mi misma, siete años en donde disfruté de la poca libertad que tenía con los chicos y mis amigas. Me hice tatuajes, dos piercings, uno en cada pezón porque a mi novio le gustaba. Dolieron como la mierda, pero disfrutaba que a mi chico le excitara el verlos y querer tirar de ellos todo el tiempo.

Fueron años en los que aprendí tanto.

Siete años en donde mi corazón se llenó de tanto rencor como fuese posible, fue cuando los vi regresar por mi que pensé nunca haber experimentado tanto alivio, quería hacerles tanto daño a mis Padres y a la vez agradecerles.

El agradecimiento fue por haberme dejado en un lugar que nunca pensé fuera tan maravilloso, conocí a tantas personas increíbles, me enamoré de un chico que hizo a mi corazón derretirse, pero cuando ellos volvieron por mi todo se derrumbó. Y no quería regresar con ellos, no quería dejar a las personas que me acogieron como si fuese otra más de ellos desde que puse un pie en ese lugar, pero mis Padres venían dispuestos a llevarme nuevamente con ellos.

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