Uno

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El sol se ocultaba detrás de los tejados, los niños regresaban a sus hogares después de un largo juego en el vecindario. En un conjunto de casas pegadas llamadas caseríos había una casa en particular, habitada por los Suttinut. La forma en que era perturbada por los sucesos escalofriantes de uno de sus integrantes, estaba en boca de todos los vecinos.

Sonidos de objetos siendo movidos, con la voz de  un cura orando en latín y otra persona susurrando, se escuchaba afuera de una habitación. Mientras Padre, madre e hijo esperaban a que el cura y el enfermero ayudarán a la joven de apenas diecisiete años.

—¡Malditos hijos de perra!—estos y más insultos se escuchaban de la joven cada vez que oraba el cura.  

Al cabo de una hora salieron de la habitación, un cansado cura junto a su joven ayudante. 

—Señor Suttinut su hija ya no será atormentada. Todavía estará en un estado alejado pero le recomiendo que la lleve con el hermano Jet, es un psicólogo que la va ayudar a entender todo lo que le sucedió y también escuchará lo que ella quiera desahogar. Gulf le indicará respecto al medicamento y los cuidados. —señaló al ayudante a su lado para después proseguir a guardar sus instrumentos de preparación. 

—En la hoja están los medicamentos que debe tomar su hija. Está firmada para que la presente en el hospital y le den sin cobrar nada. Vendré una vez a la semana para ver su progreso. —indicó el joven enfermero pasando la receta a la madre de la joven.

—Lo sentimos joven pero no creo que sea necesario que usted venga. Con sinceridad le digo que no tenemos como pagarle, si usted fuera amable de dejar las indicaciones de como cuidar a nuestra hija, lo seguiremos al pie de la letra.

Gulf sabía que la economía no era tan numerosa en los Suttinut solo ganaban para la comida, renta y escuela de los chicos así como la mayoría de familias. No podían permitirse pagar un enfermero personal. Pero él no lo hacía por ganar un salario, para eso trabajaba en un hospital donde tenía un sueldo que lo mantenía y le daba de comer. Él solamente es un voluntario y también porque no le daba miedo enfrentarse al mal, eso era lo diferente en él, bueno, es lo que decían las personas a su alrededor.

—No se preocupe. No tiene que pagarme. Lo hago porque quiero.

—¡Oh! se lo agradezco mucho. También a usted señor cura—Se inclinó levemente el señor Suttinut, entusiasmado al saber lo bondadosos que eran.

El cura y el enfermero se despidieron de la familia, para dirigirse a sus hogares. Estando afuera del caserío, el alumbrado público iluminaba las calles adoquinadas y el camino de las personas que regresaban del trabajo.

—Debo agradecerte por acompañarme. Nadie está disponible en la parroquia y al parecer los demás al servicio estaban ocupados—dijo con tono decepcionado el cura. 

—Está bien. Es mi deber como laico . Además sabe que puede contar conmigo cuando estoy en mis días libres. Tal vez Dios quería que está vez lo acompañara— Gulf sabía que en ocasiones las personas están ocupadas pero no todos al mismo tiempo. Sabía que algunos tenían miedo y permanecian por curiosidad, pero no podía culparlos. De por sí, el humano suele ser curioso y temeroso. Pero los laicos a veces se olvidaban del compromiso que habían hecho con Dios y la iglesia.

—Nos vemos la otra semana. Recuerda que tenemos una cita con los Pirapat para hablar con su hijo. 

—Claro. Vaya con Dios— se despidió el enfermero dándose la vuelta al lado contrario de dónde vivía el cura.

Gulf caminaba a un paso moderado, vivía en una habitación alquilada, no iba a un apartamento debido a que le enviaba dinero a su madre y se sentía cómodo en un un lugar pequeño. A lado de su habitación habían otras tres habitaciones con inquilinos bastante tranquilos, aunque a veces sentía olores extraños pero no le daba mayor importancia.  

Tarareando una canción que escucho en el bus dónde viajaba hacia su trabajo, pasó cerca de un callejón oscuro dónde la luz no alcanzaba y escucho un ruido de algo cayendo al suelo. Una moneda salió rodando hacia él topando en su zapato. Gulf se detuvo a recoger la moneda, cuando se  enderezo vio asomarse un zapato negro que al mismo tiempo se oculto.—juntando sus cejas en desconcierto habló.

—¡Disculpe! encontré su moneda. —dijo el enfermero  alzando la moneda hacia el oscuro callejón.

—No deberías esconderte en la oscuridad, podrías asustar a alguien. —El extraño empezó a salir de la oscuridad dejando ver su alta figura, vestido con pantalón negro y una chaqueta del mismo color. En su mano derecha está portando un cigarrillo y su cabello contrastaba con el color negro de sus ojos.

—Y a ti, no te asusto—inquirió el desconocido.

El enfermero tenía una risa divertida al ver al extraño como si hubiera salido de una escena de película.

—La verdad. No. Eres simplemente una persona, lo peor que puede pasar es que me roben o maten.—dijo el enfermero aún sonriendo.

—Interesante. No tienes miedo a la muerte. 

—Algún día todos moriremos.

El desconocido se acercó a Gulf unos pasos para recuperar la moneda, viéndolo a los ojos con curiosidad preguntó.

—Tu eres el que llegó con ese cura ¿verdad? supuestamente para hacerle un exorcismo a esa chica que no dejaba de decir estupideces en la noche. 

—¿Usted vive cerca?

—No, pero los chismes vuelan y más cuando se trata de alguien poseído. Debo preguntarte, ¿cómo haces para que el demonio salga de su lugar o para que no se apodere de ti? Del cura lo entiendo porque está bendito y todas esas cosas que dicen los santurrones. Pero tú eres solo un seguidor. Ni siquiera eres cura. —Gulf aún seguía divertido ante las preguntas del desconocido.

—Bueno. Primero, no los saco. Es el cura quien los expulsa. Segundo, debo estar libre de pecados para poder estar enfrente de un demonio. Tercero, fe y confianza en Dios para que el enemigo no me vea como un blanco fácil. 

El desconocido se burló ante lo seguro que se escuchó el joven respecto a Dios, él no creía en Dios ni tenía fe. No desde que perdió a su madre y su padre lo echó de casa por ser gay.

—No deberías confiar tanto en Dios, cuando menos lo pienses, un día te dará la espalda y verás que no todo gira alrededor de un ser que no existe. —Gulf enarco una ceja y con una voz sería aclaró.

—Gracias por el consejo pero es mi elección seguirlo, aunque los demás crean que los ha decepcionado. Y disculpa pero debo regresar a mi casa. Fue un gusto. —Se dió la vuelta y no esperó a que el desconocido hablara.

Gulf había llegado a su pequeña habitación que poseía una cama, una mesa, y una pequeña cocina. Era pequeño pero funcional para Gulf. 

Se acostó en la cama sin quitarse los zapatos. Debía bañarse y orar para poder quitar las impurezas de lo que había en aquella habitación de la joven. Empezó a recordar la habitación, la sensación de haber entrado a un lugar desconocido, el aura de la joven que despedía odio y rabia. La voz gutural que salía en diferentes idiomas, la lámpara que se hizo pedazos cuando el cura rocio agua bendita. Dando un suspiro se levantó y se dirigió al baño que estaba afuera de la habitación, mañana tendría que presentarse temprano a trabajar así que debía comer y descansar hasta el siguiente día.

Un agradecimiento a LuzdeNoche99 por apoyarme💖

Diferente [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora