Gulf caminaba por los pasillos del hospital, iba rumbo a su visita diaria, con sus pacientes, pero al pasar por emergencias se dió cuenta que en la sala de espera, se encontraba el desconocido de la noche anterior. Curioso, se acercó y pudo notar un retazo de tela sostenida de una mano, cubriendo la otra mano empapada de sangre, con la cabeza gacha movía un pie demostrando ansiedad e inquietud. Gulf vio si había alguien cerca para ayudarlo, pero los demás estaban ocupados. Aunque le molestó lo que le había dicho la noche anterior, no podía dejar a un paciente a su suerte, si él podía curarlo. Preocupado fue por un botiquín y se acercó al desconocido.
—¿Cómo se hizo eso?— evaluó el enfermero.
El desconocido levantó la cabeza para ver al dueño de la voz. Al ver de quién se trataba, una sonrisa se ensanchó en sus labios.
—Que sorpresa, no imaginé que fueras enfermero.
—Los chismes no dieron completa la información ¿verdad?— devolvió gulf con seriedad concentrado en revisar la mano de su paciente.
—Cierto. Lo único que dijeron fue, que eras un ayudante. Nadie dedujo que eras enfermero porque ibas sin uniforme.
—No acostumbro ir con uniforme porque mayormente solo voy a orar. Curo heridas o presto servicio, si la persona se lastima levemente, pero cuando son casos extremos llaman al médico. —Dijo mientras limpiaba la herida. —El desconocido frunció el ceño— ¿Casos extremos? ¿A qué te refieres?
—Bueno. Cuando el demonio es demasiado fuerte puede poseer un cuerpo por mucho tiempo y también llega a lastimar a la persona de varias formas.
—Entonces es verdad lo que Hollywood recrea en sus películas— inquirió entusiasmado.
—Algunas cosas, otras son solo ficción y no pregunte más. Suficiente con lo que acabo de decirle, ahora déjeme hacer mi trabajo— regaño el enfermero.
El desconocido se quedó callado viendo como el enfermero envolvía su mano con una venda. También pudo darse cuenta de lo atractivo que era, piel morena, facciones delicadas, su cabello castaño sobresalía de su frente cuando se movía, sus ojos cafés atentos en su labor y sus labios fruncidos o levemente mordidos concentrado en terminar el vendaje. Se perdió en esos labios que le invitaban a ser probados. Hasta que.
En un segundo el enfermero se dió cuenta de la mirada atenta del mismo. Topando sus miradas quedaron hipnotizados, envueltos de seguridad y calidez, el mundo se desvaneció, la sala de emergencias pasó a ser un lugar seguro y privado. Solo ellos dos.
La conexión se disolvió cuando un grupo de paramédicos hizo presencia con más pacientes. Gulf parpadeó volviendo en sí, retomando de nuevo su trabajo. Al igual que el desconocido vio hacia otro lado que no fuera al hombre que lo cautivó en pocos segundos.
Tratando de disolver la agradable sensación que sintió, Gulf dió las instrucciones de los cuidados y medicamentos que su paciente debía tomar.
—Gracias por atenderme... ¿Cuál es tu nombre?
—Solo llameme Gulf y no hay nada que agradecer, para eso estoy— añadió con una sonrisa.
—Es un gusto Gulf. Dime Mew, pero no me trates de usted me hace sentir viejo— Gulf soltó una risa por el puchero del contrario. Aunque pensaba que de viejo no tenía nada, a sus ojos Mew era guapo.
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Desde ese día Gulf no volvió a encontrarse con el pelinegro, se había sentido extraño cuando lo estaba atendiendo y también cuando dejó de verlo. Él había sentido una chispa, un gusto. Eso es imposible, no se había sentido atraído por nadie más y menos por un hombre. Gulf desecho los pensamientos repitiéndose que no podría tener sentimientos hacia un hombre. Eso no estaba bien a los ojos de Dios.
Había pasado una semana y Gulf se encaminaba a la iglesia para encontrarse con el cura e ir a la residenciales dónde se encontraba la casa de la familia Pirapat.
—Hola Gulf— saludo un chico vestido de acólito— Adelante. El cura Willy dejó dicho que aguardaras unos minutos mientras hablaba con el cura Cho.
Gulf se sentó en una banca afuera de la oficina donde los curas tenían el archivero. El chico acólito, se sentó a lado de Gulf acomodando su vestidura, preparado para iniciar una avalancha de preguntas o chismes qué siempre compartía cuando lo veía.
—¿Gulf cómo puedo hacer para adivinar si mi pareja es la correcta?¿O cómo saber si me ama? ¿Me estará engañando? Ayúdame por favor— suplicó abultando sus labios.
—No adivinas First. Se siente cuando es la correcta. Tu corazón lo distingue de los demás, te hace sentir especial y te devuelve la misma intensidad de amor que tú le das. Si te ama sin condición, es la indicada.
—Y si, te presento a mi pareja y utilizas tu don, así como lo hiciste con el cura Willy, para ver si es buena persona o mala.
—No prestas atención First. Lo de aquella vez no es un don, solo fue una casualidad. Y además no soy tu cupido.
—Claro que es un don. No puedes negar lo que Dios te ha dado. Tú eres diferente. —El chico se acomodó más, viendo directo a los ojos de Gulf.
—Eres el hijo que librará a la humanidad del mal. Eres la diferencia. No te dejes engañar por el padre de la mentira.
Gulf se sorprendió al ver la seriedad y el tono diferente que utilizaba First. —¿De qué hablas?
—Gulf es hora de irnos— habló el cura saliendo de su oficina.
Extrañado de ver a First sin inmutarse, Gulf se levantó con varias dudas en su cabeza pero no tenía tiempo de preguntar por el momento. Después averiguaría el comportamiento de First.
Siguió al cura sin decir nada más, para encaminarse a la casa de los Pirapat.
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Diferente [MewGulf]
Hayran KurguGulf es ayudante de un cura exorcista. No tiene miedo, ni duda de su espíritu fiel. Pero a su vida llegará alguien que lo hará cambiar de opinión, lo hará dudar de si mismo y el mal querrá aprovechar tal oportunidad para arrastrar a Gulf y llevarse...