Capítulo Siete

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Sentado en la cama sin querer moverse de allí, se tocaba sus belfos con la yema de los dedos, aún sintiendo el beso que le dió el pelinegro.

No pensaba que le fuera a gustar, se sintió electrizante, increíble, algo que no había sentido antes, pero también pensó que tal vez solo fue porque no ha estado en ninguna relación amorosa. Ninguna chica o chico le había llamado la atención, incluso creía que era asexual, todos sus amigos tenían novia menos él. Pero con Mew, su corazón se acelaraba, sus mejillas se ruborizaban, su compañía le agradaba y se sentía confiable...

O solo, tal vez estaba confundido.

Esfumando esa sensación hormigueante en el cuerpo y satisfactoria para el corazón, se levantó y preparó su desayuno. Tuvo un comienzo tranquilo a pesar de lo que vivió ayer. En su cabeza solo ocupaba al pelinegro y el beso que le dió.

Después de un rato con bolso en mano dónde llevaba su botiquín de primeros auxilios, camino hacia la iglesia, necesitaba más agua bendita.

—Buen día Cura Cho, vengo a pedirle un poco más de agua bendita.

—Claro Gulf. Ve con First, para que te alcance un poco.

Gulf se dirigió a la parte donde guardaban todo lo que utilizaban los curas, allí se encontraba First vestido de forma casual, limpiando la mesa donde colocaban el copón, patena, y demás objetos sagrados. —Hola First.

—Hola Gulf, adivino ¿Necesitas más agua bendita? Sígueme—dijo sin dejar que Gulf contestara.

En todo el trayecto Gulf iba detrás de First estructurando las palabras que iba a utilizar para preguntar, sobre las dudas que tenía en su cabeza.

—First ¿Cómo fue tu primer beso?

—Mmm fue lindo, estaba nervioso y sentía arder mi rostro, ¿por qué?—preguntó deteniéndose frente a un mueble de madera antiguo.

—Curiosidad—contestó Gulf esquivando su mirada.

First se le quedó viendo por un segundo y entrecerró los ojos. —Gulf tuviste tu primer beso-chillo First emocionado.

Gulf se tornó rojo al escuchar lo que First decía sin ninguna delicadeza, él no quería oírlo en voz alta sentía que alguien se iba a enterar de quién lo beso y no quería saber el resultado.

—¡Calla First! Solo fue un beso.

—Dime quién es-codeo First pidiendo con voz dulce—anda dime, quien es la afortunada o... afortunado.

Gulf se quedó helado ante la mención, eso no era nada bueno, no quería que First lo descubriera, sin decir nada salió rápido de allí.

—¡Gulf, espera! ¡Era broma!—gritó First, pero no fue escuchado.

Gulf salió por el lugar donde se celebra la misa, iba caminando por el pasillo en medio de las bancas con preocupación y nerviosismo.

Gulf

Se detuvo viendo a todos lados.

Nada. Siguió caminando.

Risita

Paro y de nuevo nada. Siguió.

Gulf

Vislumbro una sombra al lado derecho detrás de una banca y respingo.

Risita

Sabía que no era una persona, sus instintos se lo decían, dudoso movió su cabeza en esa dirección. Ya no estaba.

—¡Gulf!—escuchó está vez la voz de First, no quería dar explicaciones, entonces salió corriendo, hasta llegar a la parada de taxis.

Gulf no tenía nada contra los gays, tampoco los despreciaba o algo parecido, pero no podía aceptar el hecho de que a él le gustara un hombre, en su cabeza resonaban las palabras del padre Cho cuando hablaba sobre el tema: "la relación de hombre con hombre no fue estipulado por Dios, es un acto aborrecido por Nuestro Creador, que aún en las épocas antiguas se vivían la sodomia un acto castigado por Dios".

Gulf no quería ser castigado ni aborrecido porque temía ese rechazo, sentía que perdía una conexión espiritual con Dios.

Cuando llegó a su destino, se topó con el causante de su confusión.

—¿Qué haces aquí?-preguntó molesto.

—Te busqué en tu casa, pero no estabas, entonces se me ocurrió buscarte aquí

—¿Qué es lo que quieres?

Mew enarco una ceja-¿estás molesto por lo de la mañana?.Entonces me retiro no volveré a molestar.

Gulf respiró profundo calmando sus nervios, en si no estaba molesto con él, estaba molesto consigo mismo por estar confundido.

—No —detuvo—es que me siento aturdido pero no estoy molesto contigo.

—Unicamente quiero acompañarte, no quiero que entres solo a esa casa.

Gulf asintió sintiéndose aliviado porque Mew no le pidió explicaciones y porque si quería estar acompañado. Mew lograba calmar su repentina ansiedad.

Los dos prosiguieron siendo avisados que el joven Earth no se encontraba, pero que ellos podían pasar a la habitación.

Antes de entrar a la habitación Mew avisó al enfermero que no lo dejaría entrar solo. Gulf sonrió de ver cómo lo cuidaba lo cual hacía que su corazón sintiera más cosas por él.

-Está bien puedes entrar conmigo, solo voy a revisar las heridas de la señora Pirapat.

Entraron al pequeño cuarto que se encontraba alumbrado por una lámpara ya que las ventanas estaban cubiertas por cortinas.

Gulf se colocó a la altura de la Señora Pirapat observando que tenía más mordeduras del día anterior, estás tenían un color oscuro y adentro una viscosa mancha blanca de pus. A Gulf se le hizo extraño que la Señora Pirapat durmiera tranquilamente con las heridas infectadas.

—¿Cómo se hizo eso?—preguntó Mew tocando sus brazos y frotarlos como si él fuera el herido.

—Se las hicieron. Fueron las cosas que me atacaron ayer. Eran entes malignos.

Mew levantó las cejas con asombro. —¿Tú los puedes ver?

—Antes no, pero al parecer ayer sí pude.

Mew estaba procesando lo que el enfermero le estaba diciendo, él no cree que los demonios existen pero no pensaba que Gulf le mintiera así que decidió creerle.

—¿Hace mucho que haces ese tipo de cosas?

—Llevo dos años, primero tuve que aprender con el cura Willy.—dijo Gulf limpiando la parte infectada.

—¿Cómo conociste al cura?

Ya lo había visto antes en la iglesia cuando voy a la celebración de la palabra pero nos comunicamos cuando él llegó al hospital alguien intentó clavarle un cuchillo pero solo logró rozarlo.

—¿El cura tiene enemigos?

—Sí, pero no son terrenales. Fue una persona poseída.

—Y como fue que te reclutó? O te volviste su aprendiz

—Oh me di cuenta que estaba cubierto por un olor extraño. Y le dije que tuviera cuidado porque la muerte lo rondaba. Entonces fue cuando se interesó en mí.

—¿Cómo supiste que era la muerte?¿Por el olor?-preguntó curioso el pelinegro.

—Mamá tiene el mismo don y me dijo que el aura negra u olor podrido es el de los demonios y el agradable es el de angeles. Pero ya no lo siento tan seguido desde que mamá me envió a un campamento de peregrinación. Es como si hubieran quitado una parte de mi.

El pelinegro ya no preguntó más al ver el cambio repentino que tuvo el enfermero en su rostro. Triste y distante. Se dedicó a esperar a que terminara de limpiar y aplicar pomadas que no conocía en las heridas de la Señora Pirapat.

Después salieron en silencio de ese lugar y tomaron un taxi. Decidió romper el mutismo declarado por el enfermero.

—Te gustaría acompañarme a comer, conozco un lugar bueno para olvidar la escalofriante y dañada piel de la Señora Pirapat—dijo sacudiendo su cuerpo al recordar la escena.

Gulf sonrió por la expresión exagerada del pelinegro, aceptando su invitación.

Diferente [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora