Las agujas del reloj se movían marcando la una de la mañana. Mientras un pelinegro se encontraba despierto escuchando los sonidos del reloj, velando los sueños del enfermero.
Le sorprendió la petición del enfermero, cuando le pidió quedarse. Posiblemente estaba demasiado asustado porque el enfermero le dijo que no quería estar solo.
Fue así como terminó durmiendo en la misma cama en que dormía el enfermero. Guardando la distancia analizó lo sucedido en la casa grande. Gulf no había mostrado ninguna gota de pánico o dudas antes de entrar a esa habitación. También sé preocupo, que no quisiera probar ni un bocado para la cena, y a veces murmuraba en los sueños.
Le gustaba el enfermero y no le gustaba verlo en ese aspecto, confundido, desorbitado, asustado. No dejaría que entrara a esa casa, otra vez.
Un furioso Earth se encontraba en su despacho rabiando porque el plan se había arruinado. Las luces de toda la casa se encendían y apagaban asustando a los empleados.
—¡Hijo detente!—se escuchó una voz, cuando se abrió la puerta y se cerró de golpe.
—¡No soy tu maldito hijo, Pon!—exclamó enojado Earth.
—Lo sé pero estás en el cuerpo de él. Es la costumbre. Además una vez que obtengas lo que quieres dejaras el cuerpo de mi hijo.—Earth se rió sin humor.
—¿Estás seguro, de eso Pon?
El padre de Earth palideció, no se esperaba esa respuesta.
—Tenemos un trato, no te puedes retractar. Estamos hablando de la salud de mi hijo y esposa.
—Ahora te importan. No decías nada cuando me invocaste para obtener más empresas y dinero en tu poder no importando la puta salud de tu familia.
Pon trago fuerte, era cierto, su ambición lo había llevado a invocar al demonio fuera de su secta. A cambio de riqueza en abundancia. El demonio habitaría en el cuerpo de su hijo, pero necesitaba como sacrificio un alma para arrastrarla a lo profundo del abismo.
—Eres un maldito, que ni siquiera ha podido atrapar a ese chico—dijo Pon sintiendo la impotencia.
—Cuida tus palabras estúpido. Con mi preciada alma no te metas. —Dijo Earth sentándose en la silla de cuero. —La mariquita de Mew jodió el plan de hoy. Pero tal vez ayude a sacar al buen Gulf de sus santurronas obras. Y será mío.
—¿Por qué? precisamente ese chico.
—Porque lo conozco desde pequeño. Es perfecto, su corazón no guarda rencor. No ha sido egoísta y perdona rápidamente. Su cuerpo no ha sido tocado por nadie. Eso es deliciosamente importante para llevarme su alma—dijo con un oscuro orgullo.
—Pues lo que sea solo hazlo rápido y vuelve al Inframundo—aclaró Pon dejando a solas a su supuesto hijo.
—Miren ese es el niño que ve personas muertas—dijo una niña frente a un grupo de la misma edad, observando que Gulf se acercaba.—No, él dijo que eran demonios, pero que también ve ángeles—dijo un niño con desprecio.
—Si ve demonios. Quiere decir que es hijo del diablo—dijeron empujando a Gulf al suelo.
—¡Escoria!
—¡Lucifer!
—¡Estás maldito!
—Nooo, no es cierto. Déjenme por favor—pedía un Gulf de diez años, acurrucándose y sollozando en el suelo.
—¡Gulf!
—¡Gulf despierta!.
Cuando el enfermero despertó, instintivamente abrazó a Mew. Aferrándose a él dejó caer lágrimas, recordando el pasado gracias al sueño que tuvo.
—Está bien. No pasa nada. Aquí estoy contigo.
Esas palabras cómo si fueran la cura para su corazón, Gulf dejó de llorar, solo quedando con suspiros.
—¿Te sientes mejor?—pregunto el pelinegro sobando los cabellos de Gulf.
—Un poco.
—¿Necesitas algo?
—Mmm, cuéntame algo de ti—dijo el enfermero aprovechando que tenía curiosidad saber sobre Mew.
—¿Qué quieres que te cuente?
—¿Por qué no crees en Dios?
Mew suspiro viendo en dirección a la pared.
—Cuando tenía quince años mi madre iba mucho a la iglesia, le gustaba rezar, siempre estaba presentes en las prédicas y le gustaba enseñar a otros. A veces la acompañaba. Estaba sana, era fuerte, no fumaba, no bebía ninguna gota de alcohol, no peleaba con nadie y le gustaba servir en lo que pudiera. Con papá eran muy unidos pero de la nada enfermo de un tumor en la cabeza—hizo una pausa tragándose el nudo formado en su garganta.
—Yo le pedí a Dios que la curara. Ella era buena no le hacía daño a nadie. Por supuesto que tenía sus pecados pero no lastimaba a nadie. Pero Dios no me escuchó.
Gulf se enderezo y lo vio a los ojos.
—De seguro hay una explicación para eso, pero Dios, es el único que sabe las razones. Al final del día él sigue siendo Dios y nosotros humanos.
—¿Explicación? ¡¿Dónde estaba cuando lo necesitaba?! Cuando me sentía solo sin mamá. Cuando papá se empezó a emborrachar. ¡¿dónde estaba cuando mi propio padre me echó de la casa solo porque me gustan los hombres?!
A Gulf le sorprendió escuchar esa parte del pelinegro, pero también le dolió escuchar a Mew roto. Su adolescencia no fue fácil, pero como le decía que la vida es así y que Dios no es el culpable de las decisiones que cada ser humano toma.
—De seguro no fue la verdadera intención de tu padre, él te ama. Debes ponerte en su lugar, él también perdió al ser que amaba. Y cuando nos perdemos en el dolor hacemos cosas de las que nos arrepentimos después.
—No creo que esté arrepentido. Y más bien creo que por eso Dios no quiso ayudarme si es que existe. Por ser homosexual—Mew dejo caer gruesas gotas de lágrimas sin aguantarlas por más tiempo.
—Claro que no fue por eso—dijo el enfermero limpiando las lágrimas del pelinegro.
—Tu también te vas alejar por gustarme los hombres— dijo el pelinegro viendo a los ojos a Gulf.
—No.—contestó sinceramente el enfermero.
—¿Y qué pasa? si te digo que me gustas—dijo el pelinegro. Acercando su mano arriesgando el rechazo del contrario. Tocó su mejilla y se pegó un poco para jalar al enfermero y unir sus labios, sin moverlos, solo los dejo posar unos minutos para después separarse.
Gulf se quedó inmóvil, sonrojándose al instante. Quiso contestar pero las palabras no salían. Sus labios decidieron quedarse pegados en ese instante.
Mew al ver que Gulf no decía nada decidió salir de allí antes de escuchar algo que no quisiera escuchar. Se levantó de la cama diciendo que debía ir a trabajar. Sin más salió rápidamente del pequeño cuarto de Gulf, feliz de haber rozado los labios del enfermo pero al mismo tiempo con pesar, no sabría qué es lo que pasaría después de esto.
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Diferente [MewGulf]
أدب الهواةGulf es ayudante de un cura exorcista. No tiene miedo, ni duda de su espíritu fiel. Pero a su vida llegará alguien que lo hará cambiar de opinión, lo hará dudar de si mismo y el mal querrá aprovechar tal oportunidad para arrastrar a Gulf y llevarse...