二十四

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Su lugar favorito en el jardín era un viejo sauce llorón, que descansaba la mitad de sus suaves ramas sobre el lago artificial. Justo detrás de éstas y muy cerca del tronco, había una raíz rebelde que creció fuera de la tierra, creando un banco natural en donde solía sentarse y fumar, cuando los problemas lo superaban y necesitaba reflexionar al respecto.

Él sopló una bocanada de humo y luego, dejando su pipa a un lado, se cruzó de brazos, observando los pequeños brotes en las ramas de los ceresos del jardín. Ya pronto comenzaría el Hanami y tendría que planificar varias comidas al aire libre en el palacio, para los altos mandos. Sus capitanes adoraban llenarse la panza con su despensa y beberse su sake, mientras observaban las flores. Inmediatamente después tendría que supervisar la siembra del arroz en la primera semana del florecimiento. Ésto, la fabricación de flechas y armas, la preparación de los soldados, la vigilancia de la frontera con los Senju... y ahora su dilema familiar. Su cabeza no tenía descanso.

Nunca había visto a Sasuke llorar, ni siquiera cuando lo separó de su familia y lo trajo con él al palacio. Cuando se caía de pequeño, hacía un leve puchero y luego se ponía de pie por si mismo, se sacudía la tierra de sus rodillas y seguía corriendo.

Miró su mano, la misma en la que había sostenido el kendo con el que golpeó al soldado, y por primera vez en muchísimo tiempo; se arrepintió de sus acciones.

¿Pero qué hacer? Su victoria dependía del tratado con los Haruno, el número de soldados que tenían los Senju, superaban a los Uchiha. Solo con la alianza serían capaz de enfrentarlos en igualdad.

¿Casarse él, con Sakura? No podía condenarla a una vida así. Estaba seguro de que muchos hombres en su lugar no se lo pensarían, ni siquiera estaba mal visto su matrimonio, pero él tenía otra manera de pensar, otros principios. No quería actuar egoísta solo por tenerla, pensaba en el futuro de la Kaika. No creía que después de envejecer, ella lo querría de la misma forma y entonces sería demasiado tarde; estaría condenada a cuidar de un anciano achacoso.

Apretó la mandíbula al ver salir a Sasuke de la habitación de la Kaika, y perderse en el pasillo, con rumbo a sus aposentos. Rato después vió a Naruto. Éste se detuvo y miró en la misma dirección en la que Sasuke se había ido, después bajó hasta el jardín y con pasos lentos, se encaminó hasta los dormitorios de los sirvientes.

Madara suspiró por milésima vez, y luego se encontró yendo rumbo a la habitación de Sakura. No sabía que le diría, si volverían a discutir... Pero de alguna manera se sentía dolido si permanecía en malos términos con ella.

Acomodó su haori y estiró sus mangas antes de llamarla por su nombre en la puerta, entonces ella le dió paso, con una voz sedosa. Madara dirigió su vista a la pequeña mesa donde se suponía que lo recibiría, pero no estaba allí, en su lugar la encontró saliendo detrás de un biombo, con su kimono a medio quitar y sus hombros descubiertos.

Jadeó ante la vista de la exquisita piel sobre sus pechos y luego carraspeó avergonzado y le dió la espalda.

-No deberías dar paso si no estás presentable- regañó y con pasos firmes, se dirigió hacia la puerta.

-¿Te disgustó lo que viste?- preguntó en forma de reto y lo vió tensar la espalda antes de salir.

マージン

-Por todos los dioses...- murmuró, cubriendo su rostro y ya sentado en el tatami, con los codos apoyados en su escritorio.

Aunque había sido solo un instante, la visión tan sensual del cuerpo de la Kaika permanecía en su cabeza como un espejismo. Golpeó la madera con molestia, al sentir otro latido en su miembro, increíblemente duro desde que la había visto.

Amo Sumiso (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora