二十六

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Todo estaba oscuro y se sentía apretado a su alrededor, blando bajo sus pies y espalda, duro sobre su cabeza. No le gustaba volver ahí, odiaba ese lugar tan pequeño que lo apartaba de todo.

Escuchó unos murmullos a su izquierda y entonces apreció un agujero redondo y pequeño, que dejaba entrar un as de luz. Se asomó y la vió ¿Por qué lloraba? ¿Por qué no gritaba...? Ella simplemente se estaba entregando a esos hombres con tal de distraerlos, cuidando de su pequeño hasta el último respiro. Ese es el deber de una madre, pero para Naruto era injusto, injusto y cruel verla sacrificarse de esa manera.

Ellos la trataban como una muñeca de tela, sin cuidado, como si no sintiera dolor. La mancillaron de todas las maneras posibles, quedando su cuerpo sudado, embarrado... sucio y roto. Y después, cuando ya estaban los cuatro saciados, comenzaron a introducir cualquier cosa en ella con tal de escucharla llorar. Las empuñaduras de sus espadas o las vainas de las mismas. Sus piernas se tiñeron de rojo y lo miró.

—Ayúdame, hijo...— lloriqueó casi inaudible.

—¡Mamá!

—¿Por qué me dejas sufrir así? ¿Acaso no fuí buena contigo? Por favor, dame tu mano, sálvame... Duele.

—Ya voy... ya voy, madre.

Él golpeó la puerta del armario en donde estaba encerrado, pero ésta no se abría. Comenzó a impacientarse cuando los gritos de ella se hicieron más fuertes y arañó la madera, desesperado; llenándose de astillas los dedos.

—No me abandones, ven. Naruto, ven conmigo ¿Por qué me dejas?

Ella rogó, ahora completamente sola en el vacío negro.

—¿Ya nos olvidaste?— la voz de su padre lo hizo mirar hacia abajo. Vió su cabeza sin cuerpo y los ojos azules, idéntico a los suyos, inyectados en dolor.

—No, padre, estoy aquí— golpeó nuevamente la puerta, ésta se abrió y automáticamente el armario desapareció —Voy con ustedes... yo voy con...— sus palabras sin aliento y su acercamiento se vieron detenidos, cuando sintió su mano derecha atrapada. Miró atrás y se percató de que otra persona lo sujetaba —Sasuke...— jadeó —Déjame ir, mis padres me necesitan.

El Takai no respondía, solo permanecía de espaldas y su agarre parecía petrificado. Naruto tiró de su mano con rabia e impotencia, mientras veía abrumado como sus padres se alejaban cada vez más.

—¡Suéltame! Por favor, déjame...— rogó.

—Dí que me quieres, dí que volverás a mí, y yo te dejaré ir.

—...— las palabras de Naruto se las llevó el viento. De su boca no salió un sonido, y sujetó su garganta con brusquedad.

"¡Te quiero, te quiero pero déjame ir por ellos!"

—Dí que me quieres, dí que volverás a mí y yo te dejaré ir— escuchó de nuevo y vió como la figura de sus padres comenzaban a desaparecer en la oscuridad.

"¡Déjame!"

"Ellos me necesitan"

Tiró todo lo que pudo, pero el agarre del Takai era inamovible. Totalmente desesperado y angustiado, tomó su katana y cerró los ojos con fuerza, cuando dirigió el filo a su muñeca para cortar su carne.

La sensación de un dolor agudo hizo que se despertara repentinamente y sobresaltado. Tenía el pecho tan apretado que apenas podía respirar. Cuando intentó moverse, el dolor lacerante de los azotes en su espalda, lo hizo apretar los dientes.

De igual manera se levantó de su futón. Necesitaba salir de ahí, alejarse de las personas que lo rodeaban y que dormían tranquilamente, ignorando su angustiosa pesadilla. Abrió la puerta y tras unos pasos, alcanzó a sentir la tierra bajo sus pies.

Amo Sumiso (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora