En un mundo donde nacen hombres y mujeres elegidos por el cielo, las personas normales sufren de la desgracia de la guerra por la ambición del dominio.
Sasuke y Naruto no se conocerán en las mejores circunstancias, pero entre ellos nacerá un sentimi...
El Sol no salió esa mañana, el cielo estaba gris y una bruma fina cubría el lugar de suelo blando y lodoso.
Los tambores de ambos clanes anunciaban el pronto enfrentamiento. Cada golpe era un segundo menos para el inicio del desastre. Una flecha silbó en el aire y luego un enjambre de proyectiles ennegreció el cielo.
Provenientes de ambas direcciones, las flechas letales se clavaron en el suelo o en la carne de los hombres; escuchándose los primeros gritos de dolor. Otra oleada más y luego la orden de ataque por la voz de Hashirama.
Los jinetes, incluyendo Naruto, cargaron al frente, estrellándose contra los Uchiha. Con su espada cortaba todo lo que se le acercaba, sin mirar a los rostros de sus víctimas, para no sentir compasión.
Pronto el aire se volvió viciado y rojizo. El golpeteo de metales era una desarmonía estridente y agobiante.
Vió a Sasuke a lo lejos, montado en su caballo y con su armadura negra, ya manchada de sangre. Sus ojos hicieron contacto y ambos, como si pudiesen entender sus pensamientos con ese simple gesto, cambiaron de dirección y se abrieron paso entre los soldados enfrentados.
Despejó la zona a su alrededor y bajó de su montura, quitó su yelmo y lo arrojó a un lado. Sasuke lo imitó y sacando su katana, se deshizo de la vaina y caminó en su dirección.
Como si el mundo estuviera mirando y no quisiera interferir, alrededor de ambos se abrió un extenso círculo. Alguno de los soldados, incluso detuvieron su lucha para observar lo que sucedería.
De repente, el campo de batalla desapareció, en su lugar se imaginaron solos dentro de un dōjō. Donde nadie pudiese interferir con su danza, donde cada choque de espadas iba a comunicar sus sentimientos sin necesidad de palabras.
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Ambos se colocaron en posición y sonrieron, ignorando las lágrimas de sus ojos. Una reverencia fué el inicio de su lucha. Golpe tras golpe, finta tras finta... la sangre comenzó a salir por pequeños cortes en sus cuerpos, pero ninguno de gravedad.
La diferencia de una katana a una espada de madera. La agilidad de cada guerrero se veía reflejada en la capacidad de evitar el filo mortal del arma contraria, mientras intentaba dañar con la suya.
La lluvia del cambio de estación volvió a caer, mezclando la sangre con el barro y haciendo que sus pisadas fuesen inseguras y resbalosas.
Sasuke presentía que cada ataque que hacía, era uno menos para llegar al final, y sufría, pero no podía detenerse...
Naruto tendría la oportunidad de su venganza, él se la daría. Por el amor que le tenía y al ser del clan enemigo, se sentía con la responsabilidad.