Capítulo 15

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Él.

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Bien, tener a estos tres juntos es un verdadero desmadre, me empecé a llevar mejor con Melvin, Hugo que es súper amable, y Kariel es pues distante. Era un domingo de agosto y mi hermano acababa de irse, hablamos y para sobrevivir debía de buscar un trabajo, me asustaba ya que nunca en mi vida había trabajado, pero sé que puedo. Faltaba una semana para iniciar a clases, y el jueves llegaba mi mejor amiga a México lo cual me agrada ya que necesitaba hablar con ella, con Gema, Yami e Ingrid había hablado por teléfono. Las extrañaba. Salía de la ducha, bajé para servirme café, Carlos, Hugo y Melvin jugaban fornite mientras que Kariel leía un libro de medicina.

—Te vas a morir si sigues bebiendo tanto café. —me advierte Carlos sin mirarme a los ojos.

—Nací por el café, moriré por el café. —declame, el imito mi voz.

—Deja de ser tan infantil. —le dije a Carlos mientras me servía un poco de cereal.

—lo dice la chica que trae calcetines de Dora la exploradora. —se burló Carlos y todos se empezaron a reír.

—¡Idiota! —murmure más para mí que para él, sin embargo, él lo escucho y me devolvió el insulto.

¡ESTUPIDA!

¡PENDEJO!

¡IMBECÍL!

¡BRUJA!

Creí que le había dejado claro que no quería que me volviera a llamar de esa manera, por eso y el enojo, tomo un florero, y al momento de lanzarlo él lo esquiva las puertas del ascensor se abren. Un chico rápidamente se agacha y yo me llevo las manos a la boca, todos voltean y se ponen de pie. Corro a gran velocidad hasta donde está el chico para ayudarlo si es que se lastimo. Mejor dicho, lo lastime.

—¡No sabes cuanto lo siento! —me disculpe mientras lo ayudaba a levantarse, por lo tenso de los músculos, sospeche que estaba enojado. Y quien no lo estaría, si de la nada una loca te avienta un florero ¿verdad?

Me obliga a quitarle las manos de encima con brusquedad, y esta apunto de decirme algo. Pero entonces mi mirada se cruza con la de él, una mirada fría y estremecedora, las facciones de su rostro se relajan.

Los chicos lo abrazan y Hugo dice su nombre. Es Diego. Claro que sí, como es que no lo reconocí. En persona es más guapo. Y creo que me eh equivocado al decirle dios griego a Carlos, porque Diego daam. Claro, depende de gustos, pero a si vas por la calle obviamente voltearías a ver a Carlos una o dos veces... pero con Diego o existen de dos; o te le quedas viendo hasta que se te pierda de vista o volteas a cada rato para poder verlo hasta que te caes o te pegas con un poste.

Me ignora y se va a sentar al mueble, empieza hablar de su viaje, entonces reacciono que hice un desastre y voy por una escoba para limpiarlo.

—¡Permíteme ayudarte! —se ofrece Hugo, pero niego.

—Es mi desmadre, y yo lo arreglo.

Termino de limpiar, y me siento en un mueble individual, pero ninguno de los cinco parece prestarme atención, como si no estuviera ahí. Muevo la cabeza como si lo que hice fue un error, me pongo d pie y voy hacia mi cuarto. Me pongo a ver Peaky Blinders, y se me va el tiempo, cuando veo ya son las tres de la mañana. Y tengo la duda en si levantarme e ir a tomar leche o dormirme. Me quedo sentada en la orilla de la cama mirando la puerta debatiéndome que hacer. Al final me decido por la primera opción, al momento en que abro la puerta Diego parece entrar a su cuarto, pero se da la vuelta al escucharme.

Meses a Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora