Prólogo

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Ahí iba otra vez con sus jodidamente cortos y provocativos vestidos.

Dios, ¿Ni siquiera frío siente?

Fruncí el ceño en molestia al mismo tiempo que la miraba darse unos últimos retoques al espejo mientras me miraba fijamente a través de este.

Ahg, se veía tan jodidamente sexy. Ese vestido sin duda resaltaba su suave piel de porcelana. En cualquier momento podría perder el control y ella, aún así, sigue con este maldito juego.

Joder, ¿Cómo llegué a vivir con esta idiota?

Ah si, es culpa de Valentina.

- Vamos, Poche. Deberías irte de aquí ya. Tienes veintitrés años. Estás mayorcita - Siguió insistiendo. Rodé los ojos.

- Valentina, sabes que no tengo si quiera un trabajo para poder mantenerme. Moriría de hambre - Argumenté.

Valentina pareció pensar en algo mientras miraba a otro lado. Su rostro se iluminó - Deberías de tener una compañera.

Fruncí el ceño y la miré - ¿Una compañera?

- Si, así los gastos serán menores, mientras lo dividan entre ambas.

- ¿Ambas? Valentina, creo que no sería algo bueno convivir todos los días con una chica cualquiera.

- No va a ser una chica cualquiera, Poche. Conozco a alguien - Dijo.

- ¿Tiene que ser necesariamente una chica? - Cuestioné -. ¿No puede ser un chico?

- Ay, por favor, María José - Bufó -. No eres una maldita hormonal. No tienes trece años como para que se te pare cada que una chica se te acerca - Rodé los ojos ante lo último -. Una amiga vive en un departamento, pero está en la misma situación que tú - Elevé una ceja -. Daniela Calle, ese es su nombre. Ha estado algo complicada con los gastos, por lo que está buscando a alguien para dividirlos.

- ¿Y por qué no vas tú? Caso cerrado - Dije intentando dejar el asunto y seguir con mi vida.

Me levanté de la cama, dispuesta a irme a mi habitación, pero Valentina tomó de mi mano, obligándome a sentarme de nuevo en su cama.

- No seas idiota, Poche. Vamos, no te arrepentirás. Calle es una buena chica - Insistió.

Pensé un momento - Esta bien - Los ojos de Valentina se iluminaron y una gran sonrisa se hizo presente en su rostro -, pero - Recalqué fuertemente la palabra y la sonrisa de mi hermana se desvaneció, dando paso a un adorable puchero -, solamente tengo que conocer a la tal Calle, ¿De acuerdo? Si me agrada tal vez considere la opción, de lo contrario seguiré haciéndoles la vida imposible aquí, ¿Entendido? - Dije en tono de advertencia mientras la apuntaba con mi dedo índice. Ella, muy animada, asintió.

Agh, Calle jugó duro ese día. Seguramente lo planeó junto a Valentina.

Estaba ya en el lugar elegido por Valentina, esperando a la tal Calle.

Una chica linda se acercó a mi con una sonrisa. Primero la miré extrañada, pero luego caí en cuenta de que era la misma chica de las fotos que Valentina me mostró.

- ¿Eres María José? ¿La hermana de Valentina? - preguntó. Su voz era suave y algo tierna a decir verdad.

Dudosa respondí: - Si, esa soy yo. Calle, ¿No? - Su sonrisa se amplió, asintió y estiró su mano hacia mi. Rápidamente la estreché.

Ahg, y pensar que esa tierna chica, con una sonrisa linda y carita inocente se encuentra caminando hacia mi con un jodidamente corto vestido y un peinado que la hacía ver demasiado sexy. Mordí mi labio inferior.

No se como he llegado a sobrevivir seis meses sin abalanzarme a follarla como si no existiera un mañana. Supongo que mi autocontrol puede más que mis hormonas.

Yo misma me llamo masoquista, porque, a pesar de que puedo, no me alejo de ella. Puedo fácilmente recoger mis cosas e irme de este lugar pero saber las razones por las que está aquí me impide por completo marcharme.

- Entonces, dime por qué quieres una compañera - Le propuse.

- No me puedo mantener sola - Alcé una ceja -, No en el modo que crees, idiota. Mis padres murieron repentinamente y toda la herencia se la quedó la egoísta de mi hermana. No me quiso compartir nada y los trabajos de medio tiempo que tengo no me alcanzan para pagar el departamento - Contó. Mi expresión se suavizó -. Valentina es mi mejor amiga. Ella me contó que su hermana, ósea tu, debería de irse de casa - Si, recuerdo sus palabras "Dependes mucho de nosotros. Tienes que independizarte ya." -, Así que le ofrecí para que seas mi compañera - Finalizó. Ahora entendía el por qué de tanta insistencia por parte de Valentina.

Terminé aceptando, ella era buena chica.

Exacto, era.

Al inicio sólo eran simples coqueteos que me tomaba con humor. Pero, cuando en uno de sus juegos, se subió encima de mi y descubrió el problema ubicado entre mis piernas, todo se fue de nuestras manos. En una semana tuve más erecciones de las que había tenido en mis veintitrés años de vida. Bueno, creo que es exagerar, tomando en cuenta mis años de puberta conocedora, pero aún así es lo más cercano.

Constantemente hacía distintas cosas para provocarme; Caminar en ropa interior o, incluso, desnuda en frente de mi. En publico muchas veces se sentaba en mis piernas y empezaba a mover sus caderas contra mi, o llamarme para ver su atuendo, que, la mayoría de veces, son vestidos cortos, lencería o cosas así, como justo ahora.

Pocas veces me libraba de las constantes provocaciones e insinuaciones por parte de mi compañera. Pero cuando eso sucedía me volvía la persona más feliz en todo este maldito mundo. Bueno, hoy no.

Se sentó en mi regazo con ambas piernas a los lados de mi cadera. Su vestido se subió levemente, dejando ver un poco de su ropa interior. Apoyó sus brazos sobre mis hombros.

- Dime, María José. ¿Qué tal? - Preguntó en un tono provocativo mientras juntaba nuestras frentes. Mi vista bajó a sus rojos, apetitosos y carnosos labios.

Al no obtener respuesta de mi parte, hizo un movimiento con su cadera hacia adelante, haciendo que su centro roce mi miembro. Mordí el interior de mi mejilla para evitar soltar un jadeo. Mi gran autocontrol me impidió tomar sus caderas, tumbarla en la cama y follarmela de una buena vez por todas. Lo cual agradezco enormemente. Volvió a mover sus caderas, creando una fricción entre nosotras.

- S-se te ve bien - Fue todo lo que logré decir. Se acercó, dispuesta a besarme pero rápidamente tapé su boca con mi mano cuando estuvo a escasos centímetros de mis labios.

Joder, ya sentía como mi pene empezaba a despertar. Al parecer, Calle lo sintió ya que soltó una burlona sonrisa que logré sentir en la palma de mi mano. Rápidamente, retiré esta de su boca.

- ¿Por qué no vas conmigo a la fiesta? Es bueno que te distraigas - Dijo. Negué. Todo por no estar ebria a su lado. Sabia cómo iba a terminar, y sabía que iba a ser yo la que iba a ceder.

- Llegarás tarde. Deberías irte - hablé, rogando para que no hiciera algún otro movimiento que termine con mi cordura. Para mi fortuna, no hizo nada.

- Tienes razón. Paisa debería de estar esperándome - Hizo un último y brusco movimiento de pelvis que, debido a lo rápido que fue, logró sacarme un gemido. Calle sonrió satisfecha ante esto para levantarse finalmente de mi regazo.

Genial, aquí vamos otra vez.

¿Solo Sexo? (cache gip) +18 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora