Capitulo 13

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La puerta sonó.

— Mierda — maldije en voz baja, separándome de Calle. Miré el reloj, las once con treinta y dos minutos. Joder, Camila y Lauren no pasan ni una.

— Poche, esto es un desastre — habló Calle. La miré y si, todo era un jodido desastre. Nuestras camisas y sujetadores sobre las encimeras y el piso, Calle sentada en la isla con las piernas abiertas con fluidos corporales de ambas sobre ella y la superficie donde se encontraba, algo de mi semen goteando de su intimidad y cayendo al suelo. Mierda, nunca me había corrido de tal manera.

— Límpialo, yo iré a abrir — dije colocándome mi pantalón y la puerta volvió a sonar.

— Joder, ¿Tú crees que puedo caminar luego de esto? — cuestionó bruscamente.

— Haz el intento, toma la pastilla — recordé mientras buscaba y me colocaba mi sujetador y camisa, la vi rodar las ojos y salí de la cocina mientras acomodaba un poco mi cabello, y trataba de no verme como si acabara de tener sexo.

Me acerqué a la puerta y puse la mano en la manilla, me quedé ahí un momento, intentado darle más tiempo a Calle de acomodarse pero me vi obligada a abrir cuando los insistentes golpes se hicieron más fuertes.

Acomodé una última vez mi cabello y abrí la puerta.

— ¡Hasta que abres! Llevamos aquí toda una jodida vida — exclamó Lauren en queja entrando con Camila detrás —. Si querían coger pudieron haber esperado a la noche — agregó y la miré con el ceño fruncido.

— Llevamos aquí mucho rato, queríamos llegar más temprano para ver dos películas antes de que te fueras a trabajar… dile a Calle que a la próxima no grite tanto, lo mismo contigo — habló Camila e inmediatamente sentí el calor en mi rostro. Sin mirarlas, cerré la puerta.

Calle salió de la cocina caminando con cierta dificultad, acomodando su camisa.

— ¿Puedes caminar aún? Parecías perra en celo — soltó Lauren bruscamente. Calle le dio una mirada confusa —. ¿Desde cuándo? ¿Y por qué no me lo dijiste? — la última pregunta la dirigió hacia mi.

— Espera, ¿De qué hablas?

Lauren soltó una risa sin gracia, fuerte — No lo sé, tal vez de que tú y María José estaban follando duro y gritaban como locas. ¿Qué pensarían los vecinos? — negó “decepcionada” —. ¿Están saliendo o-…

— ¿Qué? ¡No! No y no. Jamás saldría con ella — dije apuntando a Calle —. No hay nada profundo o lo que sea — Lauren me dio una mirada de sospecha y miró a Calle, quien miraba al suelo mientras estrujaba su pecho con su mano, cosa que me pareció rara.

— Bien, dejemos de lado esto y pongamos la película, ¿Bien? — habló la menor de las cuatro.

— Ustedes busquen — habló Calle —, yo-… — se quedó callada y tragó. Fruncí el ceño ante eso —. Buscaré algo, ya vuelvo — dedicó una débil sonrisa y se fue.

— ¿Usaron condón? — cuestionó Camila. Rodé los ojos.

— No, no lo usaron — respondió Lauren al ver mi reacción. Negué —. Se llamará Laurencita o Laurencito junior — dijo con una sonrisa.



Tomé mi cabello y lo amarré en el pequeño moño que siempre uso cuando voy a trabajar. Tomé mi delantal y lo amarré antes de empezar mi jornada.

Apenas me volteé, mi vista se fijó en una mesa donde se encontraba una linda chica rubia, de ojos grandes, que notó mi presencia y me dedicó una sonrisa que me hizo desviar la mirada con una sonrisa boba.

Caminé hacia ella intentando verme formal y no como una boba que solo quiere hablar con ella, lo cual soy pero no quiero aparentar.

— Tienes mesas con personas que llevan aquí más tiempo, y vos vienes hacia mi — dijo burlonamente. El calor subió a mi cara, llegando hasta mis orejas. Si que me vi como una desesperada.

Ignorando el infierno que había en mi cara de lo caliente que la sentía, aclaré mi garganta y hablé — ¿Qué desea?

— Una linda pelinegra con ojos verdes para cuando este lugar cierre — dijo apoyando sus codos en la mesa para posteriormente colocar su mentón en sus manos entrelazadas. Mi corazón latía jodidamente rápido.

Creo que en estos instantes, se podría cocinar algo en mi cara.

Su leve risa me hizo aclararme la garganta para luego volver a mi compostura. Mierda, no se que me pasa.

— Anotado — dije en modo de confirmación —. ¿Algo más?

— Un simple cappuccino, por favor — pidió. Anoté torpemente y a paso rápido me alejé de ahí.



El resto de mi turno lo podría resumir de la misma manera: volviéndome una estúpida cada que me encontraba cerca de Laura.

Se me hacía difícil concentrarme, incluso me llevé un par de regaños por parte de Juliana y la jefa. Y si esta última te regaña, el fin de tu trabajo está muy cerca.

Cada que atendía a los demás, mi vista terminaba pegada en Laura y esto hizo que entregara uno o dos pedidos incorrectos.

Mi rostro ardía, mi corazón latía, joder, Garzón. ¿Qué carajos te pasa?

Finalmente, mi turno terminó. Lo primero que hice fue suspirar sonoramente en alivio, necesitaba ir a casa y despejarme un poco, de la manera que ya saben.

Guardé mi delantal y solté mi cabello, suspirando tranquila hasta que esa voz me llama.

— ¡Ey flaca! ¡Falta un pedido! — llamó  y recordé; iba a salir con ella.

— ¡Ven a buscarlo! — dije yo esta vez y ella se levantó.

Saqué mi celular y abrí el chat de Calle, no quería interrupciones esta vez.

“Hey, estaré con Laura. ¿Si? Llegaré tarde. No llames, estaré bien.”

Tecleé y presioné el botón de enviar para guardar mi celular rápidamente.

— ¿Vamos? — dije esta vez a mi lado, su mentón casi apoyado sobre mi hombro. Instantáneamente me sentí nerviosa y sentí como mi rostro se volvía a calentar.

— Y-Yo… digo… si, si, vamos — me quise dar un golpe al darme cuenta de lo estupida que me vi tartamudeando. Laura solo rió levemente.

— Sos re tierna, María José.



Debido a la hora, no pudimos hacer muchas cosas, solo fuimos a la última función del cine.

Laura se pasó toda la película abrazada a mi brazo. No era de terror o algo así, simplemente lo hizo. Una extraña sensación se había plantado en mi estómago esa hora y media de película.

Luego nos dedicamos a pasear juntas por distintos lados, es verdaderamente divertido estar con ella. Es muy carismática, hermosa y graciosa. Nunca había sentido tal grado de comodidad con alguna chica. Me gustaba mucho estar así.

Por petición de ella, la acompañé a su casa, donde vive, según me contó, con Juan, uno de sus mejores amigos.

— Bien, hasta aquí llegué — comentó y yo sonreí —. Fue lindo pasar la tarde junto a ti, María José — dijo suavemente. Sonreí de manera boba, desviando la mirada —. ¿Creés que… — su sonrisa se esfumó para dar paso a un tono rojo en sus mejillas mientras miraba al suelo —…se pueda repetir?

Una extraña felicidad se plantó en mi, haciéndome sonreír bobamente.

— Claro, tú dime rana y yo salto — dije y ambas reímos.

— ¿Te parece mañana en la mañana? — asentí.

— Por supuesto — solté.

Hubo un silencio entre ambas, extrañamente cómodo. Por mero impulso, pasé un mechón de su cabello por detrás de su oreja, haciendo que ella me mirara.

Pareciera tener una lucha consigo misma antes de tomar repentinamente mi rostro para besar mis labios. Inconscientemente, correspondí casi al instante, sosteniendo su mejilla con mi mano.

Su sabor era uno totalmente nuevo, uno que jamás había probado, muy diferente al de Calle o cualquier chica que haya podido besar. Era tan única, y eso me gustaba.

Profundicé el beso, haciendo que Laura cediera por completo a mi. Rodeó mi cuello con sus brazos y yo tomé su cintura.

Finalmente, nos separamos.

Laura abrió los ojos en grande, como si se hubiera dado cuenta de algo.

Se separó de mi — Y-Yo, ¡lo siento! Fue… un impulso, yo no quería obligarte, yo-… — la callé tomando su rostro y volviéndola a besar.

¿Solo Sexo? (cache gip) +18 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora