Capitulo 11

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— Entonces. ¿Me acompañarás? — cuestionó acomodando su cabello.

— Es una puta farmacia, Calle. No necesitas que te acompañe — contesté desde la cama. Ella se volteó para mirarme y posó sus manos en su cintura.

— Pero yo quiero que lo hagas — discutió —. Vamos, gorda — un escalofrío me recorrió al escuchar ese apodo —. No iré si tú no vas. No quieres que quede embarazada. ¿O si? — siguió argumentando. Rodé los ojos.

— ¿No crees que ya es tarde para decir eso? — cuestioné. Ahora era ella quien rodaba los ojos.

Caminó hacia donde me encontraba y levantó la sábana para meterse en la cama debajo de esta y acercarse a mi.

— Aún así hay que hacerlo — dijo —. Vamos, nada cuesta — insistió, recostándose de costado al igual que yo para quedar frente a frente.

— Bien, te acompañaré. Pero mañana es domingo — recordé.

— ¿Y?

— Que la mayoría de farmacias están cerradas los domingos — dije. Se acurrucó en mi pecho, apoyando su cabeza en este. Como impulso por la posición, apoyé mi mentón en su cabeza y rodeé su cintura con mi brazo.

— ¿Y? — repitió —. Debe haber alguna abierta. Además, si no las hay, podemos esperar el lunes y listo.

— Calle, hoy lo hicimos prácticamente todo el día. ¿Qué nos detiene de hacerlo mañana también?

— ¿A que quieres llegar?

— Que vas a salir embarazada antes del lunes si no empiezas algún tratamiento ya — dije. Escuché una risita de su parte antes de que se acurrucara bien en mi pecho, abrazando mi torso.

— ¿Y por qué un tratamiento? ¿Por qué no condones? — hice una mueca.

— No me gustan — contesté.

— ¿Por qué? — cuestionó con un tono divertido.

— Son incómodos y restrictivos. Siento que mi pene se sofoca —confesé aún con esa mueca. Ella soltó una risa.

— Pero son más seguros.

— Vas a comenzar un tratamiento y no vas a comprar condones. Punto — dije lo más seria que pude. Ella volvió a reír.

— ¿Y si los compro? — cuestionó burlonamente.

Me encogí de hombros — No los voy a usar.

— No te voy a dejar follarme entonces.

— Si, si. Como si te fueras a resistir — dije ya con un tono más divertido.

— Sabes que puedo — dijo en un tono superior.

— Igual, sabes que te gusta así. No me puedes engañar, Calle — solté.

— Bueno, en eso tienes razón — ambas reímos.

Sinceramente, esto nos había unido más, tal vez no sea de la mejor manera, pero hace las cosas más cómodas con Calle.

Tal vez esto mejore mi estadía aquí. Si, al parecer tener sexo hasta el cansancio todo el día era lo que mejoraría todo aquí.

Tras unos minutos de silencio donde intentamos dormir, Calle habló en un tono bajo.

— ¿Poche? — solté un ‘uhm’ que la hizo continuar —. Hay una cosa — su tono era serio, lo cual me hacía saber que lo que sea que iba a decir, no iba a ser broma.

— ¿Cuál? — cuestioné curiosa.

— Poche, más allá de todo esto. Eres mi amiga — sentí como dijo esto último con dificultad, aunque creo que solo son cosas mías —. Y yo… no quiero que esto dependa de sexo — fruncí el ceño.

— ¿Qué quieres decir? — pregunté. Ella suspiró, su cálido aliento pasando entre mis pechos me provocó un escalofrío.

— Sabes… no seremos compañeras para siempre — dijo, asentí levemente —. Te vas a enamorar algún día y no vas a querer seguir haciendo esto — inconscientemente, la apreté más contra mi —. Es normal. Vas a tener una pareja y no vas a querer más que yo te provoque ni querrás vivir conmigo. Pero No quiero que la falta de esto haga que cambiemos y que de repente nos alejemos. ¿Sabes? Te tengo cariño — dijo y cuando creí que había terminado de hablar, volvió a decir algo —. No quiero perderte… — dijo apenas en un susurro que logré oír.

Sabía a lo que se refería. También considero a Calle como una gran amiga,  y esto ha marcado mucho nuestra extraña relación.

Tampoco quiero que por una tercera persona nos alejemos. Tampoco quiero que dependamos de esto.

— Eso no va a pasar — murmuré —. También te tengo bastante aprecio, Calle. Aunque casi siempre me saques de quicio — dije y ambas reímos levemente —. Si algún día me llego a enamorar de alguien, no me alejaré de ti. Así esto ya no lo podamos hacer — Desenterró su rostro de mi pecho, haciendo que ambas nos miráramos de frente a frente.

— ¿Lo prometes?

Sonreí levemente y junté mis labios con los de ella en un tierno y rápido beso — Lo prometo.



Calle seguía adentro mientras yo la esperaba afuera del lugar. No entiendo porqué tanta insistencia para luego hacerme esperar afuera.

Miré a los alrededores, estábamos en una farmacia de centro comercial Gracias a que la mayoría, como predije, estaban cerradas.

— ¿María José? — una voz conocida me llama. Me volteé hacia donde venía, encontrándome con la chica argentina de la cafetería. Laura, creo —. Sos María José. ¿No? Matame sino es así — dijo divertida con una sonrisa.

— ¿Laura? — ella sonrió.

— Qué lindo volverte a ver — dijo aún con esa sonrisa que se me contagió —. ¿Ey, si te pinta pasar un rato conmigo por acá? — cuestionó tímidamente.

— Así, no hay problema — hablé casi de inmediato, casi ni me dio tiempo de medir mis palabras.

— Poche, compré los-… — Calle salió y se quedó callada inmediatamente al ver a Laura. Me dio una mirada confusa y volvió a mirar hacia la otra. Su ceño se frunció —. ¿Quién eres? — preguntó y yo fruncí el ceño ante lo brusco que sonó aquello.

— Calle, ella es Laura. La conocí en uno de mis turnos en la cafetería — informé. Laura estiró su mano para saludar, la cual Calle no correspondió.

— Un gusto, Calle — sonrió.

— Igualmente, Laura — dijo —. Poche. ¿Nos vamos? — habló hacia mi.

— Oh, Calle… puedes adelantarte — le dije y miré a Laura con una sonrisa que ella me correspondió. Calle nos dio una mirada, indescifrable para mi —. Estaré con Laura un rato. No hay problema, ¿o si? — dirigí mi mirada hacia mi compañera quien miraba al suelo.

Con una voz suave y una leve sonrisa me miró y habló — No, tranquila. Te esperaré en casa — dicho esto, se alejó a paso rápido.

— ¿Vos, donde te gustaría ir? — cuestionó Laura.

— Donde tu quieras ir — ambas sonreímos.



Estuve toda la tarde junto a Laura. Era verdaderamente agradable.

Primero la pasamos caminando por distintos lugares mientras hablábamos y con tan solo saber que también es fanática de los videojuegos solo hizo que quisiera pasar más tiempo con ella. Incluso fuimos a un arcade juntas. Sin darme cuenta, había pasado prácticamente todo el día.

Entré al departamento a paso lento y calmada. Calle estaba en el sofá, sus pies descalzos apoyados en este con sus rodillas pegadas a su pecho mientras sus brazos abrazaban sus piernas y su mentón estaba apoyado sobre sus rodillas. Su vista estaba pegada al televisor. No había notado mi presencia aún.

Me apoyé en el espaldar del sofá, haciendo que nuestros rostros quedaran uno al lado del otro. Ella volteó levemente y de repente se alejó de mi, arrastrándose hasta la otra punta del mueble. Solté una leve risa.

— ¡Idiota! — estrujó su ojo. Cosa que me pareció algo extraño —. ¡Me asustaste! ¡¿Qué te pasa por la cabeza?!

— Que dramática — dije rodando los ojos divertida. Rodeé el mueble y me senté en este.

Ella se acercó a mi. Sus ojos estaban levemente rojos. Creo que simplemente está cansada. ¿Por qué? No lo sé.

— Oye, no… me dijiste que tardarías tanto — dijo, desviando la mirada.

— Oh, lo siento. La pasamos bien, perdí la noción del tiempo — dije con una leve sonrisa al recordar las duras partidas que tuvimos ambas — Miró al suelo y luego volvió a levantar la mirada —. Oye, ¿por qué me hiciste esperar afuera?

Soltó una sonrisa que no llegó a su mirar — Compré condones — dijo y yo negué divertida.

— Eres una idiota — ella rió levemente y se acercó a mi.

— Quiero ver si las pastillas funcionan — dicho esto, juntó sus labios con los míos.

¿Solo Sexo? (cache gip) +18 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora