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—No soy yo el que está loco —dijo Zon.

—¿No? —Con impaciencia, SaiFah señaló la ventana del cuarto de estar con un movimiento de cabeza—. Echa un vistazo ahí fuera.

Zon así lo hizo, y vio un taxi a punto de estrellarse contra un autobús cuando éste se detuvo delante de la parada. La intensidad de la nevada la sorprendió, al igual que el viento que azotaba. Casi no podía ver el edifico que había en frente del de SaiFah, al otro lado de la calle.

Después de retirarle el pelo de la frente a su hija y de sonreírle, Zon le dijo a SaiFah:

—¿Qué sugieres? ¿Que nos quedemos aquí?

—¿Te parece una idea tan descabellada? — inquirió SaiFah—. Éste es un sofá cama. Tú y tu hija podéis dormir aquí. No has aparcado en doble fila, ¿verdad?

—No, no quiero otra multa —le informó Zon alarmado.

—Bueno, pues ya está arreglado. Ustedes dos se quedan aquí. — finalizo SaiFah con una sonrisa.

Zon empequeñeció los ojos observándolo con escrutinio.

—No me gusta que me den órdenes SaiFah.

—Ni a mí —SaiFah le sonrió traviesamente—, pero me has dado órdenes a diestro y siniestro, así que ahora Mi Zon ya sabes lo desagradable que es.

—papi, has dicho que no íbamos a estar aquí mucho —declaró Zol impidiendo la respuesta de Zon—. Hugs quiere volver a casa.

—Ya sé que Hugs quiere volver a casa, cielo —dijo Zon acariciando las mejillas de su hija—. ¿pero has visto cómo nieva? Creo que es mejor que nos quedemos aquí.

—Quiero ir a casa. —dijo Zol haciendo berrinche.

—¿Te gusta la pizza? —Le preguntó SaiFah a Zol de repente—. He pedido una pizza y me la van a traer ahora, y es una grande.

SaiFah había pensado compartirla con sus cinco amigos.

—Y tengo televisión por cable, así que estoy seguro de que habrá un buen programa para niños.

SaiFah se sentó en el sofá y agarró el mando a distancia con el aire de un hombre cuya vida dependiera de eso.

El destino se apiadó de él, porque SaiFah encontró rápidamente un canal con uno de los programas preferidos de zol, lo que distrajo a la niña lo suficiente para que Zon pudiera quitarle el abrigo y las botas sin que formara un escándalo. Pero aún así se pegó a Zon como una lapa, incluso la siguió a la ventana cuando fue a cerrarla.

La situación mejoró, tal y como esperaba SaiFah, cuando llegó la pizza. Y la caja de helados de chocolate y menta fue un éxito con zol, lo que le dio a SaiFah una falsa sensación de seguridad.

El informe meteorológico anunció tormentas de nieve en todo el norte de Bangkook y los vientos de más de sesenta kilómetros por hora.

Zol no volvió a protestar hasta que no llegó la hora de acostarse. Se aferró a su padre con una mano y al oso de peluche con la otra.

—Ya no quiero estar aquí. —protesto de repente—. ¡Vámonos a casa!

—No podemos, cariño. — explico Zon con cariño—. Está nevando mucho. Es mejor que pasemos la noche aquí. Después, mañana por la mañana, volveremos a casa y haremos un muñeco de nieve y Hugs nos ayudará.

—Hugs no quiere ayudar. — protesto con una mueca—. Queremos ir a casa.

—No podemos Zol —dijo Zon exasperado—. Tenemos que quedarnos aquí.

WHY RU- (Mii2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora