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En el momento en que pronunció esas palabras, SaiFah se dio cuenta de que ya no podía echarse atrás. Pero lo más sorprendente era que tampoco quería hacerlo.

Quería crear un lazo de unión con Zon que nada pudiera romperlo. Quería ser quien le secara las lágrimas. Y lo quería en su cama con tal intensidad que temía perder la vida de aflicción si no lo conseguía.

Zon lo miró atónito.

—¿Qué quieres decir? —pregunto dudoso.

—Zee te ha dicho que hay más posibilidades de que le den la custodia a él porque está casado, ¿no?

—Sí. —respondió Zon lentamente.

—Bueno, pues tú puedes cambiar eso. Cásate conmigo. —finalizo SaiFah con determinación.

Zon se quedó boquiabierto.

—¿Tienes fiebre? —cuestiono escéptico.

—Ardo desde que te conozco, pero no tengo fiebre ni estoy delirando. —admitió SaiFah.

—¿Que me case contigo? —Repitió Zon sacudiendo la cabeza—. No me parece el tipo de broma apropiado...

—No es una broma Zon.

—Pero... ¿por qué? ¿Por qué ibas tú a querer casarte conmigo? —reprocho—. Quiero decir que... ni siquiera hemos estado saliendo juntos, y mucho menos...

—A eso de salir juntos se le da demasiada importancia. —interpuso SaiFah—. De todos modos, ¿qué te parece el día de San Valentín?

—¿Que qué me parece?

—Sí, para tener nuestra primera cita Zon. —si Zon quería que salieran juntos, saldrían juntos.

Y también podía darle pasión... pero no amor. SaiFah no podía dar amor. Pero Zon no buscaba amor, no lo necesitaba. Lo que Zon necesitaba era un esposo. Lo necesitaba a él. Y SaiFah se lo demostraría.

—Podríamos salir a cenar. —añadió SaiFah

—San Valentín es dentro de dos días, nos resultará imposible reservar una mesa en un restaurante siendo ya tan tarde. —recordó Zon.

—Un amigo mío ha abierto un restaurante nuevo que es fantástico, y me debe un favor, así que conseguiremos mesa. ¿Qué te parece? —insistió.

—Que estás loco. —exclamo Zon riendo.

—Habló totalmente en serio.

—No eres el tipo de hombre que quiera comprometerse de por vida... ¿por qué me has propuesto el matrimonio? —quiso saber.

—Ya lo discutiremos mientras cenamos en el restaurante.

Dos días más tarde, Zon se había convencido a sí mismo de que había imaginado la proposición de matrimonio de SaiFah. La carta que había recibido del abogado de Zee lo tenía obsesionado.

—Zee ha llegado a decirme prácticamente que tiene a un par de jueces en el bolsillo. —le dijo Zon a Lisa, su abogada—. Además, esto es Bangkook, no sería la primera vez que compran a un juez.

—Que no te entre el pánico; por lo menos, todavía no, ¿de acuerdo? Como sabes, Zee basa su petición en que sus circunstancias personales han cambiado. —le respondió la abogada detrás de la línea.

—¡Lo único que ha cambiado es que ahora tiene una esposa rica que no puede tener hijos! —contestó Zon.

—El hecho de que no ha ido a visitar a Zol con mucha frecuencia, despreciando el derecho que tiene de hacerlo, haría que un juez, en circunstancias normales, desechase su petición. Pero como tú bien has dicho, sus suegros son gente influyente y será mejor que no los subestimemos. En general, el tribunal tiene tendencia a darle la custodia a la persona que lo mantuvo en el vientre y aún más si esa persona quien cuida fundamentalmente de la niña y no es culpable de comportamiento irresponsable.

WHY RU- (Mii2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora