¡Estas loco!

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Julia - ¡Isabela! –comentó sorprendida al ver la escena, Isabela se separó del beso aturdida, observó a su madre la cuál tenía una enorme sonrisa, posteriormente le dio una mirada a él, para darse cuenta como de nuevo tenía esa rudeza en su rostro-
Isabela – yo me voy –pasó al lado de su madre intentando ponerle orden a su cabeza-
Julia - ¡no! ¿Cómo que te vas?-le dio una sonrisa a Rigoberto para posteriormente salir del despacho-

Isabela caminaba de prisa, no quería hablar con nadie y mucho menos con su madre, sabía el interrogatorio que le haría, y no sabía que iba a responder, aun ella no sabía ni lo que había pasado en ese despacho.

Julia – ey Isabela, ¡detente! Por dios, deja de caminar tan de prisa –su hija entró a la cocina- ahora sí… -la tomó del brazo pero guardó silencio cuando observó a todos en el lugar-
Germán - ¿qué pasa? –Isabela observó a su padre, se veía afligida y sus ojos la delataban que había estado llorando-
Julia – que tú hija se quiere ir –intentó ayudar a su hija, no era momento aún para que su padre se enterara de su plan-
Germán – y ¿por eso estás así? –Acarició el rostro de su hija, ella sin poder decir nada más se abrazó a su padre rompiendo en llanto, Mary y Panchita se observaron- mi vida –la separó del abrazo- te juro que voy a estar bien
Isabela – yo lo sé –intentó controlarse- es sólo que me duele alejarme de ti –una vez más se abrazó a su padre, rompiendo en llanto-
Julia – mi amor –acarició el cabello de su hija, mientras observaba a Rigoberto en la puerta de la cocina- no te vayas
Isabela – no pienso discutir contigo, tengo unas pasarelas, y unos contratos que cumplir, yo no debo estar aquí –observó a su padre, le acarició el rostro- prométeme que vas a estar bien y que cualquier cosa que necesites me llamaras –su padre le dio una ligera sonrisa-
Germán – yo debería decir esas palabras mi amor
Isabela – no te imaginas cuanto te amo –se abrazó una vez más a su padre- y cuanto me duele lo que pasó, pero no por lo material sino por ti
Germán – vamos a estar bien ¿sí? –Ella asintió, mientras su padre le limpiaba las lágrimas- ahora ve y haz tu vida, sabes que no hay nada más en este mundo que me haga feliz como el que tú estés bien –una vez más se abrazaron- prométeme que siempre pase lo que pase, tú lucharas por tú felicidad –ella asintió-
Isabela – te lo prometo, ahora me voy
Julia – no, es que los veo y…
Germán - ¡basta Julia!
Isabela – lo siento mamá –la observó con pena, intentó acercarse pero ella se giró molesta-
Germán – no le hagas caso mi amor, ya se le pasará
Isabela – eso espero –observó a Rigoberto por un instante y desvió su mirada para ver a Mary y Panchita- gracias por todo –las dos mujeres le dieron una sonrisa, Germán la guío hasta la camioneta-

Rigoberto salió detrás de ellos, observó a lo lejos cómo Germán e Isabela se despedían y como ella se marchaba y sintió un fuerte dolor en su pecho, se sentía frustrado pero no sabía si por dejarla ir, o por sentir eso que sentía por esa rubia cuando solo debía odiarla.

Mary – impresionante la escena de Julia e Isabela –se colocó al lado de su hermano-
Rigoberto – esa mujer –no perdía de vista la camioneta en la que Isabela se iba- me desconcierta –Mary sonrió-
Mary – si la vez en redes sociales es frívola, fría y calculadora, pero si la conoces parece que no es nada de eso
Rigoberto – ahora lo siguiente ya que ella se fue, es sacar a Julia y Germán de la habitación –Mary lo observó sorprendido-
Mary - ¿cómo dices?
Rigoberto – necesito, que acondiciones una de las cabañas de empleados para ellos
Mary - ¡estás loco! –lo observó sorprendido, él negó-
Rigoberto – esto apenas comienza Mary –ahora fue ella la que negó-

Días después que Isabela se fuera de la hacienda, las cosas iban tomando su rumbo, Rigoberto estaba dejando su alma en esa hacienda, Germán también se esforzaba el doble, levantar esa hacienda se había convertido en un reto personal, de alguna manera intentaba salir del bache que su actual situación económica lo había metido, aunque la actitud de Julia no lo ayudaba mucho, todos los días era los mismos reproches, no soportaba vivir sin dinero, no quería ni salir a la calle por vergüenza al qué dirán, creía que ya a esas alturas todo Ichamal sabía su desgracia.
Esa tarde la cabaña en donde se tendrían que instalar Julia y Germán ya estaba lista, Mary junto a su abuela se habían encargado que los trabajadores la dejaran impecable, y es que aunque la orden de Rigoberto solo había sido limpiarla, sabía que para Germán pero sobre todo para Julia pasar de vivir en la casa grande a una simple cabaña para peones no sería fácil.
Julia entró al despacho observando cómo en este ya se encontraba Rigoberto, Mary, Panchita y Germán, observó a su esposo intentando descubrir que era lo que hacían ahí, pero se dio cuenta que él tampoco lo sabía.

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