XXXV. Todo por amor

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La roedora se hallaba en ese extraño panorama por segunda vez. Desconcertada y hasta asustada. Buscaba con la mirada a la coneja, nada. "Hanna Honey, buenos días." Escuchó su nombre ser pronunciado por una voz gruesa y distorsionada. Fue ahí cuando un ser de aspecto delgado, casi huesudo, vestido de morado sucio, y con una especie de saco en la cabeza atada a su cuello con una soga, se manifestó frente a ella. Quizá mediría unos dos metros, quizá. A ella se le detuvo el corazón un segundo de la impresión.

Hanna: ¿Who are you? ¿¡Tú estás haciendo todo esto!? — retrocedió y le enseñó los dientes al sentirse amenazada apretando su mandíbula.

TIO: Me presento, me puedes llamar "La insolencia". No necesitas presentarte, sé todo sobre ti, todo. — aseguró mientras se paseaba alrededor de la hámster como un tiburón acechando a su presa.

Hanna: ¿Qué sabes tú de mí? ¿Qué quieres de mí? — tener a la entidad rondándola hacía que todo su cuerpo gritara por salir corriendo. — Tú debes ser quien estuvo atormentando a Pony y a Bunny.

TIO: ¿Qué se yo de ti? —sonrió burlón. — Que deberías estar muerta, debiste haber muerto en la casa de los Piggy. Eres una muerta viviente.

Hanna: ¿Yo? ¿Muerta? —retrocedió unos pasos alterada y frunciendo el ceño.

TIO: Te han atacado más de siete veces y no te has infectado. ¿Nunca te has detenido a pensarlo? ¡Deberías estar sin vida! —mostró impaciencia.

Hanna: ¡No sé de qué me hablas!

TIO: Eres inmune a la infección.

Ni una palabra más salió de su boca. Repasó en su memoria cada situación en la que un infectado la atacó y finalmente pudo comprobar que efectivamente era inmune al virus.

TIO: No se trata de lo que yo quiera, Honey, sino de lo que puedo hacer por ti a cambio de un pequeño favor. —al pasar detrás de ella le tocó las orejas y luego volvió frente a ella. — No conoces ni una gota del potencial que tienes.

Hanna: ¡Nada de lo que digas me hará hacer algún pacto asqueroso con alguien como tú! Sé que no eres ningún santo, sé que te gusta atormentar animales, y sé que tú eres el responsable de todo esto.

La entidad no respondió, la visión de ella se nubló y en un abrir y cerrar de ojos ella se encontraba en un plano vacío, enteramente blanco en su totalidad, con la persona que más amaba en el mundo a pocos metros de ella.

Hanna: ¿¡Ra-Rayan!? — pestañeó varias veces seguidas boquiabierta pensando que estaba alucinando.

Tenía al detective en frente, se veía un poco distinto desde la última vez que lo había visto. Ahora tenía más músculos y unas cuantas cicatrices, sus rubios cabellos se veían desordenados y descuidados, pero su tierna mirada aún prevalecía intacta. Un viejo sentimiento le aceleró el corazón congelado por tanto sufrimiento. El conejo aceleró hasta ella y se aferró con sus brazos alrededor de su cintura escondiendo su rostro en el tórax de ella. Ella aún no se movía, su cerebro no procesaba que sucedía.

Rayan: ¿Eres tú? Si estoy soñando, que no me despierten jamás. — pasó sus manos por las caderas de la ojirosa.

Ella extendió su mano derecha hasta su cabeza y acarició su desordenado cabello lentamente entrelazando sus dedos entre las hebras. Él alzó la mirada encontrándose con los ojos melancólicos de la contraria.

¿No es lo que quieres?

Puso sus manos debajo de su mandíbula y lo acercó hasta su rostro quedando frente a frente. El beso que se dieron fue necesitado y desesperado. Ambos buscaban inquietamente los labios del contrario.

Infected Love: el principio del fin [Roblox Piggy AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora