young and beautiful | martuli. (TERMINADA)

XIII

Canción: "Orphans of the storm" by Adrián Johnston

Lourdes se mantiene chequeando su celular.

Lo que es irónico, porque Martina está haciendo exactamente lo contrario-ha apagado su teléfono.

Por temor a las llamadas incesantes de su madre. Y porque pudo o no, haber estado tentada a responder.

Pero sólo para detener su incesante sonido.

Están yendo por un camino rural en el coche antiguo (cosa que confundió a Martina: "¿Este coche no es de Brisa?" "Lo compartimos," Lourdes había dicho simplemente, y se dio la vuelta sin pronunciar una palabra más), después de haber dejado de largo su pequeña ciudad, y tampoco ha dicho una palabra desde que Martina acordó seguirla. Y Martina, tal vez, está por entrar en pánico, pero ha mantenido su mierda junta mientras está sentada en el asiento del acompañante tratando de averiguar qué carajo está pasando. ¿Y por qué mierda estuvo de acuerdo en hacer esto?

Está a punto de atardecer, el cielo sin nubes teñido de matices cítricos y las flores de las madreselvas y las plantas de algodón absorben el aire fresco. Lourdes y Martina van acompañadas de un silencio ventoso, sus cuerpos bañados en luz ámbar mientras la brisa les alborota el cabello y les besa la piel. La luz del sol y los árboles se deslizan hacia el horizonte formando franjas, mientras ellas vuelan por el camino. Martina tamborilea sus dedos en la puerta, en sus muslos, en todas partes, rebotando sus pies mientras arrastra sus ojos obstinadamente curiosos hacia Lourdes de vez en cuando, secretamente desesperada por una explicación o algo que la tranquilice. Pero hace todo lo posible por no mirarla plenamente, y vuelve la cabeza en sentido contrario, pretendiendo observar el borroso paisaje.

Pero está muy consciente de Lourdes y todos sus movimientos.

Lourdes.

Lourdes con el ceño fruncido, que no parpadea mientras sus ondas suaves le azotan la cara, con los labios endurecidos en una línea apretada. Lourdes, que está mirando a su teléfono cada dos minutos, con su cara desprovista de emoción, menos por su ceño fruncido y tensión. Lourdes, que estaba de un insoportable humor de mierda e hizo al mundo tronar antes de llevar a Martina a un lugar seguro, sin ton ni son.

Bien. Espera que sea seguro. Todavía existe esa inminente posibilidad de que la asesine.

Ha estado conduciendo durante diez minutos y Martina no puede dejar de jugar con el agujero de sus pantalones vaqueros.

Diez minutos enteros.

Y Lourdes aún no le ha dicho a dónde van.

Y Martina es una persona muy, muy curiosa.

"Está bien. Necesito saber," finalmente estalla, volviéndose hacia Lourdes, cuyas cejas están juntas y sus ojos fijos en la carretera. "¿A dónde vamos?"

"A un lugar."

"Eso no cuenta como respuesta," dice Martina enfadada, rodando los ojos. "Y ya puedes parar con esa actitud. Tengo derecho a saber." Hace una pausa. "Podrías estar llevándome a algún lugar para matarme." Mira la reacción de Lourdes de cerca.

"Yo no te mataría," dice Lourdes, sonando como si se trata de la idea más ridícula del mundo. "Sería complicado."

Oh wow.

Las cejas de Martina se disparan hacia arriba. "¡Oh! ¡Mi error! Podrías estar llevándome a algún lugar para hacer que alguien más me mate, entonces."

Y Lourdes guarda silencio ante eso.

Y eso es, tal vez, un poco preocupante.

Tratando de lidiar con su malestar (no cree que alguna vez haya estado en una situación más incómoda en su vida) Martina juega con la radio que se ve totalmente en desacuerdo con el anticuado vehículo, siendo honesta. Sintoniza la primera estación que se le ocurre.