Cuatro. El comienzo IV.

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El día de la Convergencia Armónica había llegado

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El día de la Convergencia Armónica había llegado.

Wan, Li, Raava y Chúndù viajaron a través del portal al mundo de los espíritus.

—Aquí es. —dijo Raava. —Aquí es donde Vaatu peleara contra nosotros una vez más. —

Después de unos minutos Vaatu surgió del portal.

—Están listos para nuestra batalla final, Raava, Chúndù. —dijo Vaatu. —Gracias a que nuestro amigo nos separó, creo que me desharé de ustedes de una vez por todas. —

—Antes de pelear con ellos tendrás que hacerlo con nosotros. —dijo Wan dando un paso adelante junto con Li.

Vaatu se rio.

—Ningún humano puede luchar contra mí. —

—No has escuchado las leyendas... —comenzó Wan.

—...Ya no somos como todos los humanos. —termino Li.

Juntos comenzaron a luchar. Wan utilizo fuego control, mientras que Li utilizo agua. Entre los dos comenzaron a luchar contra él, pero solamente eran humanos, no eran rivales para la entidad oscura.

Como último recurso Wan y Li, le pidieron a Raava y a Chúndù que se unieran a ellos.

—¡Raava, Chúndù, la única forma de ganar es juntos! —grito Wan desde el suelo.

Raava y Chúndù se unieron a ellos. Eso hizo que Wan y Li sintiera un mayor poder y dominio de los elementos que portaban. Pero entre más tiempo pasaban los espíritus en el cuerpo de los humanos mayor era la probabilidad que estos murieran.

Pero Wan y Li no se dieron por vencidos, siguieron luchando contra Vaatu. Lanzándole chorros de agua, corrientes de aire, grandes rocas y llamaradas de fuego.

De un momento a otro Wan y Li se sintieron debilites.

—Debemos dejarlos. —dijo Chúndù.

—Si permanecemos más tiempo dentro de ustedes morirán. —dijo esta vez Raava.

—Eso no importa. —susurro Li entre dientes.

—Si nos dejan ahora Vaatu va a destruir todo. —dijo de igual forma Wan. —¡Tenemos que terminar esto juntos! —

Se lanzaron de nuevo a la pelea logrando golpear de vez en cuando a Vaatu pero este los atrapo y los lanzo cerca del portal, fue hacia ellos y los sostuvo cerca de él.

—La Convergencia Armónica está por comenzar. —dijo el espíritu oscuro. —La era de Raava y Chúndù ha terminado. —

Los portales del norte y del sur se unieron formando un arco e iniciando la convergencia.

Vaatu comenzó a brillar.

Por otro lado Wan y Li vieron como Raava y Chúndù dentro de ellos también brillaban. Li vio como Wan estiraba el brazo hasta tocar el portar del sur y lo imito. Eso hizo que Raava se uniera permanentemente a Wan y que Chúndù se uniera permanentemente a Li. Dando el nacimiento del primer Avatar, a la primera Ānníng y a los primeros ciclos de reencarnación.

Wan y Li combinaron su nueva fuerza y encerraron a Vaatu en una jaula elemental. Lo encerraron en el hueco de un árbol en el mundo de los espíritus y después cerraron el portal espiritual del norte con el fin de evitar que cualquier ser humano entre físicamente en ese mundo y dejara al espíritu oscuro en libertad.

Guiaron a los espíritus del mundo físico a el mundo espiritual y juntos cerraron el portal del sur, no sin antes decirles a los espíritus:

—Les enseñaremos a los humanos a respetarlos y así poder mantener el equilibrio. —dijo Li.

—Nosotros seremos el puente entre los dos mundos. —dijo Wan antes de que cerraran el portal del sur.

Los leones tortuga al ver el cambio en el que iba a entrar el mundo decidieron ya no dar más el poder de los elementos a los humanos.

Con el paso del tiempo Wan y Li trataron de mantener el equilibrio del mundo. Pidiendo a los diferentes grupos de personas a vivir y coexistir de forma pacífica. Pero como siempre las guerras entre humanos nunca se acaban.

Años después.

Wan y Li, los cuales ya eran unos ancianos se encontraban moribundos entre los escombros de una guerra agarrados de la mano.

—Lo sentimos, Raava y Chúndù. —se disculpó Wan. —Les hemos fallado en traer la paz. —

—Incluso con Vaatu encerrado la oscuridad aún sigue rondando a la humanidad. —apenas pudo decir Li.

—No tuvimos suficiente tiempo. —

—No se preocupen estaremos juntos en todas sus vidas futuras. —dijo Raava.

—Nunca nos rendiremos. —dijo Chúndù.

—Nos vemos en la siguiente vida, amor mío. —

Eso fue lo último que dijo Li y lo último que escucho Wan antes de dar su último suspiro. Sus espíritus dejaron sus cuerpos para ser reencarnados y comenzar así los ciclos del Avatar y del Ānníng.

 Sus espíritus dejaron sus cuerpos para ser reencarnados y comenzar así los ciclos del Avatar y del Ānníng

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