Diecisiete. El cañón de la muerte.

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Estaba recolectando algo de leña junto con Katara para poder hacer la fogata

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Estaba recolectando algo de leña junto con Katara para poder hacer la fogata. Habíamos decidido descansar cerca del cañón de la muerte, y como siempre nos habíamos divididos las tareas.

—¿No crees que se te olvida algo? —le pregunto Katara a Sokka cuando llegamos cerca de donde estaba levantando la tienda.

—Claro, lo tengo. —tomo la lona y la tiro adentro de la tienda.

Dejé la leña que había recolectado en el suelo y fui a buscar a Aang para ayudarlo a recolectar algo de comida.

Lo encontré cerca de unos arbustos de moras.

—¿Necesitas ayuda? —le pregunte.

Me dio una sonrisa y asintió.

Extendí las manos y fui tomando las moras y diferentes frutas que tenía en la mano.

—Bueno...—

—Bueno...—dijimos al mismo tiempo.

Soltamos un risita.

—Tu primero. —dije.

—Eh...bueno...los monjes me contaron que somos algo así como... almas gemelas. —dijo rascándose la nuca nervioso.

—Oh...si también me lo dijeron. Y... ¿Qué piensas sobre eso? —pregunte.

—Me agrada la idea de las almas gemelas. —dijo. —No sé si también te pasa a ti pero siento como una conexión, algo que...—

—¿Nos une? —el asintió. —Si yo también lo siento, es como si desde que te conocí una cuerda nos unirá y nos jalará el uno hacia el otro. —

—Exactamente eso siento. —sonrió. —¿Entonces? ¿Qué deberíamos de hacer? —

—Lo mejor sería, ir de poco a poco. —dije. —Ya luego sabremos qué hacer y como seguir con esta...eh... ¿Relación? —

—Si, eso sería lo mejor. —

Después de un rato y con las manos llenas de frutas decidimos regresar.

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