Capítulo 3

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Al final acabé por dormirme, al principio estaba tan en shock que no podía creérmelo, y me frotaba los ojos y me pellizcaba seguido, pero luego me di cuenta de que no era un sueño, esto es real, y ahora muchas dudas rondan mi cabeza.

Dormí bien, no mentiré sobre ello, pero después de lo extraño que fue el día de ayer mi cabeza necesita un descanso o acabará explotando.

En esta familia hay una regla básica que todo el mundo debe conocer para mantener la armonía y espantar al caos, mientras se desayuna no se habla, lo único que se puede escuchar es el ruido de las cucharas al tocar con las tazas. Y la verdad es que doy gracias a esa regla, porque si no ahora mismo estaría de muy mal humor, no es que me levante cabreada, pero es que no encontrarle una explicación lógica a todo lo que pasó ayer está haciendo que mi mente se replantee muy seriamente si todo lo que veo es real, puede que tenga alucinaciones o algo, eso no explicaría lo del vídeo, pero por ahora es con lo que me quedo.

Mi madre se levanta y mi padre con ella, recogen todas sus cosas y mi madre va a darse una ducha, mientras que mi padre va a cambiarse, dice que hoy ha quedado con el padre de los chicos para ir con él y su hijo a dar una vuelta en la canoa, y me pregunta si les quiero acompañar, yo niego con la cabeza y le doy las gracias, la verdad es que hoy solo quiero tirarme en la hamaca a leer un rato o ponerme a dibujar con mi madre.

Mi madre sale de la ducha ya preparada para hacer cosas, me manda levantarme y recoger todo lo que haya dejado por ahí, yo le gruño pero acabo cediendo bajo amenaza por su parte. Mi padre sale ya cambiado también y se despide de nosotras, va a ir a ayudar a los vecinos que tienen un problema con el agua caliente. Cuando acabo de recoger todo me meto corriendo al baño, ahora me toca a mí ducharme. Me voy sacando la ropa y me doy cuenta de algo, aún tengo el colgante puesto, me había olvidado completamente de él, dudo de si quitármelo para ducharme pero acabo dejándomelo puesto. La verdad es que una vez debajo de la ducha intento alargar todo lo posible el tiempo, pero contando con que no nos queremos quedar sin agua caliente el tiempo que estemos aquí acabo saliendo rápido y vistiéndome como Flash para que no me coja el frío.

Me visto unos vaqueros sueltos, una camiseta de manga larga negra, mis botas de montaña y cojo mi chaqueta. En cuanto me dispongo a salir por la puerta siento que hace un poco más de frío que ayer, aunque estemos en verano esta zona es bastante fresca, y hasta que no pega bien el sol sobre medio día y la tarde hace bastante frío, así que doy media vuelta y cojo mi gorro también, y esta vez antes de salir por la puerta es mi madre quién me frena.

-¿De dónde has sacado eso?- Pregunta señalando el colgante, no me había dado cuenta de que con las prisas al vestirme me había quedado por fuera de la ropa.

-Lo encontré.- Le respondo.

-¿Dónde Sofía?- Insiste esta, de verdad que a veces es muy pesada.

-Lo encontré ayer mamá, en el bosque.- Le aclaro.

-A ver, dámelo.- Dice mientras extiende su mano.

Yo la miro raro, ¿por qué tiene tanto interés?, le respondo negando con la cabeza.

-Voy a dar una vuelta, vuelvo pronto.- Le digo.

Ella suspira y responde.

-No te vayas muy lejos, sería una pena que te volvieras a perder.- A esto último le incluye sacar la lengua mientras yo le enseño mi dedo corazón mientras desaparezco tras la puerta.

Sí que es cierto que fuera hoy hace un poco más frío que ayer. Dudo antes de decidir que ruta tomar, hay muchos caminos y senderos marcados para excursionistas y la verdad es que hoy seguramente opte por uno de ellos, y no por los míos de cuando era pequeña. Cuando voy hacia la entrada de uno de ellos paso por las otras dos caravanas, saludo a la familia y a mi padre que siguen ahí y a los pequeños que me preguntan a donde voy, les señalo el sendero del oeste, es el más seguro de todos y va junto al río, y la pequeña Sam me pregunta si puede acompañarme, al principio quería decirle que no, pero viendo como me mira y que sus padres ya le han dado permiso creo que no puedo negarme y acabo cediendo.

Entre aullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora