Capítulo 4

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La mañana se pasó volando. Nada más levantarme observé que mis padres ya estaban listos y habían empezado a recoger parte del campamento, yo por mi parte tardé bastante más en desayunar y prepararme para marchar. Les ayudé a recoger lo poco que quedaba y acto seguido fuimos a despedirnos de la familia, nos volvieron a dar las gracias por todo y también nos comentaron que ellos tampoco tardarían mucho en irse dado que los pequeños se habían asustado con lo de estos días.

Recogimos todo lo que quedaba y me subí al coche, me senté y me puse la capucha, que me hagan levantarme temprano para irse la verdad es que no me hacía gracia, pero tampoco tenía muchas ganas de quedarme aquí, quería volver a casa y a mi vida cotidiana, donde seguramente ya me estarían esperando las chicas.

Mi padre puso algo de música y arrancamos, yo iba mirando el cielo por la ventana pero sentí un escalofrío recorrer mi espalda y bajé la vista, en la profundidad del bosque creo ver algo pero íbamos ya en marcha y no me dio para divisar que era así que supuse que sería cualquier animal.
El resto del camino hasta casa de mis abuelos la verdad es que se hizo bastante aburrido, una hora de trayecto que sirvió para charlar un poco sobre qué se puede y que no comentar delante de los abuelos, porque claro, son mayores y mamá no quiere que toque temas de política o así con ellos, y el resto del tiempo me lo pasé observando y buscando formas en las nubes, no muy entretenido, pero nada mejor.

Una vez en el pueblo, paramos en un semáforo en rojo que se encontraba ya cerca de la casa de mis abuelos y pude observar el parque de la zona, no había cambiado nada en todos estos años, los dos toboganes gigantes seguían ahí, o nuestro castillo como solíamos llamarlo, también estaban los columpios y la tirolina gigante y a parte ahora habían incluido otros cachivaches más, sonreí para mí recordando las horas que me había pasado ahí con los niños del vecindario, y ahora volvía a estar lleno de niños.

Volvimos a arrancar y poco después mi padre aparcó en la calle. Bajo del coche rápidamente y me dirijo corriendo a la puerta, me hace mucha ilusión volver a ver a mis abuelos después de tanto tiempo.

Aquí seguía, como si el tiempo no pasara, cada vez que vengo me siento igual, como aquella niña de medias rasgadas y jersey azul que se dedicaba a pasar las tardes con sus amigas yendo y viniendo de un lado para otro, siempre corriendo como locas en busca de nuevas aventuras. La casa de mis abuelos era la típica casa de campo de madera, tenía un bonito porche delantero, con un banco, el porche no era muy grande, pero era lo suficiente para que entráramos todos por la tarde siempre que había que jugar a las cartas o mis abuelos se reunían con sus amigos. También habían arreglado el jardín delantero, añadiendo unos cuantos árboles y flores de colores.

Llamo con ímpetu a la puerta y espero a ver quién me abre, Marta la cuidadora de mis abuelos aparece por la puerta, le dedico una gran sonrisa y la abrazo. Marta tiene 26 años y es cuidadora de personas mayores, dado que mis abuelos no quieren ir a una residencia durante la semana van a un centro de día con más gente de su edad y los fines de semana viene Marta a estar con ellos.

-¡Cuánto tiempo pequeña!- Me dice Marta.

-Tampoco tanto.- Le respondo yo.

-Un mes cariño, que hace 15 días estabas estudiando y no pudiste pasarte.- Me recuerda mientras me acompaña a dejar el abrigo en el colgador.

-Cierto.- le digo yo

Solemos venir cada 15 días a ver a los abuelos, cuando mis padres sacan tiempo, trabajan todos los días. Papá se va incluso antes de que yo coja el bus a la universidad, y vuelve a la hora de comer, pero por la tarde siempre anda haciendo cosas, ya sea de trabajo o cosas suyas, mamá por su parte depende del turno que tenga en el hospital, pero normalmente va de mañana a no ser que tenga alguna operación de tarde, y a veces se pasa los días ahí, de 8 de la mañana a 8 de la noche. Y claro, yo estoy estudiando o con trabajos de la universidad, así que cuadrar un día entre los tres es muy difícil.

Entre aullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora