Capítulo 11

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A decir verdad que el de ojos verdes apareciera en escena me salvó el culo, entró muy cabreado en la habitación, podía verse la ira en su mirada, y he de decir que me encantó ver como el gilipollas que tenía delante se moría de miedo al verle, este último sencillamente se alejó de mí y salió pitando por la puerta sin decir la palabra, el otro me miró como esperando que dijera algo pero sencillamente volví a tumbarme en cama a intentar dormir, él no dijo palabra y volvió a cerrar la puerta, con llave como no. El resto de la noche fue tranquila.

Ahora acabo de despertarme, he pasado una noche bastante caliente, la chimenea se apagó tarde y dormí con la habitación caliente, me levanté de cama y me acerqué a una de las ventanas de la habitación, como podía imaginar están cerradas, y no se pueden abrir sin otra llave, a si que solamente puedo dedicarme a echar un vistazo. Desde donde yo estoy puedo ver la parte trasera de la casa, tienen un gran césped con varias huertas, el bosque alrededor y si echo un vistazo más a lo lejos puedo ver el río. EL RÍO. No me había parado antes a pensar en ello, si lo sigo puedo dar a la zona de acampada y de ahí bajar al pueblo, o sencillamente seguir su cauce que dará al mar igualmente, ahora tengo dos vías de escape, pero lo principal es huir de ellos.

Me doy cuenta de que mi bolso sigue encima del sofá, ayer no me había fijado en ello, estaba demasiado cansada. Rápidamente corro hacia el y busco dentro mi móvil, pero es lo único que falta, la cartera y lo demás esta ahí. Suspiro, son demasiado listos como para haber dejado mi móvil dentro, ya no me quedan opciones que no sean la puerta. Vuelvo a sentarme en la cama, los pies y el cuerpo ya casi no me duelen, solo siento un mal estar general, y me parece increíble que aún siga viva después de toda esta locura.

Vuelvo a levantarme y sigo echando un vistazo a la habitación, decido abrir el gran armario que esta tiene y me encuentro con ropa ancha, varios chándal y pijamas, la verdad es que llevo dos días y medio con esta ropa y no me venía nada mal darme una ducha y cambiarme, sin pensarlo dos veces cojo un chándal y unos calcetines y los dejo encima de la cama mientras sigo examinando el resto, encima del escritorio hay otra lámpara igual que la de mi mesilla, y en los cajones solo encuentro una libreta en blanco y varios lápices, bolígrafos y gomas, material básico vamos, pero nada de ayuda. Cerca de la chimenea están mis zapatos, que tampoco sirven de ayuda y no me queda mucho más que no sea el baño a si que me dirijo a el.

Antes de entrar me encuentro cara a cara conmigo misma, el espejo vertical de la habitación deja ver mi reflejo, la verdad es que no me sorprende verme con las pintas que llevo, tengo arañazos por las piernas y brazos, y uno pequeño en mi mejilla, por el resto estoy hecha mierda y tengo unos pelos de loca. Suspiro, con una ducha fijo que se arregla todo. Entro en el baño decidida a ducharme cuando de repente me llevo un susto, me había olvidado de que sigo encadenada a esta habitación y el ruido de la cadena contra el suelo del baño me sobresalta por un momento, vuelvo a suspirar, menuda mañana.

Después de ducharme y vestirme ya no parezco una bruja, lo que realmente me sorprende es que aún no haya escuchado nada, en toda la casa reina el silencio y eso hace que me estremezca, ¿Dónde cojones están estos? La verdad es que no sé si quiero saberlo pero tampoco quiero pasarme el resto del día sin comer nada, mis tripas ya han empezado a rugir.

Como si alguien hubiera escuchado mis pensamientos oigo pasos por el pasillo, pego mi oreja a la puerta intentado escuchar que pasa fuera, pero nada, solo más pasos, también en la planta baja, no sé como sentirme al respecto, la parte cómica de mi espera que no se hayan olvidado que tienen que darme de comer.

Ahora oigo voces, parece que en la planta baja están discutiendo, algo se cae al suelo y también escucho como se rompe y al momento las voces se hacen más fuertes, sin duda alguna están discutiendo, poco después oigo pasos cerca de mi puerta y instintivamente retrocedo, y sin querer caigo de culo contra la cama. Me estoy poniendo nerviosa, la verdad es que no me gusta nada todo esto, la situación de por si es surrealista y me extraña tanto que ninguna de mis amigas haya llamado o mis padres, cuando se van de viaje llaman todas las noches, a saber que están pensando, solo espero que no llamen a la policía para comprobar si sigo viva.

Entre aullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora