Capítulo 3. Siempre te observaré.

25 6 21
                                    

Sin poder dormirme, miro cada parte de mi cuarto, las raras formas que tiene la madera de mi techo me entretienen por minutos, me acuerdo de que de pequeña veía a un león, que dentro tenía un alienígena, pero ahora que lo miro bien, es como una pe...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin poder dormirme, miro cada parte de mi cuarto, las raras formas que tiene la madera de mi techo me entretienen por minutos, me acuerdo de que de pequeña veía a un león, que dentro tenía un alienígena, pero ahora que lo miro bien, es como una persona.

Miro a mi izquierda y veo la mascarilla que él usó la noche anterior, me pregunto si en verdad todo esto está pasando. Es extraño después de todo, el encontrarme a un asesino que dice conocerme no es algo de todos los días.

Un pensamiento ronda por mi cabeza, que por más que sea interesante, da miedo. Mas decido hacerle caso, no puedo echarme atrás. Todo tiene repercusión en nosotros, en conocidos y desconocidos. Y que me haya encontrado con alguien así, debe de ser por alguna razón.

Antes de dudar de lo que quiero hacer, simplemente me pongo unos jeans y una chaqueta para salir. Aun siendo las 1:30 a.m. no me importa, sólo sigo mi camino esperando no errar.

Cuando llego a el parque, miro a todos lados intentando encontrarlo. Veo una persona sentada en una banca dándome la espalda. Es él.

Voy caminando lentamente esperando que no sepa que estoy aquí, cuando me voy acercando puedo detallarlo mejor. Está con una chaqueta negra y un cuchillo en mano, el cual lo mueve por cada uno de sus dedos como si fuera una simple baqueta.

—Espiar a la gente no es de buen gusto, mocosa —Lo escucho ironizar mientras sigue jugueteando con su cuchillo y sin siquiera mirarme. Del susto de que él se diera cuenta de mi presencia olvido todo lo que pensaba hacer ahora. Al darse cuenta de que estoy callada, mueve su cabeza y me mira con el ceño fruncido—. ¿Qué pasa? ¿tan guapo soy que te dejo sin habla?

Lo que faltaba, que dijese estupideces.

Intento parecer que su presencia y ego no denote nerviosismo en mí.

—Hola —Wow, no tartamudee ni dije una estupidez. Digno de un logro.

—Hola, mocosa —Me saluda y veo que está con una mascarilla, igual a la de ayer.

¿Debería de preguntarle cómo está o ir directo al grano?

Hago el intento de hablar, pero cierro la boca al no saber cómo articular las palabras, pero cuando lo veo, está riéndose de mí. Es un completo idiota, pero hago como si eso no me afectase.

—¿Qué pasa? ¿tal guapa soy que no evitas mirarme?—Digo usando su misma táctica que usó cuando se dio cuenta que lo espiaba.

—Bastante —Espera, ¿qué? ¿acaso dijo lo que creo que dijo?—. Sí, dije lo que crees que dije, eres guapa. Acaso no querías que respondiera y que me pusiera nervioso sólo por mirarte. Pues no, mocosa, y para tú información, te miraba porque eres tan poco disimulada que se te nota a leguas lo que quieres decir.

Me quedo mirándolo sin entender lo que está pasando. Primero: me dijo guapa. Segundo: me da miedo que sepa que decir para dejarme callada. Tercero: es un idiota.

InmuneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora