Capítulo 1

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Disclaimer: Todos los personajes e imágenes usadas en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos autores.

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El chirrido estruendoso de una carreta pasando lo hizo despertarse, solo para verse de frente a los rayos dorados del sol, mayor rival de su cabello. No tenía ganas de levantarse esa mañana, por lo cual solo se dedicó a tratar de tomar una posición más cómoda para volver a sumirse en un sueño profundo, confiando ciegamente en que la calidez que le proporcionaba su cama sería suficiente para volverlo al mundo de los sueños, en donde no tendría que lidiar jamás con el asco de mundo llamado "sistema ninja"; claramente no contó con que también necesitaba verdadera comodidad para logar su cometido, su cama no era para nada el mejor lugar de descando, ciertamente era preferible dormir en el suelo que en esa cosa, que no era ni mullida, ni mucho menos suave, penosamente no podía hacer eso, muy posiblemente terminaría contrayendo alguna enfermedad, y en el hospital no era muy bien recibido, así que era preferible no arriesgarse.

Al sentir la dureza de su cama mientras se acomodaba nuevamente, no lo pensó dos veces, y simplemente se resignó a deslizar perezosamente sus pies hasta tocar el frío suelo, en busca de tantear con estos sus pantuflas, para finalmente poder incorporarse e iniciar su día de una buena vez. Admiró por unos instantes su somnoliento rostro en su espejo de tocador, pero que digo tocador, eso no podía ser más que un lavabo mal hecho, quien quiera que lo haya fabricado, o estaba demente, o era un estafador que buscaba ganar dinero fácil, tal vez incluso solo reemplazaron un posible anterior a ese con el actual al enterarse de que el sería el nuevo residente del "apartamento"; volviendo nuevamente al tema, el de ojos larimar ya se hallaba totalmente listo, con su habitual mono naranja y su típica sonrisa, dispuesto a darlo todo en su profesión actual, a pesar de que no le gustase.

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-¡Naruto!-se oyó un grito que mas bien parecía un chillido, seguramente debido a los gallos que se generan por el cambio de voz en la pubertad, tal vez en un futuro próximo eso cambiaría-¡Llegas tarde!-le recriminó al blondo.

-¡Lo siento mucho Sakura-chan! Me quedé dormido-respondió nerviosamente, pues como antes vimos, no es que se hubiese quedado dormido, sino que no deseaba levantarse-Trataré de que no vuelva a ocurrir, dattebayo.

-¡Más te vale!

-Ya déjalo Sakura, además tu igual llegaste tarde, tres veces, y nadie te reclamó nada-dijo el de cabellos azabache, que reposaba tranquilamente bajo un árbol, haciendo avergonzar y bajar la cabeza a la pelirosa.

De repente se oyó un <<puf>>, para que seguidamente apareciera el sensei a cargo, quien era un peliplata con la mitad de la cara cubierta por una tela negra, que cubría igualmente su ojo izquierdo. Si la pelirosa hasta ahora no le había gritado por llegar tarde, era porque aún se encontraba avergonzada.

-¡Yo!-dijo a modo de saludo, aparentemente alegre, mientras que su mano abierta se elevaba a la altura de su cara, al lado lateral de la misma para complementarlo, junto a un curioso y antinatural ojo curveado cual sonrisa-el día de hoy solo entrenaré con Sasuke y Sakura-dijo, a lo que Naruto mostró una aparente cara de tristeza, pero en realidad, por dentro se sentía algo aliviado, un descanso no le vendría mal, necesitaba pensar y liberar un poco su mente de tantos pensamientos que ya parecían ser un mar que tenía el firme propósito de ahogarlo en él, lástima que su destino no compartía sus planes-Naruto, tú entrenarás con Jiraiya-san.

-¿Con ero-sennin?-Naruto ya había entrenado con él durante el mes de preparación para la tercera fase de los examenes chunnin, en ese tiempo creyó que solamente lo había hecho, o por lástima, o porque en verdad lo había convencido por su jutsu sexi, sin embargo, esta vez él no se lo pidió o algo por el estilo, es más, estaba ocurriendo al revés. Ciertamente no le hubiese importado mucho, de no ser que días después se entero de que aquel peliblanco, viejo, pervertido, ridículo, fan de lo erótico, y muchas cosas más, fuera nada más y nada menos que uno de los tres legendarios sannin, nombrados así por el mismísimo Hanzo de la Salamandra, debido a sus obras y poder demostrado en la guerra; Naruto no era tan tonto como aparentaba, si bien admitía secretamente que Sasuke era mejor que él para aprender algunos temas que a él no se le daban bien, tampoco era tan malo razonando como aparentaba, y debía seguir igual, oculto, pues su inteligencia real solo llevaría a dos cosas: O haría que consideraran subirlo de rango, o que lo despreciaran más, era más probable la segunda, las miradas lo decían todo; nos estamos alejando del punto principal. En resumen, Naruto no era un tonto, obviamente un sannin no entrenaba así como así a un niño al azar, y aun mas siendo este el último muerto de la academia ninja, para él estaba claro que algo ocurría, solo esperaba que no fuese algo que lo terminara involucrando más en el mundo ninja.

-Vamos Naruto, no lo llames asi, es uno de los tres legendarios sannin, que pensaría la gente si te oyen llamarlo de una manera tan vergonzosa-dijo con clara diversión en su voz.

-¡Pero es que es un pervertido de primera, 'ttebayo! Es más, él mismo cuando lo conocí se autodenomino un super pervertido.

-¡Cállate y deja de decir tonterías Naruto-baka! Obviamente un sannin jamás diría eso, tienen una reputación que mantener-dijo la rosada muy segura de sus palabras, al mismo tiempo que golpeaba en la cabeza al blondo, algo ya muy habitual.

-¡Ite! Eso dolió Sakura-chan-el rubio tenía en sus ojos larimar indicios de gotas de agua, simulando estar a punto de llorar, la verdad no estaba muy alejada, puesto que, si bien era algo insignificante, en cierta manera, le dolió en demasía que su figura de mejor amiga lo llamara mentiroso indirectamente. No tenía caso, llevó su mano izquierda hasta sus ojos, y con el dorso de esta misma deslizó las pequeñas gotículas que amenazaban con salir, para conseguir limpiarlas de su cara exitosamente. Giró para mirar nuevamente a su sensei-¿Kakashi-sensei, sabe en donde esta ero-sennin?

El mencionado simplemente suspiró al ver que seguía llamando al peliblanco por ese ridículo apodo, pero sin rodeos contestó-No lo sé, dijo que lo buscaras tú mismo-el blondo se encontraba estático, ¿cómo se supone que iba a encontrar a su próximo maestro, sin pista alguna, en medio de la gran Konohagakure no sato, una de las cinco GRANDES aldeas ninja.

-P-p-pe-pe-pero-trató de formular un reclamo, pero no le fue posible debido al shock momentáneo, cosa que el peliplata aprovechó para salir de allí.

-Bueno, nos vemos Naruto-el rubio no supo que pasó después de eso, pues para cuando volvió en sí, ya se encontraba solo.

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Hasta este punto, nuestro protagonista ya no hacía más que divagar por las calles de konoha, había estado todo el día buscando al dichoso pervertido, pero nada. ¡Por Kami! Ya había entrado a tantas aguas termales que incluso perdió la cuenta, pero nada, cualquier restaurante, pero nada, absolutamente NADA, ni un solo rastro. Ya rendido y sin esperanzas en su búsqueda, decidió ir al único lugar en el que aún no buscó hasta ese momento: La torre Hokage.

Al entrar sintió nostalgia, todo estaba en silencio, nadie le recriminó el entrar sin tocar la puerta esta vez, el lugar se sentía tan solitario. El constante silencio ya se estaba convirtiendo en algo inquietante, a penas llegaba y ya se quería ir, simplemente no podía soportar la idea de estar en el lugar del que en vida fue su abuelo de todo menos sangre. Aún con el deseo de irse de allí, resolvió que primero se dedicaría a admirar ligeramente la habitación, habían muchos libros, ¿el viejo los habría leído todos?, nunca lo sabría. Todo allí ya tenía una fina capa de polvo por encima, y eso que no había pasado ni una semana desde la muerte de Hiruzen Sarutobi, el tercer Hokage, inconscientemente se preguntó cada cuanto tiempo se limpiaba el lugar para que con tan solo el pasar de unos cuatro días hicieran parecer la sala una vieja bodega abandonada y sucia. De repente, una voz lo sacó de sus preguntas y pensamientos sin respuesta.

-Este lugar se siente muy solitario, ¿no es así, Naruto?- el nombrado se volteó, solo para encontrarse con un rostro conocido, el mismo que ya estaba comenzando a extrañar después de buscarlo todo el maldito día, por toda la maldita aldea. Ese inconfundible pelo blanco largo y puntiagudo no le podía pertenecer a alguien mas sino a Jiraiya, el sannin de los sapos.

-Si...-por su mirada, podía deducir fácilmente que hablarían de algo importante.

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Fin del capítulo

Trataré de que cada capítulo supere las mil palabras. Espero haya sido de su agrado, sin más, nos vemos.

No Quiero Ser Un NinjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora