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MIN T/N

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MIN T/N


Viernes, el día que más amo de mis semanas. 

¿Qué pasó con mi novio?... ¡Ah, sí! 

Nada. 

Exacto, nada de nada. Por un momento me había emocionado porque eso era señal de una ruptura pero, él se separó de ella bruscamente y se fue, dejándola fastidiada. Yo caminé detrás de él y me hice la que no vio nada; sin embargo, el ángel de Yeonjun me confesó lo que había pasado.

Es tan perfecto que me siento mal por verle la cara.

— ¿Ya estás de salida, bonita? —preguntó después de haber tocado la puerta y asomarse por ella.

— No, Yeonjunnie. Tengo que terminar de redactar unas cosas para el periódico de la próxima semana, puedes ir a tu casa tranquilo.

— ¿Cómo quieres que me vaya tranquilo si sé que no estás en casa descansando, sino, aquí? —entró.

Sonreí y me acerqué a él para dejar mis brazos en su nuca y mecernos.

— Descuida, guapo. A las siete y media me voy, ¿Sí? —besé la comisura de sus labios.

— Bien. Me llamas cuando estés en casa, detesto que conduzcas de noche.

— A las siete también hay iluminación del hermoso atardecer, Park.

— ¿Y? —acarició mi cintura—, igual es de noche. La misma hora lo dice "Siete de la NOCHE".

— Ajá —rodé mis ojos con una mueca burlona.

— Nos vemos, tengo que llegar para la cena y salir con los chicos para las prácticas nocturnas en el estadio —me dio un beso casto y salió.

Calculé que haya llegado a su auto y se fuera completamente de la zona para yo zarpar de aquí y conducir hasta mi casa.

Esto era una rutina semanal en la que invierto mi maravilloso tiempo en contemplar a mi suegro: Salgo minutos luego que mi novio, voy a casa, me cambio de ropa y vuelvo a irme para subir a un autobús que se aproxime cerca del distrito de millonarios sin ser sospechosa porque muchos me podrían reconocer... Aunque lo dudo, con ropas oscuras y escabulléndome por todas partes, ni un perro lo notaría, y menos con mi experiencia.

Unos minutos después, me adentré a la mansión a través de la ventana del sótano que éstos nunca se molestan en revisar. ¿Y por qué hacerlo?, Es un lugar muy seguro; excluyéndome a mí como cierto detalle, claro.

Me quité las botas que cargaba y los escondí en un rincón junto con mi mochila. Saqué mi cámara que uso más para él, que en asuntos del periódico escolar, y subí discretamente hasta llegar al interior de la mansión. Me encontraba en los pasillos del hábitat de las personas de servicio, y como dije, casualmente los viernes de noche no hay ni un alma, solo él. Abrí la puerta y ahora estaba en la inmensa cocina que fingía usar mi querida suegra nada más para "impresionarnos" con un simple caldo de pollo, galletas y puré de papa, que es lo único que sabe hacer realmente perfecto.

𝕮𝖔𝖑𝖔𝖗𝖘 | Pjm '+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora