Prólogo.

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‡ Kaly Mason ‡

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Kaly Mason

—¡Mamá, ya llegué!. —grito cuando cruzo el umbral de la puerta principal de mi casa.

—¡Estoy en la cocina!. —me responde ella en el mismo tono.

Me quito la sudadera gris que me cubría tirándola al sillón, luego la recogeré. Me dirijo a la cocina encontrándome con mi madre preparando la cena «huele delicioso».

—¿Cómo te fué en la terapia?, lamento no haber ido, estuve ocupada con unos pacientes en el hospital. —me dice con un tinte de lamento sin dejar de pelar la cebolla en su mano.

—Tranquila mamá, no me pasó nada. Me fué bien, creo. —me encojo de hombros sentándome en una de las sillas que yacen en frente de la isla de la cocina.

—¿Crees? —se voltea fijando sus ojos verdes en mí, su cara detona preocupación—. ¿Que te dijo tu psicóloga?.

—Conversamos otra vez, siempre lo hacemos pero sigo con lo mismo, mamá cuando venía de regreso entre en pánico, temía que alguien me hablara y... —digo todo sin respirar, me gusta hablar con mi madre, me desahogo con ella y hace que me sienta mejor siempre.

—Hey, tranquila —deja lo que estaba haciendo para luego sentir que sus cálidos brazos me rodean en un brazo reconfortante—... Oye, se que es difícil superar tu ansiedad social, pero tampoco imposible. Creo en tí, hija y tú deberías creer más en tí misma.

—Gracias, mamá. —le devuelvo el abrazo con gusto.

Siempre me consideré alguien tímida. Y no es que no me guste estar rodeada de gente, solo que cuando lo hago siento que me observan de más, que me juzgan y eso me aterra. Me da tanta vergüenza al grado de hiperventilar, por eso no salgo mucho y cuando lo hago solo es por las terapias y la escuela.

—¿Papá no ha llegado?. —le pregunto a mi madre luego de que se separa de mí.

—No, me dijo que llegará algo tarde, cenaremos solas está noche.

Pocas veces cenamos solo mamá y yo gracias a que es enfermera en la ciudad y es ella quien suele llegar tarde, no mi padre. Él es abogado, y también trabaja en la ciudad, tal vez se quedó atorado en el tráfico.

Luego de terminar todo mi plato de lasagna veo una película con mamá, le doy las buenas noches y subo a mi habitación para ponerme mi pijama.

Tomo mi peine para desenredar mi cabello pelirrojo, no lo hice está mañana y aquí tengo las consecuencias con un nudo más grande que la biblia.

Luego de pasar minutos que me parecen eternos realizando mi tarea dejo el peine en la mesita para dirigirme a la ventana y cerrarla, pero me mantengo parada en frente sin dejar de mirar hacia afuera.

Los vellos de todo mi cuerpo se ponen de punta y mi corazón empieza a acelerarse. Cierro rápido la ventana antes de taparla con la cortina, sentí algo extraño, como si... ¿Alguien me observara?.

No, eso es imposible.

Okay, Cálmate Kaly.

Respiro profundo tomando un libro al azar de mi estantería, tengo una mini biblioteca en mi habitación. Leo mucho, eso me ayuda a no pensar en nada algunas veces, es como un escape.

Para mí la lectura es como un escape de esta realidad que me atormenta.

Cómo cada noche me siento en mi cama y prendo la lámpara de mi mesita de noche, abro el libro y me dispongo a leer con la tenue luz que envuelve el ambiente.

El sueño me cobra factura, mis párpados intentan luchar contra el sueño para leer unas cuantas palabras más del libro entre mis manos antes de caer rendida en un profundo sueño.

Mañana será otro día...

Mañana será otro día

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DraflynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora