Capítulo 6 | La otra cara de la moneda.

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25 de mayo de 1950

"Caminar. Sonreír. Galantear. Así vive la vida, embriagando a las rosas con su perfume, cegando a la infidelidad con piel de azúcar y cortando espinitas para no sangrarse el cuerpo. Qué maldito es, qué deseable es."

El primer ataqué ocurrió desde el Perímetro de Pusan.

Los primeros civiles en moverse fueron los chinos en conjunto con las primeras tropas de Incheon. La tensión entre los países ya existía desde dos años atrás, desde el triunfo de la revolución comunista en China y las tropas de la Unión Soviética. Un ataque de tal magnitud era de esperarse desde las incontables protestas por parte de los campesinos y procomunistas ante un gobierno dictador y la constante tensión de desacuerdo con el lado Norte.

La inestabilidad del país no hizo más que derramar la gota que volcó el vaso.

—Señor, necesitamos movernos. El perímetro ha sido tomado, nos enfrentamos a la amenaza de un ataque en cualquier momento.

Un corto gruñido escapó de los labios de Song.

—No podemos movernos sin la autorización del gobierno.

—Tienen a más de diez mil hombres esperando en el perímetro.

Todos en Corea del Sur ya estaban convencidos de que la guerra con los norcoreanos era inevitable. Tan solo algunos optimistas incorregibles seguían abrazando la idea de que la resuelta postura del Norte fuera disuelta. Con convicción, con lógica contraria y tal vez protestas contra el gobierno, el pueblo confiaba en que se llegaría a un acuerdo en el que se evitaría un daño mayor y se podría vivir con plenitud por al menos unos años más.

Y es que todos le tenían miedo a la muerte.

—¿Dónde está Choi? —preguntó Song, un poco más irritado.

Él no era la excepción al llamado miedo. No estaba dispuesto a perder a sus hombres en una guerra que se pudo haber evitado simplemente con una correcta unificación. Pero por supuesto, ya era demasiado tarde. La Guerra había comenzado y él solo seguía órdenes.

—Está en los refugios, los barcos están desembocando migrantes de Corea del Norte, pero los surcoreanos se niegan a recibirlos. Pueden abrir fuego ahí en cualquier momento y venir hacia acá.

—En el momento en que comiencen a matar civiles, levanta el pabellón.

—En el momento en que comiencen a matar civiles, levanta el pabellón

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La ciudad no era tan diferente a lo que se esperaba.

Había un perceptible caos que mantenía a todos corriendo de un lado a otro con máscaras de gas, cajas de reservas de alimentos, medicinas y cobijas.

Patético. Pensó Choi, pues habían estado advirtiendo a todos mediante el periódico sobre lo que se avecinaba, así como también habían dado las indicaciones de permanecer encerrados hasta nuevo aviso.

Fantasma de ti-sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora