Capítulo 3 | Una presentación inesperada.

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25 de diciembre de 1949

"Qué lindas son sus pecas."

Al despertar, parecía como si no hubiera perdido la calma horas antes.

El viento que se escurría entre las cortinas era helado. Justo en ese momento, el pelinegro estornudó al mismo tiempo que una corta maldición escapaba de sus labios. Su nariz se había congelado en rojo, producto de haber dejado la ventana abierta. Tuvo que frotar las palmas de sus manos para generar un poco de calor.

Miró hacia la ventana y se quedó así unos minutos más. Admirando como los pequeños copos de nieve caían con lentitud. Algunos se derretían al tocar la superficie y otros desparecían durante su caída. Eso le resultó curativo de ver.

Entonces la madera de la puerta sonó y volvió a la realidad. Había fallecido su hermano.

—¿Wooyoung? —habló la voz desde el otro lado.

—Adelante.

La verdad era que no tenía muchas ganas de hablar, mucho menos de ver a otras personas. Sin embargo, ahí estaba esa pizca de esperanza dibujada en el hermoso y sereno rostro de su madre. Lucía diez años más joven debido al delicado maquillaje que cubría sus ojerosos ojos. Si ella estaba intentando salir adelante, entonces él también podía hacerlo.

Incluso si la ausencia de su hermano dolía.

—¿Te has asegurado de repartir todas las tarjetas? —preguntó la mujer—. Estoy preocupada de que no todos recibieran la invitación.

—Lo hice —respondió—. La familia Kang fue la única que no confirmo su asistencia. Parece que la abuela mayor enfermó y tendrán que pasar Navidad en el hospital.

—¡Dios mío! ¿Ya has ido a ver a la mujer? Debiste decírmelo antes, ¡debo enviar algunos jugos y vitaminas!

—Ya he ido a verla, le inyecté algunos antibióticos. Es una infección estomacal, pero con su avanzada edad se complica todo. Esa anciana debe dejar de beber remedios caseros —dijo con cierto tono intimidante—. Eso la incluye a usted. Me basta con los pacientes del hospital, no quiero que usted enferme también.

—¡Está bien! ¡Bien! Prometo cuidar mi salud —exclamó—. Por ahora solo baja, debes ir a recoger el pavo. ¡Ah! Y arréglate muy bien para la cena, hay alguien que me gustaría presentarte.

Cuando la mujer abandonó la habitación, Wooyoung sintió ese vacío de nuevo. Dos semanas, solo ese tiempo había pasado desde su perdida. Le dolía recordar sus manos manchadas por sangre de su hermano y el sonido de la máquina ECG indicando ausencia de frecuencia cardiaca.

Pero debía levantarse y vivir porque su hermano no hubiera querido ver lo contrario.

Si bien no conocía a la mayoría de las personas que ahora cenaban en la mesa, decidió ser cortés con todos por igual

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Si bien no conocía a la mayoría de las personas que ahora cenaban en la mesa, decidió ser cortés con todos por igual.

Tenía entendido que eran familias adineradas o con gran prestigio, pues eso era lo normal. Si la familia no poseía bienes, entonces aquello se recompensaba con nobleza y dignidad. Era muy común que entre familias arreglaran tratos con beneficios, por ejemplo, su hermano —que en paz descanse—, estaba por comprometerse con la familia de una mujer de campo. Aunque dichos apellidos no tuvieran dinero, poseían terrenos o contactos, lo cual era igual de valioso.

Fantasma de ti-sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora