Capítulo 23 | Momento de lucidez.

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5 de diciembre de 1950

Dicen que las cosas se desmoronan con la lluvia, pero conmigo ni siquiera está lloviendo.

En la camilla, la figura de Wooyoung parecía un poco solitaria tumbada de lado, sus cabellos se extendían sobre la almohada y sus párpados se apretaban con impaciencia. Se había quedado dormido en su guardia nocturna, pero estaba teniendo pesadillas. Habían pasado varias noches de la misma manera, no lograba conciliar el sueño y cuando por fin lo conseguía, varias imágenes aterradoras se dibujaban en su mente. Tenía pesadillas relacionadas con el comandante, sueños horribles en donde éste resultaba herido y luchaba entre la vida y la muerte. En su lucha lúcida, una mano en su mejilla lo hizo despertar, abrió los ojos y se encontró con la mueca preocupada de Choi San.

—¿Pesadillas?

Wooyoung soltó un suspiro, retorciéndose en el colchón. Se tomó un momento para despertar por completo mientras observaba el amanecer por el pequeño tragaluz de la enfermería. Después su mirada aterrizó en el uniforme del comandante y se incorporó de inmediato.

—¿Qué hace? Aún debe estar descansando —reclamó.

—He estado en cama por más de dos semanas, necesito moverme, Jung.

—¿Quién es el doctor aquí?

San sonrió, pasando una mano por el cabello de Wooyoung.

—No veo a ningún doctor aquí, solo veo a un adormilado y ojeroso hombre enojón.

Wooyoung rodó los ojos.

—Recibió varios disparos, eso no sana con rapidez.

—Se le olvida que no es la primera vez que me sucede algo como esto, soy militar, mi cuerpo está hecho para resistir.

Wooyoung negó con la cabeza. No podía discutir con el comandante, después de todo él tenía razón. Además, Song Mingi estaba tolerando mucho la situación, de ser por él, San ya estaría de regreso en sus actividades.

Las cosas se habían calmado un poco desde que Estados Unidos decidió interferir, todo el caos se movió lejos de Incheon, lo que permitió un corto respiro para la ciudad.

La gente ahora se movía con impaciencia, todos buscando a sus seres queridos en la lista de personas perdidas y encontradas. Desafortunadamente no daban con un cuerpo vivo.

—¿Irá al punto de reunión? —preguntó Wooyoung.

San lo pensó un momento.

—No lo sé, la posibilidad de encontrar a mi familia es muy escasa.

—Yo creo que debería ir, no importa cuál sea el resultado. Puede que se arrepienta si no va.

—¿Usted irá? —el médico asintió—. Entonces vamos.

Así eran las cosas de simples desde que San volvió. El comandante hacía lo que el médico indicaba, quería estar todo el tiempo cerca de él y no paraba de idolatrar cada cosa que hacía. Era como si realmente estuviera dispuesto a cumplir la promesa que realizó antes de irse. Sus sentimientos seguían siendo un dilema incluso para él mismo, pero estaba seguro de que su corazón latía con fuerza cada vez que el nombre de Jung Wooyoung pasaba por sus oídos. Era como si una suave brisa le acariciara el pecho.

Por otro lado, Wooyoung trataba de contenerse. Desde el incidente con la reanimación ilegal que practicó, las cosas se sentían tensas con los que fueron espectadores ese día, principalmente con Song Mingi. Y ni hablar del gran nudo en su estómago que se formaba cuando hablaba con San. Estaba ansioso y preocupado, pero al mismo tiempo quería correr a sus brazos y suplicarle que no le dejara de nuevo, qué le explicara porque firmó una orden de no reanimación y que fuera claro con sus sentimientos.

Fantasma de ti-sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora