CAPÍTULO 32. Lejos

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Lynette.

Eran pasadas de la media noche y yo seguía rondando el cuarto cómo alma en pena. Se supone que debería estar dormida y descansando, pero se me cruzó un libro muy interesante y no encuentro los lentes para seguir con mi entretenida lectura. Detesto ser tan organizada y olvidar donde puse los benditos lentes. Ya moví mis muebles, levanté mi cama, moví toda la ropa y siguen sin aparecer. De hecho, ya fui a mi despacho y nada.

«Voy a morir si no los encuentro»

—Vaya vista, entraré sin tocar la puerta más seguido —admite Damián y cierra la puerta.

Me enderezo del suelo y vuelvo a verlo.

—Estoy buscando mis lentes —explico y bajo un poco mi blusa tapando mi tanga.

—De hecho, venía a traerlos. —Los extiende a mí. Sentí mi alma aliviarse al verlos—. Los dejaste en mi cuarto, se me paso dejarlos en tu despacho, cómo siempre.

—Gracias. —Caminó hacia él y los tomó—. Los requería en estos momentos.

Le doy la espalda y caminó hasta mi mueble para tomar el libro.

—Vaya trasero. —Siento un golpe en ellas haciéndome sobresaltar—. Todo esto es lo que me como cada noche —murmura en mi oído.

—Damián... —Sentenció entre dientes.

—Lynette —corresponde en un jadeo.

—¿Qué no te sacias con todas las sesiones que tenemos?

Abro mi libro para buscar el capítulo donde me quede.

—Bueno. —Pega su barbilla a mi—. No, sinceramente no. A veces pienso que sí, pero después te miro en esa tanga y mi cabeza dice no.

—Damián, aun sigo débil. —Explico y me giro hacia él—. Esta noche no.

Me aleje un poco de Damián y me coloque mis lentes. Él seguía con esa sonrisa tan hermosa que tiene, ya no miraba mi cuerpo sino mi cara, sus mejillas estaban levemente sonrojadas, sus brazos están dentro de sus bolsillos y su cabeza levemente inclinada.

—Eres muy hermosa —halaga soltando un suspiro.

—Me dices eso porque me viste el trasero —niego, divertida.

—Cuando te veo desnuda no cabe duda de que pienso que eres toda una diosa. —Inclina más su cabeza—. Pero cuando veo esos ojitos, sólo puedo ver una mujer extraordinaria, fuerte, con carácter, determinante. Que haría lo que fuera por quienes la quieren, aunque para muchos es algo normal, en este mundo es cómo poner tu vida sobre la de ellos y nadie es tan valiente —su voz sonaba pacífica.

No estaba tan acostumbrada a sus halagos o a sus momentos tiernos. Jamás dejaré de decir el cambio que él tuvo desde que nos conocimos, no hay duda de que nos atraemos físicamente para después pasarlo a la cama, pero hubo pequeños detalles, pequeños momentos donde tanto él cómo yo podía abrirnos con nuestros sentimientos o pensamientos. Tampoco puedo asegurar que lo amo como si fuera la cosa mas grandiosa del universo, cómo dije es sexo. Al menos así quiero mantenerlo.

—Eres tierno cuando te lo propones. —Dejó el libro y lo empujó a la cama.

—Sabes que no sólo veo tu físico, hace tiempo que tuve la libertad de conocer a una mujer maravillosa. —Acaricia mi cintura.

—Me gustaría saber que hay detrás de este chico —admito regalándole una media sonrisa.

—No tengo nada que esconder, soy todo lo que quieras saber —explica sin bajar la mirada de mis ojos—. ¿Yo sé todo de ti?

—No —niego—, sabes lo que yo quiero que sepas.

—Y tú de mí lo sabes todo —suspira—. No hay nada más aparte de Emily. Mi vida es aburrida hasta que te conocí, no hay algo que tenga que esconderse. Tampoco te presiono a que me digas algo, he conocido tu mundo poco a poco.

—Y me gustaría que no lo conocieras. —Juego con su camisa—. Y si no te cuento algo más de mí es precisamente por eso. Esto no es una novela donde los jefes dominan el mundo y las ganas todas. Yo no domino el mundo, las personas que me rodean mueren. Es un ciclo que no tiene fin —refuto—. Y si puedo alejarlos, aunque sea un poco de esto, lo haré.

—Tu no me quieres aquí, eso lo sé. —Suelta mi cintura—. Sé que cuando tengas oportunidad harás lo posible por alejarnos de ti con tal de no correr riesgo. Pero se te olvida que yo fui parte de esto y no sólo por ti, también por Sharon, por Emily, por mis padres. Eso es lo único que tu no entiendes —muerde su labio—, el riesgo no sólo está contigo.

—Siempre tenemos esta plática —río por lo bajo.

—Compartimos el mismo miedo. —Levanta mi cabeza—. Las cosas ya están hechas no hay vuelta atrás, estamos aquí esperando a que detone la bomba.

—No es tan fácil. —Acaricio sus manos.

—Tampoco dije que lo fuera. —Hace una mueca—. Cada palabra que dices ya me la sé y Chloe se las sabe, no dices nada fuera de línea.

—Sharon quiere llevar a Chloe a un desfile de moda. —Cambió el tema rompiendo la tensión.

—Si, me pidió permiso. —Ríe—. También hable con Sharon, irá sólo si me pasa todas sus materias de la escuela.

—Pero ella no reprueba —frunzo el ceño.

—Déjame ser autoritario por favor —contesta con drama—. Nunca le he tenido que castigar por algo, déjame ser autoritario.

—¿Cómo te soporta? —Me burlo.

—¿Perdón? —Abre los ojos.

—Perdonado. —Me río más—. Entonces ya que tú eres mi empleado, nos vamos tú y yo a Italia. En lo que ellas andan de viaje.

—¿Cuándo? —Aprieta mis cachetes.

—En un mes, pasaremos navidad y año nuevo allá —explico y me bajo de él—. Así que ve haciendo tus maletas.

—Entendido, jefa —contesta, rendido. 

 

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Moretti © #1 Enemigos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora