2. El encuentro

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Claudia Mariscal

Un rayo de luz atravesaba mi ventana, lo cuál hizo que me despertara, después de unos quejidos miré la hora -¡Fuck!, son 6:30!- iba a llegar tarde a la escuela...froté mi rostro con mis manos, ayer me había desvelado tanto por terminar la tarea de historia. Me vestí lo más rápido que pude, cepillé mis dientes, arreglé un poco mi cabello y agregué un poco de maquillaje a mi cara, tomé mis cosas y me apresuré a las escaleras. Las bajé en silencio, pues mis hermanos aún estaban dormidos...Ernesto y Juan van a la escuela en la tarde, Mario se despierta un poco más tarde y pues David...David aún tiene mucho sueño, apenas tiene seis meses.

No vi a nadie en la planta baja, así que supuse que mis padres ya se habían ido a trabajar, tomé una manzana y salí corriendo de mi casa. Llegué a la escuela con la respiración agitada, aún así no paré y seguí corriendo para llegar a mi salón -¡Agh!- agarré mis rodillas para calmar mi respiración -¡Agh!, lo siento tanto, se me hizo tarde-

El señor Mendoza se acercó a la puerta -Sabe las reglas señorita Mariscal-

-Lo sé Profesor, pero por favor, nunca he llegado tarde- sentía como ardía mi cara, y sudaba por la sudadera que traía puesta

-Reglas, son reglas...sin excepción-

-¡Pero!-

El Señor Mendoza cerró la puerta en mi cara, me lanzó una mirada amenazadora que aún se podía distinguir en el vidrio de esta, chasqueé la lengua  y tiré mi mochila al piso, arrastrándola hacía algún lugar para sentarme. Después de encontrar una banca en la cual reposar durante las próximas dos horas, tomé mi mochila y saqué mi libro...mi mejor compañero para estas horas tan agotadoras. Estaba tan concentrada, hasta que alguien tomó mi hombro -¿Umm?- lancé un quejido y eché un vistazo -¿Qué haces aquí?-

Daniel se sentó a mi lado -Te preguntaba si te gustaba leer, pero estabas muy concentrada en tú libro- lo tomó -¿Harry Potter y el cáliz del fuego?-

-Si bueno- lo arrebaté de sus manos -Es muy bueno, aparte me imagino a Robert Pattinson-

-¿Pero Harry Potter no es para niños?- comentó en un tono despreocupado

-¡Wow wow wow!, ¿qué acabas de decir?, Harry Potter es la creación más maravillosa del mundo, agradezco que haya nacido la señora J.K Rowling, creo unas joyas tan exquisitas- cerré mi libro -Aparte yo leo de todo-

-No, pues está bien...jamás había visto a alguien que le apasionara tanto la lectura, como a ti-

Lo miré a los ojos...apenas me había dado cuenta que estábamos a pocos centímetros de distancia, ahí estaba Daniel, con su mandíbula marcada, su hermoso cabello castaño, sus ojos cafés oscuros, que tenían un brillo tan particular, volteó a ver la parte de su abdomen, el abdomen que vi ayer en la noche, en el que no he dejado de pensar...automáticamente subo mi mirada, y lo encuentro con sus ojos clavados en mi, siento como mis mejillas toman un tono carmesí -¿Quieres ver lo que viste ayer en la noche?-

Trago grueso, y desvío mi mirada meneando la cabeza -N..no- balbuceó y al darme cuenta, decidí quedarme callada

-¿Te pongo nerviosa?- tomó mi mejilla con su mano

-Pff, para nada, o sea cero que ver- me alejó de él -No te creas tan importante- lo miro a los ojos, esos hermosos ojos aún tienen la mirada en mi, así que miro a otro lugar -Deberías estar en clase-

-Si, yo no llegué tarde- me lanzó una risa chueca

-¡Agh!- chasquee la lengua y me senté de nuevo a lado de él

-¿Por qué te importa tanto la escuela?- cuestionó intrigado

-Porque- me levanté y crucé mis brazos -Porque en mi familia todos son perfectos- mascullé

El otoño en el que nos conocimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora