4. El proyecto

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Claudia Mariscal

Mis ojos estaban hinchados de tanto llorar en la noche...Juan se ofreció a llevarme a la escuela, para evitar y asegurarse de que no hablara con Daniel.

-Mis ojos están horribles- dije mientras me miraba en el espejo

-Mmm, ten- me dio unos lentes -Póntelos, y finge que tienes una cruda, no que estuviste llorando por un idiota-

Sonreí ligeramente -Van perfectos-

Bajamos corriendo para desayunar algo ligero y salir a la escuela. Subimos al carro y nos dirigimos a mi escuela -Clau, sé que no me quieres contar nada de lo qué pasó, pero...¿eran algo?-

-Es que no éramos nada, pero tuvimos un encuentro ammm, sexual- musité lo último

-¿Sexual?- me miró de reojo unos segundos -¿Ya no eres virgen?-

-Dedos- mascullé

-¿Dedos?, ¡Ay por Dios!, ¿por qué me dices esto?- humedeció sus labios -Yo lo pregunté, fue mi error-

-Perdón-

-Es que es difícil escuchar decir eso a tú hermana de quince- se frotó la cara con sus manos -Pero quiero que me cuentes todo Clau, soy tú hermano, y es mi deber aconsejarte acerca de los patanes a los que te vas a enfrenar-

Sonreí ligeramente -Por primera vez me mojé con alguien-

-Suele suceder...pero...¿sólo te hace sentir mojada, o igual te hace sentir cosas en el corazón?-

-En ambas partes-

-Alguien te puede mojar mucho allá abajo, pero no permitas que te mojen esos ojos-

Sonreí -Eso fue...-

-¿Extraño pero cierto?-

-Si- dije relajada

-Es mi deber, y de Ernesto...somos tus hermanos mayores, y papá...-

Lo interrumpí - Ya no está-

-¿No piensas hablar esto con Diego?

-No- suspiré -Lo quiero mucho y ha llegado a ser como un segundo padre, pero...no me siento cómoda hablándole de mi sexualidad-

-Bueno...aquí estoy para ti ¿si?-

Sonreí -Lo sé- bajé del carro -Adiós-

Sonrío.


(...)


Llegué al salón, y ya todos estaban en el, caminé rápido para llegar a mi asiento y pasar desapercibida, me senté en el cubículo cuando el profesor entró pidiéndonos sacar todo el material...mientras explicaba yo puse mis codos en el pupitre, tomando con mis manos la cabeza -¡Señorita Mariscal!-

-Umm-

-¿Me está poniendo atención?-

-Si- dije despreocupada

-Quítese los lentes, no puedo ver sus ojos-

-Pero, si estoy poniendo atención...estamos hablando sobre el libro: Como agua para chocolate, puedo decir que yo quería que fuera un amor, pero el destino no dejó que ocurriera-

-Los lentes- me fulminó con la mirada

-Ya sabe como son mis ojos, son grandes, verdes-

-Mariscal, ¡a dirección!-

El otoño en el que nos conocimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora