Honduras x USA (Parte 1)

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Siempre era la misma historia todos los días, todos los meses, todos los años, y en cada una de las reuniones a las que asistía debía forzarse a actuar con normalidad, mientras en su interior quería llorar, gritar y romper cada objeto que tuviese a la vista. Al parecer, el destino encontraba realmente entretenido ver lo agotador y deprimente que se volvía el ambiente para el hondureño cada vez que este tipo de incidentes ocurría.

Desde hace más de una década, las lágrimas hacían arder sus ojos cuando tenía la desgracia de verlo actuar de esa forma con su persona, siendo tan indiferente, seco y frío, sin importar lo mucho que quisiera llamar su atención de todas las maneras que conocía. Él simplemente era inaccesible, y aunque se esmeraba en que no le afectara, lamentablemente no era el caso, y le hería saber lo patético que era sufrir por alguien que ni siquiera lo notaba.

Si se quejaba con su familia al respecto, las numerosas frases que le regalaban se repetían cuál eco en su subconsciente: "Él ha sido así desde su nacimiento", "no te desveles por intentar impresionar a alguien tan arrogante", "no es culpa tuya, es que el ego le tapa la vista", entre otras bromas más que, lejos de hacerle sentir mejor y entender que realmente no había gravedad que lamentar, ese tedioso remolino en su interior continuaba haciendo de las suyas para que sus sentimientos continuaran por el piso por los oscuros recuerdos.

Cuando contemplaba su buen mozo semblante, tan bien definido y agradable ante las pupilas de todo el mundo (incluyendo sus propios enemigos o rivales), de inmediato su subconsciente le jugaba una muy desagradable pasada, brindando retratos de los pocos buenos instantes que tuvo la fortuna de vivir al lado del albino, ya fuese en las excursiones que su continente entero hacía para estrechar lazos, o las contadas ocasiones en las que se encontraron en los pasillos y conversaron como personas normales, en lugar de lucir como una pareja divorciada.

La nostalgia se inyectaba en sus venas al momento de divisar esa reluciente felicidad que lucía tan genuina, tan simpática y tan fuera de su reconocida personalidad arrogante, ególatra y, como dirían en sus propias tierras, "creída", entre otros modismos en los que todos estaban de acuerdo. Tenía vigente el pensamiento de que no todo era el malo respecto al americano, pues aunque no fuese precisamente un pan de Dios que nunca atacaría ni a una mosca, su bondad y carisma resplandecían igual a las estrellas de sus ojos en cuanto se quitaba la máscara de superpotencia y se relajaba junto a sus hermanos, amigos y compañeros.

Atesoraba con creces el último contacto físico que obtuvo antes de distanciarse por completo, siendo ese el sentir su palma revolviendo sus sedosos cabellos azules de lado a lado, las caricias en sus suaves mejillas y el inesperado abrazo que le permitió escuchar sus relajantes latidos por unos minutos. los mejores minutos que recibió allá por el lejano dos mil nueve. Todo ocurrió en un precioso picnic que todos los americanos prepararon para distanciarse un poco de todos los conflictos de aquel entonces, incluyendo el suyo.

Recordaba con lujo de detalle cómo el estadounidense le había dado ánimos, afirmando que todo estaría bien, que podría superar todas las adversidades del momento, porque era un guerrero fuerte y valiente que no debería temer a nada, y que fuese cual fuese el resultado de todos esos espantosos problemas, el anglosajón estaría allí para ayudarle y apoyarle, porque creía firmemente en él.

En un principio, dichas oraciones fueron su motivación para no rendirse, para sobrepasar ese terrible año del cual nunca pudo recuperarse en realidad, ya que el trauma continuaba metido en sus sueños, transformándose en horripilantes pesadillas que lo levantaban a mitad de la noche o a altas horas de la madrugada. Sin embargo, a pesar del constante dolor y la sensación de inseguridad que continuaba atormentándolo, se enorgullecía de sí mismo por sobrevivir a semejantes días, y lo hubiese dado todo por compartir su victoria con la potencia que depositó tanta fe en su persona.

Enculado | Honduras Harem |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora