Honduras x USA (Parte 2)

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—Honduras, con todo el respeto que usted se merece, ¿no le parece que ya está exagerando mucho? —Dijo una de sus estilistas, quien se encontraba cansada por culpa de las abrumadoras insistencias del país, quien se estaba obsesionando con su apariencia.

—Es que usted no me entiende, ¿y se me desacomoda algo a mitad de la fiesta? —Su cósmica mirada contemplaba con desesperación el más mínimo detalle, y juraba que si encontraba algo fuera de lugar, iba a perder la poca cordura que le quedaba.

—¿Y qué se le va a desacomodar? Si está todo bien organizado.

—Eso dice uno, pero a la hora de la hora, o algo se te rompe, o se te quema una manga del saco, o el pelo parece mango chupado, o quién sabe cuánta mierda —Se peinaba sus cedros azules con un tanto de desesperación, tratando de adivinar cuáles mini cambios le hacían lucir mejor.

—Si se sigue haciendo eso, la gelatina no le va a durar.

—¿¡Cómo!? ¿¡Y por qué no me lo dijeron antes!? —Su tono azul oscuro palideció casi en celeste, respirando agitado y con las manos comenzando a temblarle—. ¡Puta, de seguro ya me lo arruiné! ¡Qué mierda!

—¿Para qué lo revolviste, cerota? —Regañó una de las empleadas a la otra, mirándola con desprecio—. No le haga caso, señor, esta care'tubo no sabe lo que dice.

—¿Y qué pasa si tiene razón? ¿Qué tal si se me ponen los pelos parados cuando esté allá?

—Honduras, le prometo que se ve bien, nosotras ya nos encargamos de todo eso para que no se desarregle —Mencionó otra muchacha, tomando sus manos con gentileza.

—Eso sí, si se pone así de histérico, puede arruinarnos todo el trabajo. Después, vamos a tener que estar otras dos horas encerrados aquí, y ahí sí vamos a tener clavo, porque usted va a llegar tarde y sus invitados se van a enojar.

—P-perdón, no quiero arruinar lo que han hecho, y tampoco quiero hacer esperar a nadie, e-es que no quiero despeinarme, mancharme con algo, o que justo pase otro problema cuando esté en el escenario.

—Nada de eso va a pasar. Siempre y cuando usted tenga cuidado, va a llegar enterito al estadio.

—Además, no entiendo por qué anda tan alterado. O sea, sé que otros países van a estar ahí y que se quiere ver bien para ellos, pero nunca le vi estando tan preocupado.

—Es que realmente me importa mucho esta celebración, y... Sólo quiero que todo salga bien, por una vez.

—Señor, le lavamos y planchamos ese traje siete veces como usted dijo, porque el siete es el número de Dios y quiere tener su bendición; le hicimos como cuatro lavadas en ese pelo, lo peinamos bonito, huele bien rico a café con chocolate, y todos los decorativos del estadio ya están listos y asegurados. ¿Qué más puede pedir?

«Qué Estados Unidos venga» Fue un pensamiento intrusivo, pero no errado, aunque Honduras nunca estaría dispuesto a admitirlo en voz alta.

—Es que no quiero que nada salga mal... Quiero.., quiero darles algo bueno y esperanzador, por lo menos antes de que todo se vaya a la mierda, otra vez.

—Ay, señor, no diga eso. Juanchi ya no está, no va a tener que preocuparse de que vuelva a hacer más relajo. Mejor, en vez de andar enfocándose en lo malo, debería ver esto como una oportunidad para usted y para nosotros.

—Exacto, no atraiga la negatividad porque hasta se le puede cumplir lo que manifiesta. En vez de eso, roguemos a Dios para que a partir de hoy se cumplan todas nuestras metas.

—Y en nombre de él, así va a ser.

Todas en la sala apoyaron los consejos de las tres trabajadoras, dejando a un Honduras pensativo, impresionado y conmovido por su amabilidad, especialmente cuando varias de ellas le brindaron un reconfortante abrazo para agilizar su nerviosismo, mientras otras le otorgaban miradas de cariño y aprecio. Era su representación después de todo, no tenían el corazón para enojarse con él.

Enculado | Honduras Harem |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora