—¿Por qué estoy en este lugar? — dijo tan pronto me tuvo cara a cara—. Esto es secuestro, por si no lo sabías, imbécil.
—¿Acaso mis hombres te trajeron a la fuerza? — preguntó mi padre socarrón.
—¿Quién demonios eres? Suéltenme inmediatamente o llamaré a la policía— ordenó.
—Eso no se va a poder, mi querido Ethan — le propiné un sólido puño en el estómago que lo dobló de dolor al instante—. Primero, no estás en condiciones de llamar, por si no te has dado cuenta; segundo, porque hasta no hacerte vivir lo mismo que vivió mi mujer por tu culpa, no quedaré satisfecho.
—¡Jamás haría algo para lastimar a Carol! Ella ha sido una gran amiga por años; lo menos que haría es dañar a quien tanto quiero con el corazón — se quejó.
—Digamos que no tuviste nada que ver con lo que le pasó. Digamos que, aun y con todas las coincidencias apuntando hacia ti, te creo — lo tomé del pelo y lo obligué a mirarme a los ojos—. Te preguntaré una sola vez y, espero que por ese "cariño" que le tienes a mi mujer, seas lo más honesto posible conmigo. Agradece que te estoy dando el beneficio de la duda, ingeniero. ¿Tuviste algo que ver con lo que le pasó a mi conejita, sí o no?
Tragó saliva, desviando la mirada por breves segundos antes de relamer sus labios y negar rápidamente con la cabeza, aun sin establecer contacto visual conmigo.
—No — siguió con el descaro y cinismo de negarlo frente a mis narices.
—Muy bien — sonreí—. Tuviste una oportunidad de oro y la has echado por mierda.
—¡No te estoy mintiendo! ¡Yo la amo! ¿Cómo mierda crees que le haría daño?
—No lo sé, eso quien mejor lo sabe eres tú — caminé hacia el maletín de metal y lo abrí, observando minuciosamente cada objeto a usar—. Detesto los hombres cobardes y sin los suficientes cojones como tú. ¿Te consideras muy hombre al amedrentar a una mujer? Por lo menos hubieras jugado limpio, hasta de pronto mi mujer te hubiera correspondido de vuelta.
Entre todas las cuchillas de diferentes tamaños, una mediana y delgada fue la que tomé entre mis manos. La hoja plana, afilada y con una punta extremadamente filosa son las que más me gusta utilizar cuando de confesiones se trata. Quizás sea suficiente para lo que tengo en mente.
Mi padre se había sentado despreocupadamente en una de las sillas a observar como si se tratara de su deporte favorito. Es lo que suele hacer desde hace un tiempo; deleitarse con cada ajuste de cuentas.
—Sr. Blaze, le aseguro que está equivocándose conmigo. Puedo ser a veces un dolor de culo diciéndole a Carol que no debería estar con alguien como tú; y, dándome cuenta el verdadero ser que eres, eres poca cosa para ella — se burló—. Me dices que no tengo cojones, que soy poco hombre, ¿y qué hay de ti? ¿Ella sabe que me tienes acá secuestrado y a punto de matarme por algo que no cometí? No te lo va a perdonar nunca. El hecho de tenerme acá, hará que ella se dé cuenta que no eres el hombre perfecto y bueno que le has pintado.
—Puede que me odie más adelante, pero que le quede bastante claro que soy un hombre que da la vida por ella si es posible — tomé el lanzallamas pequeño de la misma maleta y fui con Ethan de vuelta—. Además, ¿quién dijo que te iba a matar?
—¿No es eso lo que planea hacer? — enarcó una ceja.
—Por supuesto que no, ¿por quién me tomas? — encendí el aparato y pasé la hoja calentándola por la poderosa llama que salió del mismo—. Hay que sentir para vivir, o si no, ¿qué gracia tiene?
Una vez de asegurarme de que la hoja estuviera lo suficientemente caliente y estuviera entre negra y oxidada, la puse directamente sobre la palma de su mano la cual estaba de par en par gracias a las esposas que la sujetaban.
De la hoja salía humo, al igual que de su mano que quedó rojiza debido a la marca. Su cuerpo se tensó al sentir el contacto en su piel, pero luchó con todas las fuerzas para no soltar un grito. Solo apretó la mandíbula mientras cada músculo de su cuerpo se contraía de dolor.
—Hijo de puta — fue lo que murmuró estando tenso.
—No duele, ¿verdad? — volví a calentar la hoja, pero esta vez la dejé más tiempo en el mismo lugar que la primera marca—. ¿Sigues sin sentir?
De su garganta se escapó un quejido no tan fuerte, pero que escuché a la perfección. Hice el mismo procedimiento innumerables veces y por toda la extensión de sus brazos, dándole la oportunidad de hablar. Soy paciente, podría marcar cada centímetro de su piel durante toda la noche si él no me dice los motivos que tuvo para hacerle daño a mi conejita, y tal parece que le gusta esta idea.
—En vista de que no quieres confesar, tendré que usar métodos más efectivos que este. Porque por más que te quejes y te retuerces por los quemones en tu piel, ya me estoy aburriendo de que no digas ninguna palabra.
Volví a poner la cuchilla caliente sobre su brazo, realmente aburrido de que no dijese nada.
—¡Deja de hacer eso! ¡Duele como un demonio! ¿Cómo carajos quieres que hable si no me dejas ni respirar! — su pecho subía y bajaba con rapidez, sin que su cuerpo dejara de temblar.
—¿Y así te crees un hombre dominante? — reí, y coloqué la hoja a la altura de su cuello, quemando con tan solo con la punta del cuchillo su piel—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué de malo te ha hecho una mujer tan tierna como ella? ¿Por qué demonios traicionaste su confianza?
—La amo. Se supone que debía ser su único hombre y dueño, pero llegaste a arruinar lo poco que había avanzado con ella. Si Carol no es mía, no será ni tuya ni de nadie —explotó, sudando y temblando por el mismo ardor en su piel.
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Kilian Blaze[En Físico]
RomanceEl deseo de poder someterte es mucho más fuerte de lo que estoy dispuesto a soportar. Si tan solo me dejaras mostrarte todo lo que por mi mente cruza, estoy seguro de que crearíamos un juego de lujuria inimaginable.