Kilian Blaze[En Físico]

Epílogo

Como era de esperarse, en las pequeñas vacaciones que tomamos mi esposo y yo, resulté embarazada. No era para menos, hicimos la tarea juiciosamente cada noche hasta que los resultados se vieron reflejados tres meses después. Tras la noticia el hombre que más en el mundo no cabía de dicha y felicidad.

Si antes Kilian era un hombre más cariñoso, atento y tierno, desde que se enteró del embarazo y hasta el día de hoy en el que nuestro primer hijo ha llegado para complementar nuestras vidas, es el doble. Tan solo con darnos una mirada nos protege y nos dos demuestra lo mucho que su vida es una completa maravilla.

Mailen nos ha hecho conocer y experimentar el amor más puro que un ser un humano puede sentir. De boca de muchas personas, escuché la enorme felicidad de ver a sus hijos nacer, pero no es hasta ahora que esa felicidad se queda corta con la que hay en mi interior al ver por primera vez el rostro de mi pequeña princesa. Su piel blanca, con bastante cabello en su cabecita, de mejillas rosadas y regordetas, labios pequeños y rosados, ojos indescifrables porque aún no sé el color de ellos; simplemente es la personificación de un ángel.

Al ver las lágrimas de Kilian mientras sostiene con firmeza y delicadeza a Mailen, las mareas de mis emociones se adueñaron por completo de mi interior. No sabía cuan sentimental podría ser un hombre que explota de felicidad al ver con adoración a su pequeña hija.

—Eres igual de hermosa a mamá — mencionó paseando a Mailen por la habitación—. Parezco estar viviendo en un sueño, ¿tú no, mi amor?

—Así es.

—Pero son tan reales que hasta miedo tengo de ir a dormir y no tenerlas a mi lado — lágrimas caían como cascadas por sus ojos, por lo que me acerqué y lo abracé desde atrás, descansando las manos en sus brazos con suavidad.

—No iremos a ningún lado, conejito. Aquí estamos; muy reales estando a tu lado — besé su espalda, dejando caer mis lágrimas sin poder retenerlas por más tiempo—. Eres el mejor hombre y padre que pueda existir en este mundo. Soy tan feliz a tu lado, mi amor. ¿Cómo crees que nos vamos a separar de ti?

—Es solo un tonto temor. No me pongas atención, mi amor — dejó a la pequeña en su cuna.

Nos quedamos abrazados contemplando a nuestra pequeña dormir plácidamente.

—Se parece mucho a ti.

—Tiene el mismo color de tus ojos — agregué en un suspiro—. Me enamoro cada vez más de ella, aunque apenas tiene semanas de nacida.

—Quiero tener muchos más hijos — le dio un fuerte apretón a mi trasero, por lo que cubrí mi boca para no despertar a la pequeña con mi risa—. Deseo tener una familia grande contigo.

—Kilian — golpee su pecho juguetonamente—. ¿Acabo de dar a luz y ya quieres otro? No tienes remedio.

—Mírala tan solita, ¿no crees que merece algo de compañía? — adentró la mano por mi pantalón de dormir con muy mala intención—. Tienes la culpa que me pongas, conejita.

—Deja de decir esas cosas frente a Mai — lo abracé por el cuello, respirando el aroma tan embriagante que brota de su cuerpo.

—A menos que no te vayas a hacer cargo, no me provoques, conejita — estrujó mi trasero pegándome a su cuerpo—.

—También quiero una gran familia, ver a nuestros hijos jugar, reír, llorar, crecer, alejarse de nuestro lado. Anhelo tenerlos siempre entre nuestros brazos — confesé.

—No perdamos más tiempo; los dos lo queremos, ¿qué nos lo impide, mi amor?

—Absolutamente nada ni nadie.

Y, dicho eso, me besó con la misma pasión y con el mismo amor con que su boca y cada parte de su ser expresa amarme. Como amo perder la dulce miel de sus labios y caricias.

Cada año a su lado es mejor que el anterior. Los días a su lado son la eternidad más maravillosa que pueda existir, incluso me encantaría congelar el tiempo para que esta maravillosa vida nunca termine. Él es amor y ternura con nosotras. No hay día que no demuestre con actos y palabras la gran importancia y el significado de la palabra familia.

Nunca me imaginé llegar a tener un amor tan verdadero como Kilian. Todo de él me enredó en poco tiempo; desde de su sensualidad hasta su más fuerte defecto de sinceridad. A su lado me esperan años maravillosos o complicados, no lo sé, pero sé que nuestro amor es inquebrantable. No habrá nada que lo destruya, solo nosotros somos los únicos capaz de acabarlo de la misma forma en la que comenzó. Y para ser sincera, lo que menos planeo es soltar a mi conejito pervertido del yugo de mi amor.