Capítulo 8

68 12 1
                                    

//Annika

Felipe, Lucas y yo tomamos un avión con destino a Marruecos. 6 horas y media sentada en un incómodo asiento doble junto a la ventanilla. Admirar las nubes me hacen fantasear. Las horas más largas de mi vida finalmente terminan y Lucas, Felipe y yo finalmente descendemos del avión. El calor me abruma y lo primero que hago es quitarme la chaqueta de cuero que traigo encima.

—Madame, tenemos que comprarle un vestido y un hijab, hay cámaras y probablemente pronto sabrán que está aquí.

—Concuerdo con Felipe.

—¿Con este calor? —frunzo el ceño agobiada y ambos asienten— Me estáis empezando a caer mal.

—Espere a aquí con Lucas, iré a comprar su atuendo.

Le entrego a Lucas mi chaqueta y me cruzo de brazos, las gotas de sudor empiezan a parecer y la sed comienza a apoderarse de mí. Miro a Lucas nuevamente y vuelvo a mirar mis manos.

—¿Tiene sed? —me pregunta.

—Sí.

De la bolsa en la que lleva saca una botella de agua y la tomo sin dudar. Me tomo la mitad de la botella y sacio mi sed, le entrego nuevamente de la botella y él procede a beber de esta también. Pasan alrededor de treinta y cinco largos minutos hasta que finalmente Felipe aparece con un par de bolsas en su mano. Me guía hasta el baño más cercano y me comienzo a cambiar.

Comienzo a desvestirme y dejo la ropa en el suelo, saco una prenda blanca que me ha comprado Felipe y no yo tardo en darme cuenta de que se trata del vestido. Comienzo a deslizar el vestido sobre mi cuerpo y me miro. Cubre totalmente mi cuerpo. Tomo la segunda tela llamada hijab y miro extrañada sin saber cómo se coloca.

—¿Cómo se coloca esto? —susurro para mí misma.

Intento varias veces colocarme el hijab, pero no lo consigo, abro la puerta y saco un poco la cabeza encontrándome con Lucas custodiando la puerta. Él voltea a verme y le tiendo el pañuelo.

—¿Sabes poner esto? —enarco una ceja y Lucas asiente levemente—. Entonces entra y colócame esto.

Lucas acata mi orden y entra al baño, no es un espacio grande y estar aquí los dos, me es muy sofocante. El hijab es de un color café un tanto más claro y Lucas me lo coloca de manera rápida, me miro en el pequeño espejo que tengo delante y observo mi cambio.

—Gracias. Ahora vete, tengo que orinar.

Y no mentía, me habían entrado ganas. Lucas sale dejándome nuevamente sola y sigo mirándome en el espejo. No me veo mal en realidad y me gusta.

Tardo unos minutos más antes de salir del baño y Felipe, Lucas y yo volvemos al aeropuerto. El aire fresco del aeropuerto me refresca mucho, Felipe se hace pasar por mi pareja y compra dos billetes de en dirección a Barcelona, España. Lucas compra otro billete para el mismo lugar y se asegura de tener la misma compañía que nosotros tenemos. Mi pasaporte falso me sirve y no me preocupo, ya que está bien falsificado.

—Respeto mucho a esta cultura, así que no me hagáis decir groserías ¿Bien? —advierto, mientras nos sentamos en la sala de espera. Son las cinco en punto y sigue haciendo calor.

Luego de unos quince minutos comenzamos a abordar el avión y busco mi asiento. A Lucas le toca un asiento distinto al de nosotros y Felipe y yo nos sentamos juntos. El avión no tarda en despegar y mientras el tiempo pasa, cierro mis ojos tratando de relajarme un poco. Necesito unas vacaciones, y quizás España me las proporcione.

Pasan alrededor de dos horas y media hasta que finalmente logro estar en una casa cerca del mar, descansando en una cama totalmente cómoda. El aire acondicionado está encendido y el calor de fuera me mata así que no salgo.

Felipe me informa de que los anillos de seguridad han vuelto a su posición y mi sonrisa vuelve a mi rostro. Estoy segura ahora y podré huir a tiempo cuando sea necesario. Mientras tanto me llenaré de comida, haré ejercicio y cuando me dé la gana, iré a la playa.


//Blake

Me quito la camisa y me lanzo al agua, la piscina de mi patio trasero me mantiene ocupado el día de hoy. Hago varios largos mientras el sol irradia como nunca. El agua está fría y me refresca bastante.

Escucho como suena mi móvil sobre la tumbona y nado hasta las escaleras flotantes de la piscina y salgo, el agua comienza a caer recorriendo todo mi cuerpo y me acomodo el cabello hacia atrás. Me acerco hacia una de las tumbonas que tengo cerca y me seco con la toalla antes de coger el móvil. El nombre de Johann aparece y contesto de inmediato.

—Te acabo de mandar unas fotos que se hicieron en el aeropuerto de marruecos hace varias horas.

Coloco el altavoz y reviso los mensajes, miro a detalle las fotos que me ha mandado y me tenso al ver su imagen en una de las fotos.

—Se ha ido a Marruecos —mascullo.

—Te acabo de mandar otro video —avisa.

Reproduzco el video y veo como camina con una maleta de ruedas con la cabeza baja, como si mirara sus uñas. Definitivamente es ella, me he quedado con su forma de caminar y su forma de mover las caderas es tan sutil que me es imposible decir que no es ella.

—La tenemos, cómprame de inmediato un billete de avión a Marruecos.

Escucho un sonido de afirmación y cuelgo enseguida, tomo la toalla y camino de vuelta hacia dentro, no pienso perder el tiempo, tengo que encontrarla. Me dirijo al baño y me doy una rápida ducha, al salir, me coloco mi camiseta y mis pantalones para luego colocarme las botas. Salgo de mi casa alrededor de las doce y cuarenta y llego a la agencia alrededor de las una y veinte.

Hendrik me da el billete impreso, tomo un par de cosas más y me voy. Yo creo que más se gasta dinero en billetes de avión que en comprar varios jets que podamos utilizar de manera eficaz. Comienzo a conducir hacia el aeropuerto, y una vez que llego, aparco y me bajo enseguida para entrar en el aeropuerto. Siento algunas miradas, quizás sean de las azafatas que me reconozcan del espectáculo que hice.

Le entrego mi pasaporte y el boleto a una de los trabajadores que me atiende, y éste me da de inmediato el pase. Pasan alrededor de cuarenta minutos hasta que finalmente abordo en el avión. Pasan las horas y me trato de distraer mirando una película aburrida en la pequeña pantalla que tengo delante.

El avión finalmente aterriza y soy de los primeros en bajar, camino fuera y avanzo con rapidez. Mis pies se detienen y mi vista logra localizar a una mujer, está al lado de un hombre y ambos no emiten ninguna palabra. Veo como ella vuelve a revisar el billete y ambos se levantan. Tiene un hijab café y un vestido que cubre todo su cuerpo.

Tiene su altura.

Ojos negros, labios un tanto gruesos que se mueven al hablar, nariz recta, leve maquillaje y cejas definidas. No se da cuenta de mi presencia. ¿Puede ser ella? Pasa por mi lado y antes de que ella pueda seguir avanzando, tomo su hombro y hago que me preste atención. Su mirada confusa se conecta con la mía y frunzo el ceño.

—Perdona, ehmm...

—¿Sí? ¿Quieres algo? —me dice, en inglés. Su voz es dulce y su tonalidad amable. Sus ojos muestran confianza y la miro con confundido.

¿Es ella?

—No, lo siento, se me ha olvidado —miento.

—No te preocupes.

Se da media vuelta para marcharse y me quedo en el mismo sitio observando cómo camina. Niego con la cabeza y sigo con mi camino. Me dirijo hacia la salida y camino por las calles de Marruecos. No sé por dónde comenzar, esa mujer podría estar en cualquier parte.

---

MI JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora