Feria: juegos y azúcar

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Después de pagar la entrada a la feria, Luz y Amity se emocionan.

Luz extrañaba ir a un feria repleta de juegos, comida y personas.
Para Amity, esta sería su primera vez yendo a un lugar así en años.

Para iniciar, en casi todos los juegos de destreza y suerte apostaron. Camila les ayudo a ambas en algunos juegos de fuerza y puntería. Consiguieron 3 peluches, dos gorros de colores y estrellas que brillan en la oscuridad.

Todo, menos los gorros, lo ponen dentro del bolso de Camila, quien no le importa cargar los premios.

—Luz, ¿te quieres subir a las montañas rusas?

—Solo si me dejas abrazarte— Condiciona penosa y en voz baja, jugando con sus dedos.

Amity no puede evitar sonreír ante su única petición.
—Trato hecho. Vamos.

Blight decide abrazar un brazo de su novia y así caminar hasta la larga fila para la atracción de adrenalina. Noceda solo gira para despedirse de su madre con la mano.

La primera montaña rusa era más tranquila de lo que esperaban.

La segunda era un mareo total, muchas vueltas completas. Cuando se bajaron de ese, con el corazón acelerado por la velocidad y con el cabello hecho un caos, solo rieron.

En el tercero, dudaron. Llegaba muy alto y los vagones no tenían piso.

—Amity, no. No quiero morir.
Para ese entonces, ya estaban tomadas de la mano. Luz se sugetaba a un poste de luz con su mano libre, queriendo no moverse.

—No vas a morir. Y si pasa algo, no morirías sola– Curvea los labios Amity.

Al final, Luz accedió.

A Amity le encantó que la montaña rusa pareciera insegura. Luz estaba todo el tiempo abrazada a ella. Luz chillaba de miedo y Amity de felicidad.

Camila apareció y las tres fueron a la zona de comida. La pizza no estuvo mal, tampoco la nieve de limón, mucho menos el algodón de azúcar.

Pasean por los pasillos de máquinas arcade, por los demás puestos de artículos curiosos y por juegos de suerte. Entran a un gran espacio cerrado, en el centro de toda la feria.

La noche cae sin darse cuenta.
Después de de pescar unos patitos de hule y de obtener un par de premios, Amity recibe un corto llamado, tanto que ni hubo espacio para decir alguna palabra.

—Ya están aquí mis padres, esperándome.

Tanto la alegría de Amity como la de su novia Luz, desaparecen. La acompañan las dos Nocedas hasta la salida de la feria.

—De verdad me divertí mucho. Muchas gracias Camila, Luz. Nos vemos mañana.

Luz no quería dejarla, pero reaccionó muy tarde. Pensó después del abraza y del  beso sabor azúcar.

—Yo también me quiero ir a casa— Pide Luz, triste. Seguir creando experiencias ya no tenía sentido, de todas maneras, en unas horas, ya no las recordaría.

La pequeña Noceda solo fue a su habitación al llegar. No tenía ganas de jugar, de desvelarse, de nada. Estaba completamente desesperada y atemorizada por el mañana, por los recuerdos que va a perder sin quererlo, por pensar si sus días serán siempre así, un olvidable bucle para ella.

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