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Harry se considera un Slytherin modelo, pero siempre creyó que convivir con todos sus parientes Gryffindor le había pegado algo de incoherencia, de imprudencia.

A veces, no podía controlar su bocota.

-¡Nott deja de ver a Draco o te picaré los ojos con mi varita!

Draco paró de platicar con Tracey y completamente ruborizado, miró a Theodore, quien miraba a Potter con enojo.

-¡Draco! -reclamó Harry con un gruñido. ¿Por qué veía primero a Theo sí él fue el que habló?

El omega miro al frente con el ceño fruncido.

-No me gruñas, Potter.

La valentía de reclamarle a Theo se esfumó con aquella mirada enojada.

Theo habló -Quiero verte intentarlo.

Harry le devolvió la mirada, nuevamente con rivalidad.

El rubio se adelantó a que hablara -No respondas.

Con el orgullo dividido, el alfa le miró de reojo.

Insistió -Potter. Ni una sola palabra.

Quería seguir viendo con desafío al beta, pero su amigo Blaise le dió un codazo en su costado, por lo que renuente miró a Draco.

Ahí estaba, viéndolo con sus bonitas pestañas rubias y su cabello suave, Harry sonrió de lado. Se veía tan bien a pesar de estar enojado.

Quiso estirarse y besar su ceño fruncido.

-Deja de pelear o no te dejaré tomar mi mano.

Se escucharon unas risitas en la mesa de Slytherin.

Avergonzado, Harry miró su comida a medio terminar -Bien.

Nott sonrió con autosuficiencia, pero no se libró de una reprimenda de Tracey.

Harry comenzó a divagar. Él y Draco llevan saliendo desde finales de quinto año, y estaban a pocos meses de cumplir los dos años de relación.

Su amiga Daphne le había regañado varias veces, diciendo que no podía ir gruñendo y alejando a todos como si Draco tuviera la marca del lazo. A pesar de ser novios, era cierto que en cualquier momento, ambos podían dejar la relación sin problemas y dramas porque no están enlazados.

Miró anhelante a Neville y su alfa Hannah. Harry sabe que la marca del omega está en su hombro y por eso, no es diario que la luzca con el uniforme.

Devolvió la vista a su desayuno. ¿Será que Draco no quiere ser marcado? Su pecho se presionó con dolor.

Salió de su cabeza cuando el rubio se levantó. Ya había terminado de desayunar.

Le ofreció la delgada mano- ¿Me acompañas a la biblioteca?

Sonrió y fue correspondido. Sus miedos se esfumaron cuando sus palmas se unieron.

GruñidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora