Gruñido

5

El omega se quejó bajito cuando sintió un pequeño jalón en su cabeza.

A Harry le encanta el cabello de su Draco. Nunca pierde la oportunidad de tomarlo entre sus dedos y acariciarlo con casi reverencia.

-Lo siento, amor -Harry se estira para besar su frente como disculpa. Draco ronroneo satisfecho.

Estaban recostados a la sombra de un árbol, la cabeza rubia estaba en el regazo de Harry. Le estaba trenzando pequeñas flores entre los mechones.

-¡Draquito! -gritó Pansy mientras llegaba corriendo, se paró a respirar mientras veía embelesada al chico pálido- ¡Qué bonito te ves! Me encantan las margaritas.

Harry se endereza. Desde siempre, Pansy ha estado enamorada de su Draco y aquello no le agradaba.

Le miró como normalmente lo hace, con desprecio.

Ambos se ignoraban desde quinto año, cuando Harry le empujó por tomar el bolso de Draco. Era normal la falta de modales.

-Gracias, Pans. ¿Necesitas algo? -Oh, su omega es tan amable. Tan dulce. Tan bonito. Tan suyo.

-De hecho sí. -la chica se sonrojó. Sospechosamente Harry comenzó a oler feromonas de atracción.

Pansy es una alfa con gran autoestima -y pocas ganas de vivir, si le preguntas a Harry- para atreverse a hacer eso frente a otro alfa. Estaba coqueteando -Me preguntaba... ¿Quisieras ir este sábado a Hogsmeade conmigo?

Sin proponérselo, Harry soltó un audible gruñido que estremeció a Draco, quien enterró el rostro en su muslo por acto reflejo. Su mano bajó de su cabello a su nuca, tocando directamente la piel.

Miró con más repulsión y ahora desafío a la otra alfa. Oficialmente se estaba presentando como una enemiga.

El omega se recuperó con rapidez, sutilmente le pellizcó la pierna a Harry para que se comportara.

-Ay, me halaga mucho, pero lo siento, no puedo.

Y con un movimiento fluido, levantó la manga del ancho suéter -de Harry- y mostró su muñeca marcada.

Su sonrisa se borró -Oh, mierda.

Salió corriendo como alma que lleva el diablo porque ella no es tan idiota.

Draco le soltó una suave palmada en la mejilla -La espantaste.

Harry atrapó su mano y besó con suavidad la marca del lazo en su muñeca- No, tú la espantaste.