Capitulo 11

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POV Krist

Una vez más estoy en el departamento de Singto después del trabajo, por eso visto  una camisa blanca, un pantalón y zapatillas negras. Mis anillos, una cadenita plateada , el reloj que jamás me quito y las perforaciones de siempre: en el labio, las orejas y la nariz.  Debido al clima fresco, un abrigo, un gamulan negro. Mientras que Singtuan  viste un sweater negro, un pantalón de pinzas negro tiro alto  con líneas blancas en vertical y zapatos Oxford. Además de sus aros en la oreja, sus anteojos ,algunos anillos y el reloj a juego con el mío. Estoy muy concentrado mirando mi celular mientras él termina de guardar las cosas que lavamos después de cenar comida marroquí. 

-¿Que tal todo con la aplicación? ¿Alguna novedad? - me pregunta casualmente. 

-Mañana me voy a juntar con alguien que me interesa- expreso con coquetería. Me humedezco los labios con la lengua en un gesto lascivo. 

 Me sorprendo cuando me agarra bruscamente de los hombros, apoyándome contra el desayunador y ¡me besa! Me siento eufórico y al mismo tiempo me pregunto porque no conocí su faceta apasionada antes. Una de mis manos la poso en su nuca y la otra en su mejilla. Vivir esto con mi persona no tiene comparación alguna.

 Abro la boca dándole acceso a su lengua. El ambiente se torna apasionado y fogoso de ambos lados. Nuestras bocas  y lenguas juegan ,recorriéndonos,  mordiéndonos, chupándonos, saboreándonos, fusionándonos  en una  danza ardiente. Disfrutando de los labios ajenos, del sabor del otro (el suyo es una mezcla de café, canela, menta y  jengibre que me fascina). 

Deseamos  dominar al otro. La tortuga quiere domesticar al león y viceversa. Cuando nos quedamos sin aliento, mantenemos nuestras  frentes apoyadas y nos sonreímos con dulzura. Este hombre tiene el talento  de ascenderme al Mundo Inteligible con sus actos, incluso con su sola existencia. Luego, me doy vuelta dándole la espalda. 

- Que buen beso, Zimba- mi voz se vuelve mas grave, mas ronca, sensual como un gemido. 

-¿Cómo? - cuestiona con suspicacia. 

-Siempre lo supe. - manifesté para que se de cuenta de  como me subestimó.  

Le muestro mi celular. Abro la aplicación , le muestro mis chats donde solo hay solo uno , el suyo. Sus mejillas y orejas se ruborizan, su mirada se dirige al suelo  con timidez. Se forma en mis labios una sonrisa triunfante. 

A continuación, estoy agotado  luego del largo día de estudio y trabajo, así que me acuesto en el sofá con Atenea y sin proponérmelo, me quedo dormido. Cuando nos despertamos con Atenea, estamos tapados con una manta y veo una nota: "Lo siento. Me tuve que ir. Después hablamos." 

Atracción filosoficaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora