Capítulo 24: PERDÓN

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DESCONOCIDO

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DESCONOCIDO


—Dos inyecciones más...

—Ella no soportará.

Saqué mi arma y disparé en la frente del bastado que se atrevió a desafiarme.

Mire a los otros dos.

—Denle dos inyecciones más...necesito que este lo suficientemente sedada...

—A sus ordenes.—dijeron al unísono.

Asentí.

—Al otro tipo...Becker...vean que siga respirando.

—De acuerdo.—afirmaron.

Seguido de eso salieron del salón.

Al estar todo vacío y sin ninguna persona, me dirigí a mi oficina privada. Apenas puse la clave para abrir la puerta, la luz roja se extendió por mi cuerpo.

Cerré la puerta de golpe, me adentre hasta llegar al medio del cuarto. Las fotos, cada una de ellas pegadas en las paredes, pelucas rubias, grises, rojas.

Ella con distintos tipos de ropa, con varios tipos de señas, planes, misiones.

En cada una de ellas se ve tan increíble y fuerte.

Y todo esto era de él, él fastidio mis planes, él fue la persona que me la arrebató siempre.

Pasé mis manos por cada foto pegada en las paredes.

Quería que fuera mía, y ahora está a mi disposición, en una celda cerca de mí.

Alyssa Donovan.

Él no es el único que tiene una obsesión, pero la mía es diferente, demasiado diferente. Yo la mataría con tal de que ella no esté cerca de él ni de ningún otro hombre.

Las pelucas, sus pelucas, aquellas que tiró después de sus misiones encubiertas en distintos lugares de la ciudad, aquellas que recogí y busqué.

Sujetandolas empecé a oler cada una. Su perfume, su piel, ella siendo torturada, ella siendo sumisa, ella de rodillas frente a mí. Su ropa, la ropa que robé de su habitación esa noche de la trampa que les puse, el camisón para dormir que traía.

Olía a ella, me excito, sus curvas, sus labios, su cuello. Era...era exquisita.

Me senté en el sofá viendo las fotos y aún sujetando su ropa, me baje el cierre del pantalón como pude. Me encontraba completamente excitado, ella lo hacía, ella era tan maravillosa.

Y está cerca mío, empecé a mover mi mano en un solo ritmo, pensando en sus movimientos, en ella sedada, cubierta de sangre, su sangre.

Golpeando su rostro.

Yo la golpeaba.

Eso me bastó para terminar, un jadeo salió de mí boca al notar de nuevo la emoción que me producía tenerla cerca.

Alarma 3 5  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora