Recostadas sobre el pasto del jardín de una casa cuyo dueño no conocíamos, Chloe y yo admirábamos las estrellas. El frío de la noche nos abrazaba, pero sus manos dibujando patrones sin sentido en mis brazos no me permitían congelarme.
—¿Cuánto tiempo? —Pregunté, pero temía la simple existencia de su respuesta.
Ella suspiró.
—No lo sé. Cuando mi necesidad de viajar me llame lo haré…
—¿Eso quiere decir que no podré despedirme de ti?
Chloe no me respondió, y supe que había evitado decirlo porque le dolía tanto como a mí.
—¿Ves las estrellas, Beca? —Asentí, pero debo confesar que una necesidad comenzaba a aparecer en mi mente. De repente no solo podía apreciarlas, pues números se hacían presentes.
Una estrella, dos estrellas, tres estrellas… veinte… treinta…
—Cuando las veo solo quiero visitarlas a todas.
Su voz me distrajo un poco, pero cuando se detuvo tuve que empezar a contar nuevamente.
¿Estaba frustrada? Por supuesto.
Chloe estaba hablando y yo no podía analizar correctamente sus palabras porque mi mente tenía otros estúpidos planes.
Quería parar, pero era imposible hacerlo.
No era yo quien ese momento controlaba mi mente. En realidad, nunca era completamente yo.
—Mamá y papá me mantuvieron tanto tiempo aislada del mundo que mi único sueño se convirtió en escapar de ellos. Quería ver lo que me habían prohibido, y ser quien habían negado —Juro que intentaba escuchar cada una de sus palabras, pero cada vez que desviaba un poco la atención una voz en mi cabeza me decía que las estrellas desaparecerían si no las contaba esa misma noche—… Amo viajar, no me malentiendas, pero la primera vez que subí a un avión lo único que deseaba era que ellos no me encontraran. No me importó el lugar ni el tiempo que estaría allí. Solo necesitaba alejarme… Tal vez aún estoy intentando escapar.
Y yo, en ese momento, buscaba escapar de los números que tanto amaba.
—Chlo…
Podía sentir lágrimas descendiendo por mis mejillas, y de repente también quería contarlas a ellas.
Comenzaba a desesperarme, pues esa podía ser nuestra última noche juntas y mi mente pensaba perderse la mitad de ella debido a mi estúpida necesidad de contar.
—No, Beca. No llores —Suplicó ella al verme. Limpió mis lágrimas con sus pulgares seis veces, y me frustró darme cuenta de que incluso esas cifras me importaban— ¿Qué sucede?
—Necesito contar, Chlo —Le dije entre sollozos.
Ella sonrió y besó mi frente tres veces, lo cual me hizo gruñir sonoramente al darme cuenta de que lo había hecho de nuevo.
—Hazlo.
—No quiero.
—Entonces no lo hagas.
Sus respuestas ante mi desesperación eran tan simples que cinco veces deseé, por un solo minuto, ser como ella.
—No es tan fácil, Chlo —Yo había sujetado una de sus manos. Sé que estaba temblando— Cada vez que intento no hacerlo una voz comienza a decirme que cosas malas sucederán si mi vida no se basa en cantidades. No quiero hacerlo, pero debo hacerlo.
—¿Quieres que te ayude?
No me esperaba algo así.
En mi niñez, cuando tenía crisis de este tipo, mis padres decían que debía ir con un especialista. Stacie, Emily, las parejas que tuve e incluso Aubrey me lo recomendaban regularmente.
Sin embargo, yo no escuchaba sus consejos. Estaba muy enamorada de mis números como para dejarlos ir.
Los amaba aunque me frustraran, aunque a veces me cansara de hacer las cosas, aunque a veces no me permitieran llegar a tiempo, aunque a veces deseara no amarlos.
Los amaba porque esos números eran yo, y yo había aprendido a amarme.
Chloe era la única, entre todas las personas que una vez conocí, que me aceptaba completamente como era y no creía que algo en mi debía cambiar.
Y es que yo tampoco quería que ella cambiara.
—Por favor —Le supliqué.
Y es así como ambas, abrazadas bajo el cielo nocturno, terminamos contando estrellas. No pudimos terminar porque la dueña de aquel jardín nos obligó a marcharnos entre desesperados gritos, pero aun así no me sentí mal.
En realidad, me sentía complacida.
Luego de eso Chloe me pidió que fuéramos a mi departamento. Quería hacer el amor.
Acepté, aunque creo que eso es obvio. También le pedí que durmiera un poco por el camino, pues sabía que tardaríamos un poco en llegar gracias a mis manías de tenerlo todo calculado.
Sin embargo, ella despertó solo quince minutos después mientras sollozaba.
Y como ella me importaba mucho más que cualquier estúpido calculo, detuve el auto en el primer lugar que encontré y la abracé mientras deseaba jamás soltarla.
—¿Quieres hablar? —Le pregunté cuando estuvo ya un poco más calmada.
Ella se secó las lágrimas y asintió antes de sujetar mi mano. Besó cada uno de mis nudillos seis veces, haciéndome sentir indescriptiblemente enamorada.
—Se lo dije, y él me lo dijo también.
—Chlo… —lo intenté, pero yo no pude comprender sus palabras.
—Austin.
Piezas comenzaban a encajar en mi cabeza, y cada vez dolía más. Y es que ella juraba amarme, pero no podía evitar soñar con él.
—Me escapé de casa ese día. Él estaba jugando con un balón, y mis manos temblaron cuando me acerqué —Me miraba a los ojos mientras hablaba, lo cual solo me hacía sentir mucho peor. Podía notar lo mucho que le dolía— Le dije que me gustaba, y él dijo que yo le gustaba también. Luego me besó.
No podía entender por qué sus lágrimas eran incontables.
—Decía que me amaba para luego escupirme en la cara. Me presentaba como su novia para luego humillarme. Me daba la mano para luego pisarme. Dijo que estaría siempre a mi lado para luego dejarme.
Ella se aferró a mi cuello, y buscó de esta forma un consuelo que yo no quise darle.
—Él no era como tú, Beca. No tenía tu sonrisa, ni tus ojos, ni tu corazón, ni el increíble poder que posees para enamorarme… Pero cuando yo estaba con él todos me aceptaban. De repente yo no estaba tan loca, ni era tan estúpida. De repente todos me querían.
—¿Entonces preferirías regresar con él?
Mi novia me miró a los ojos con terror.
—No. Yo no me quiero separar de usted, señora Luna —Se negó rápidamente antes de besarme seis veces, y poco a poco mi muro de enfado se derrumbaba—. Te amo, Beca, y prefiero ser feliz a tu lado mientras otros me desprecian. La vida me ha enseñado que es mejor una amistad verdadera antes que cien amigos falsos… O, en este caso, un amor verdadero.
—Chlo…
—Te amo, Beca, pero no puedo dejar de soñar con él.
—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?… —Lo repetí seis veces con cierta frustración, y ella escuchó atentamente sin parecer molesta debido a mi necesidad de usar números para todo.
-Soñar con él me recuerda lo muy afortunada que soy de tenerte ahora —Contestó antes de besar mi nariz dos veces—. Soñar con Austin me recuerda que mi amor por él fue completamente falso, y despertar junto a ti me hace darme cuenta de que mi amor por ti es completamente real.
Y deseé con todas mis fuerzas siempre despertar a su lado, para no convertirme en otro de sus sueños.
—¿Cómo harás cuando nos separemos?
—El no tenerte solo me recordará aún más qué amor es el verdadero, señora Luna, porque va a dolerme, y el dolor será real —Creo que lo peor de todo esto fue el darme cuenta de que yo también sentiría ese dolor, así que sufriríamos al mismo tiempo—… Aun no te he dejado y ya me duele más que mis sueños. Créeme, si esto no es amor debe de ser algo mucho más grande.
Y coincidí mientras la besaba, pues yo también sentía por ella algo mucho más grande.
—¿Puedes prometerme algo, Beca?
Asentí nerviosamente mientras volvía a unir nuestros labios. Esta vez no pude contener mi deseo, así que desabroché su cinturón de seguridad y la obligué a sentarse sobre mis piernas. Ella, tal vez porque tampoco podía soportarlo, comenzó a dejar marcas en mi cuello.
—Cualquier cosa que pidas ahora mismo la cumpliré, Chlo —Mis palabras salían acompañadas junto a jadeos que me era imposible contar. De repente mis manos le quitaron la camiseta para luego volver a colocársela y quitársela nuevamente.
Para mi mente era como verla desnuda dos veces.
—Promete que escribirás tu próximo libro con todo tu corazón, y que será increíble. Promete que será tan bueno que será vendido en todos los países del mundo, para que así, esté donde esté, pueda comprarlo…
Esta vez fueron sus manos las que me quitaron la camiseta mientras yo estaba demasiado ocupada con su sujetador. Sentía la adrenalina recorrer mi cuerpo, pues sabía que cualquier persona podría vernos desnudas dentro de ese auto.
—Lo prometo —Jadeé cuando sus labios volvieron a posarse sobre los míos. Mis palabras estaban acompañadas por un par de caricias a sus pechos a las que le siguieron un par de sus gemidos— Incluso te escribiré una dedicatoria. Una hermosa. Casi tanto como tú.
Ella sonrió mientras se alejaba de mis labios y comenzaba a desprenderse de sus pantalones, labor en la cual la ayudé. Fue algo incómodo hacerlo dentro de aquel auto, pero definitivamente había algo de divertido y excitante en ello.
—En estos momentos no estoy siendo precisamente hermosa, Beca.
Y sus manos sujetaron mi cuello mientras nuestros labios se unían. No me habría cansado de besarla, y sé que ella tampoco se habría cansado de hacerlo.
Era como si nunca tuviéramos suficiente de la otra.
—Amor es un nombre estúpido para lo nuestro —Me dijo mientras yo mordisqueaba su cuello, haciendo que su respiración se acelerara. Mi mano, ansiosa por trabajar, descendía lentamente por su estómago contraído.
—Tienes razón —Afirmé en cuando mi mano llegó a su parte más sensible— ¿Cómo deberíamos llamarlo, entonces?
Alejándome un poco vi su mano apoyada sobre el cristal de la ventanilla del auto. La otra, que seguía sujetando mi cuello, estaba dejando marcas en mi piel con la ayuda de sus uñas.
Y sus labios no parecían querer volver a cerrarse hasta que un gemido contenido se escapara.
—Lo nuestro es un eclipse, Beca —Contestó entre jadeos.
Y allí, mientras hacíamos el amor dentro de aquel auto bajo una noche donde las estrellas fueron incontables, me di cuenta de que si iba a perderla me encargaría de dejar marcas por todo su cuerpo. Y de que ella, por supuesto, dejara sus marcas en el mío.
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Seguirte O Perderte | Bechloe
FanfictionBeca amaba la rutina. Chloe amaba lo desconocido. Beca amaba la perfección. Chloe era completamente imperfecta. Beca no tenía grandes sueños. Chloe vivía en uno. Beca odiaba las despedidas. Chloe vivía de ellas. Beca no quería seguirla. Chloe no que...