➡Capítulo 14: Destrozando la fantasía

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Mi fantasía de un amor perfecto comenzó a destruirse un mes después del nacimiento de Ethan.

Chloe y yo estábamos cuidando al pequeño mientras Aubrey descansaba, pues el pobre la agotaba. No nos encontrábamos en la casa abandonada, sino en el departamento que Chloe les había regalado.

No era maravilloso ni lujoso ni demasiado espacioso, pero funcionaba para los tres.

Mi novia había obtenido el dinero con sus trabajos y vendiendo algunos de los recuerdos de sus viajes. Yo me había conmovido al saberlo, pues con ese mismo dinero habría podido emprender sus muy amados viajes.

—Estuve hablando con él ayer. Dice que te admira —Me contó Chloe mientras lo alimentábamos. Ella era increíble alzándolo, pero terrible alimentándolo. Yo era terrible alzándolo, pero buena alimentándolo.

Es así como Ethan terminó entre sus brazos mientras yo me ocupaba de darle su biberón. A él no le importaba, pues parecía estar disfrutándolo. Su rostro de placer idéntico al de Aubrey cuando comía su dulce favorito lo delataba.

—Eso es imposible, Chlo. Los bebés no suelen admirar nada más que el pecho de su madre —Me reí de ella, pero Chloe no lo hizo conmigo. En realidad, parecía estar algo ofendida gracias a mi comentario.

—Él es un bebé especial, Beca. Es decir, se llama como tú, debe serlo… Él no sigue la regla de los bebés comunes. Beca es mejor que lo común.

Y para no seguir discutiendo solo acepté su argumento y besé su frente. Chloe siempre encontraba una forma de ganarme, tal vez porque sus respuestas no solían ser las típicas y no lograba enfrentarla con rapidez.

Ella nunca habría admitido que estaba equivocada, pues en su pequeño mundo siempre tenía la razón.

—¿Te gustaría tener hijos conmigo? —Me propuso sin pensarlo ni un poco. Me sorprendí, por supuesto. Nadie se espera algo así de forma tan repentina— Tranquila. Yo me ocuparía de que te amaran tanto como yo.

Entre los brazos de Chloe el pequeño Ethan comenzó a llorar, pues debido a su pregunta yo había alejado el biberón de su boca. Se lo devolví aun algo impresionada.

Miré a mi novia esperando que bromeara, pero la sonrisa sincera en su rostro me decía que no estaba haciéndolo.

Comencé a sentirme mareada.

—Chlo, yo… yo… —Seis veces intenté continuar, pero no podía hacerlo. No sabía cómo reaccionar.

—Respira, Beca. Lo necesitas para vivir y continuar a mi lado.

—¿No crees que es muy pronto? —Logré formular finalmente.

Mi boca estaba completamente seca, y tuve que contar hasta diez seis veces para que mis manos dejaran de temblar. Estoy segura de que Ethan agradeció que el molesto movimiento se detuviera.

—Para mí es muy tarde —Me confesó con voz baja. Podía notar su decepción—… Para mí el tiempo no es nada. Odio el tiempo, porque pasa tan rápido que no nos damos cuenta de que lo hace.

Y tenía razón, de nuevo.

De repente ella se paralizó y me miró con terror. Creí que había visto algún tipo de fantasma.

—El tiempo pasa, Beca.

—¿Qué?

—El tiempo, Beca. Pasa. Pasó. Pasará… No somos eternas, Beca.

Pero, aunque intenté entenderla, no lo logré.

—¿Te sientes bien, Chlo?

Ella se negó.

—Comienzo a sentirme atrapada, Beca —Parecía haber entrado en una crisis, pero en sus frases aun había calma—. No suelo vivir más de dos meses en un país, y ahora he estado aquí por mucho más que eso… El tiempo pasa, Beca. Me estoy quedando sin él.

Ante sus palabras recuerdo haber tenido el presentimiento de que algo iba a suceder. Y no iba a gustarme.

—No me arrepiento. Gracias a ese tiempo pude ser tu novia, conocí a Stacie, Emily, Aubrey y al pequeño Beca. Vi a mi familia después de mucho tiempo y me di cuenta de que vender mi cuerpo es la salida más fácil pero no la más satisfactoria —Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro. Estaba feliz de que, al menos, esos meses no hubieran sido una tortura para una mujer acostumbrada a una vida sin estadías—… Pero comienzo a cansarme, señora Luna. Extraño la vista desde las ventanas de los aviones, el olor de la sal en los barcos, los árboles quedándose detrás de los trenes. Estoy cansada de vivir siempre la misma vida.

Me quedé en silencio, pues no sabía que decirle. No podía entenderla, porque yo odiaba cualquier tipo de viaje. Tampoco podía asegurarle que estaría allí para ella, pues ella tampoco estaría para mí.

Solo podía permanecer a su lado.

—En mis viajes he encontrado reliquias y clientes me han regalado valiosas piedras preciosas. Puede sonar loco, pero le he dado todo esto a Aubrey. Ella y Beca necesitan mis cosas más que yo…

Escucharla decir esto me hizo sentir un poco conmovida, pues mi novia era capaz a renunciar a los recuerdos de sus viajes solo para hacer feliz a una mujer que conocía desde hacía menos de un año.

-Beca —El pequeño Ethan había terminado de comer y estaba eructando sobre mis hombros. Yo volteé a mirarla, y habría aceptado tener todos los hijos que ella quisiera solo para evitar sus siguientes palabras—, quiero irme de aquí.

Y mi corazón dolió al escucharla.

—Chlo…

—No creo que pueda seguir así mucho tiempo. Las aves han parado de hablarme, la roca ya no me desea un buen día y los fantasmas no me cuentan sus historias. Se han acostumbrado a mí, Beca, y yo me he acostumbrado a ellos —Un suspiro triste escapó por sus labios mientras recostaba a Ethan, quien comenzaba a dormirse, en su mecedora—… Y odio acostumbrarme a las cosas, porque dejan de ser increíbles.

Lo peor de todo esto es que tenía razón, y odiaba eso de ella. Odiaba que fuera tan brillante, que sus palabras lograran conmoverme, que la mayoría de sus frases sin sentido en realidad si lo tuvieran.

Odiaba que fuera lo suficientemente loca como para tener siempre la razón.

—¿Yo he dejado de ser increíble? —Pregunté algo dolida.

—No —Se negó ella con una ligera sonrisa. Intentó tomar mi mano, pero yo la alejé. Por supuesto, no pude mantener mi postura demasiado tiempo y terminé permitiéndoselo—. He estado en muchos países, señora Luna. Vi cosas hermosas y conocí personas encantadoras, pero usted es mejor que todos ellos. Usted tiene la capacidad de ser una de esas pocas cosas en el mundo que nadie se cansaría de admirar.

Las comisuras de mis labios se elevaron, y es que no podía evitarlo. Chloe siempre sabía que decir, como decirlo y cuando decirlo.

Chloe sabía hacerme feliz.

—¿Entonces por qué quieres marcharte? ¿Por qué quieres dejarme?

No se lo preguntaba con enojo. Se lo preguntaba con esperanzas.

—No quiero dejarte —Se negó con rapidez. Sus ojos se habían abierto ampliamente, tal y como si la peor de las blasfemias hubiese escapado de mis labios—, pero necesito ser feliz, y sé que no lo seré si permanezco solo en este lugar, y sé que tú no lo serás si me acompañas. Supongo que debemos sacrificarnos la una a la otra para ser felices.

Y en mi cabeza admití seis veces que tenía razón.

La amaba, pero sabía que seguirla sería imposible. La amaba, pero sabía que quedarse sería el peor de todos sus infiernos.

—Tienes razón —Acepté finalmente— Me han contado que las relaciones a distancia son difíciles, Chlo, pero con nosotras podría funcionar y…

—Beca, yo no quiero una relación a distancia.

Sus últimas ocho palabras se repitieron varias veces en mi cabeza, pero nunca se sintieron bien. En realidad, con cada oportunidad dolía un poco más.

¿Realmente iba a renunciar completamente a mí? ¿Realmente pensaba que yo renunciaría completamente a ella?

Sí, las relaciones a distancia eran complicadas, pero sabía que podríamos hacerlo. Aun así, ella parecía tener otros planes para su futuro.

Futuro en el cual yo no estaba incluida.

Salí del departamento de Aubrey completamente enfurecida. Aun así, no pude marcharme de inmediato.

Debí subir tres veces, entrar al auto seis y volver a subir una vez más. Gruñí al no poder deshacerme de esa estúpida necesidad, y cuando finalmente estuve dentro dejé escapar un enorme suspiro.

Mi tranquilidad no fue mucha, pues cinco segundos después me sorprendí al ver a Chloe sentada a mi lado.

—Hola, Beca —Me dijo con una sonrisa que me dejó desconcertada.

¡Había entrado a mi auto sin que yo me diera cuenta y ahora me miraba como si todo aquello fuera normal!

Y es que, para ella, lo era.

—¿Has dejado solo a Ethan?

—Tranquila. Lo he llevado junto a Aubrey. Sabía que no te irías de inmediato.

Odié sus palabras, pues me hicieron saber cuánto me conocía.

Nos habíamos abierto tanto la una a la otra que ya éramos conscientes de todos nuestros hábitos, cosa que en ese momento me resultó terrible. Eso solo significaba que yo la había amado demasiado, y que ella planeaba marcharse sin prestarle atención a mi corazón.

—Necesitamos hablar, Beca —Me dijo, y había seriedad en su voz—. Ya sabes, es esa cosa que haces con tu boca para comunicar ideas y…

—Sé lo que es hablar —Le dije exasperada, y es que yo no quería hacerlo.

Hacerlo significaba aceptar que ella me dejaría.

—Te amo, Beca —Me dijo de la nada, algo que hacía en las ocasiones más inesperadas.

—¡Demuéstralo! —Exclamé con un gruñido, porque el enojo no me permitía sentirlo.

Ella se acercó y me besó. Fue el mejor beso hasta el momento, pues sus labios me susurraban cosas sin necesidad de decir palabras, pero la ira me obligó a apartarla.

Me arrepiento de ello.

—¡No de esa forma, Chloe! ¡El amor no es solo contacto físico!

—Cuando te beso lo hago con mi corazón…

—Joder. Joder. Joder… —Murmuré seis veces con cansancio al escuchar sus palabras. Cubrí mis ojos con mis manos y recosté la cabeza en el asiento, intentado ordenar mis ideas.

Quería estar enojada con ella, pero me lo hacía muy difícil.

—¿Sucede algo?

—Sucede que vas a dejarme, Chloe. Sucede que el único desorden que amo planea marcharse —Había lágrimas descendiendo por mis mejillas, las cuales ella limpió con besos. Le permití abrazarme. La necesitaba—… Sucede que tú no quieres tener una relación a distancia, pero yo sin ti dejaré de ser yo.

Ella volvió a besarme, y esta vez me permití disfrutar. Sé que intentaba decirme algo con ese beso, pero no pude interpretarlo.

—No me gusta la tecnología. No tengo un móvil, ni una computadora, ni un reproductor. Prefiero hablar cara a cara, jugar en la naturaleza y escuchar el canto de las aves —Me dijo mientras escondía su cabeza en mi cuello y jugaba con mis dedos, cosa a la cual me había acostumbrado—… No podríamos tener una relación a distancia porque no seríamos capaces de mantener el contacto, y no quiero que creas que volveré. Es posible que no lo haga —Su última afirmación me hizo caer en picada, pues era eso lo que no quería que sucediera— No quiero una relación a distancia porque necesito que seas feliz con alguien que no represente la falsa promesa de un reencuentro.

Y, lo que otros encontraban noble, yo lo encontraba idiota.

—Entonces compra un boleto de regreso cada mes y ven a verme. Prefiero verte una vez antes que ninguna.

—Sabes que no funciono así, Beca.

—¡Pero inténtalo por mí!

Supe que estaba siendo muy dura con ella cuando se alejó con algo de temor en los ojos debido a mis gritos y comenzó a llorar.

Aun así, no me disculpé. Ella necesitaba entender mi dolor.

—¿Por qué tú no lo intentas por mí, Beca?

Y me quedé callada.

Seguirte O Perderte | BechloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora