Tigger y Pooh.

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Escrita para Viri Re.

YuzuruxJavier.

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Febrero de 2018.

A pesar de ser el día más frío de aquél invierno, la pista de TCC tenía el movimiento usual de las 11:00 de la mañana, así que los dos patinadores estrella se deslizaban con gracia por el hielo, realizando movimientos sincronizados; todo iba bien, pero en un salto, Yuzuru aterrizó mal y terminó en el suelo. Javier se detuvo y fue enseguida con su compañero

—Yuzu, ¿estás bien? — preguntó con sincera preocupación, pues las olimpiadas estaban más cerca que nunca y la lesión que sufrió apenas unos meses atrás aún le daba batalla

—Sí, estoy bien— respondió y tomó la mano que Javi le extendió para ayudarle a levantarse... el tacto se sintió como fuego a pesar de que ambos llevaban guantes

—¿Sabes? Tengo la impresión de que tu principal problema es mental, ¿por qué no visitas a la terapeuta? Ella puede ayudarte— "Demonios, ¿por qué es tan observador?", maldijo Yuzuru en su mente

—No lo sé...

—Te hará bien, ¿quieres que te acompañe? — ofreció

—No, descuida— patinó hacia la salida de la pista y antes de abandonar el hielo, escuchó al otro

—¡Pero ve con ella, no te escapes a ningún otro lado! — el nipón levantó un brazo para hacerle saber que lo escuchó, y continuo su camino.

Javi lo conocía muy bien, por su mente, de hecho, pasó la idea de salir a comprar algún aperitivo en lugar de ir con la psicóloga, pero al escuchar al español ese pensamiento se esfumó y no tuvo otra opción. La recepcionista lo hizo pasar enseguida y segundos después se encontraba tumbado en el diván, buscando la mejor manera de explicar el "problema" que tenía.

Luego de unas horas, ya en casa, Yuzuru se acostó en la cama y comenzó a revisar las redes sociales, con su cuenta de incógnito, como un buen ninja haría. Leyó varios tweets de apoyo y sonrió con cariño, sus fans siempre tan fieles y dedicadas; continuó navegando un rato, y sin notarlo se quedó dormido.

Y entonces, por cuarta vez en la semana, Yuzuru despertó en mitad de la noche, empapado de sudor y con el corazón galopando a toda velocidad, como si fuera a salirse de su sitio. Observó el techo de su habitación hasta que logró recomponerse un poco y recordó las palabras que la psicóloga le dijo unas horas antes: debía enfrentar la situación provocadora de estrés para recuperar sus hábitos normales de sueño.

El nipón no supo cuánto tiempo pasó, pero finalmente tomó la decisión, así que se levantó de la cama, llamó a un taxi y salió de casa como una sombra, evadiendo a su madre, quien lo mataría si se enterara de su fuga en plena madrugada.

El trayecto fue angustioso, conforme avanzaba su determinación se desvanecía, pensó en pedirle al conductor que diera media vuelta y lo llevara a casa, pero de su garganta no salió ningún sonido, así que el viaje continuó hasta que llegó a su destino; pagó el servicio y bajó. Se quedó en la acera frente a la casa correspondiente, y esperó ahí... 10, 15, 20 minutos en medio del frío invernal, sin moverse. Cuando menos lo esperó, un copo de nieve le cayó en el cabello e inevitablemente tembló, en primer lugar, por la baja repentina de temperatura, y en segundo lugar, por la persona que en ese momento salió por la puerta de enfrente y caminó hacia él.

Yuzuru analizó la posibilidad de huir o esconderse entre los matorrales que estaba a un lado, pero de nuevo su cuerpo no reaccionó, quizá porque ambas opciones eran absurdas, así que lo único que logró hacer fue enterrar la mirada en el suelo

—Iba a esperar a que tocaras— dijo Javi,quien llevaba una gruesa bata y pantuflas— pero no puedo dejarte afuera en medio de una nevada— sujetó a Yuzuru de la mano y enseguida sintió tensión en el cuerpo del chico— vamos, entra a tomar algo mientras llamas a un taxi— ofreció y lo soltó para no incomodarlo más— vamos

En completo silencio, los dos caminaron al interior de la casa del español, y éste fue a la cocina a preparar una bebida caliente, no sin antes pedirle que tomara asiento y se pusiera cómodo.

Cuando volvió a la estancia principal encontró a Yuzu sentado en uno de los mullidos sofás, así que le entregó una de las tazas, lo cubrió con una manta decorada con Tigger y Winnie Pooh abrazados, y se sentó a su lado

—Te sentirás mucho mejor si bebes eso— aconsejó y dio un gran sorbo. Por varios minutos permanecieron en silencio mirando hacia enfrente. Javier notó la tensión de Yuzuru y le surgieron dudas, así que antes de elucubrar cosas sin sentido, prefirió hablar— Yuzu, ¿hice algo que te haya ofendido o molestado? — el nipón volteó a verlo, pero no dijo nada, así que continuó— los últimos días te siento incómodo cuando estás conmigo, además de que has estado muy distraído y te lo pregunto porque las olimpiadas son dentro de poco y no me gustaría que alguna ofensa mía te cause problemas

Yuzuru clavó de nuevo la mirada en el suelo y se hizo silencio, mucho más largo de lo que le habría gustado a Javi, pero fue paciente, no quería presionarlo a hablar, y esa paciencia rindió frutos al final

—Javi, no me ofendiste de ningún modo. Eres un gran compañero de entrenamiento, he aprendido mucho de ti, pero desde que tuve la lesión yo... comencé a sentir algunas cosas— suspiró con fuerza— y he luchado contra eso que siento, pero ahora ya está fuera de mis manos, no importa que me esfuerce, siento que se desborda— al fin levantó la mirada y se encontró con los ojos del otro... sintió un estremecimiento— me gustas, Javi— escupió al fin, y devolvió los ojos al suelo, temeroso

Esta vez fue Javier quien se quedó mudo, el corazón acelerado... la euforia que sintió al escuchar esas palabras saliendo de la boca de Yuzuru le recorrieron el cuerpo como un choque eléctrico poderoso

—También me gustas, Yuzu— confesó, algo avergonzado pero seguro de sí mismo

Yuzuru sintió el cuerpo como de gelatina, se quedó pasmado sin poder decir nada, pero no fue necesario, pues las manos de Javi lo rodearon en un cálido abrazo seguido de un tierno roce de labios, ¿de verdad estaba pasando?

Se separaron un poco pero no se soltaron del abrazo, solo se acomodaron mejor, y luego de un buen rato en esa posición, Yuzuru preguntó

—Javi, ¿desde cuando te gusto? — para él era importante saberlo

—Desde que nos conocimos— respondió el español sin un atisbo de duda, y anticipó la respuesta de la siguiente pregunta que haría Yuzu— primero fue un gusto físico, pero conforme pasó el tiempo me empezaste a gustar por cómo eres, y por el hecho de que comencé a conocerte mejor, no dije nada. No estaba seguro de que me correspondieras o que tuvieras interés de tener una relación, así que me lo guardé todo para no generarte incomodidad o cualquier otra cosa por la que pudieras alejarte... habría sido muy difícil para mí, porque eres una de las principales razones por las que me levanto cada día y voy al TCC anhelando que el entrenamiento no se termine

Asimilar todas esas confesiones juntas le tomó un tiempo a Yuzuru, y cuando lo logró, solo pudo rodearle el cuello a Javi para besarlo de nuevo, esta vez con más profundidad y entusiasmo. Después, se acomodó entre sus brazos y sin siquiera darse cuenta, se quedó dormido.

Regalos YHLo - Julio 2020.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora