3-. Hombre de nieve

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La cascanueces olía a madera de pino y caramelo con menta, y su tacto en lugar de ser osco y duro por la madera, era suave y reconfortante. Patinar con ella le había dado a Meredith señas de que la cascanueces también bailaba ballet, de otra manera no explicaba la agilidad con la que la movía a través del hielo.

—La historia que te contaron sobre mí era cierta, fuí un utensilio que un rey utilizaba en sus cenas navideñas como símbolo de unidad; decía que la familia era un cascanueces y las adversidades una nuez, no había ninguna tan fuerte que con algo de apoyo familiar no se pudiera vencer— aceptó la soldado de madera ante las interrogantes de la joven Meredith— Pero las cosas cambian, y esta navidad esa mesa va a estar vacía y yo... Bueno, con suerte estaré de regreso en tu casa.

—No entiendo, si este es tu mundo ¿Porqué quieres regresar al mio donde eres un simple utensilio de madera?— preguntó Meredith

—Cuando eres de madera no piensas, no sientes y no te agobias... es más fácil

Llegaron a las casas hechas con galleta de jengibre, decoradas con dulces y gomitas. Meredith esperaba encontrarse con un reino prospero y mágico, pero en cambio, descubrió que las casas se caían a pedazos, habían sido roidas por ratones, y todo parecía sostenerse débilmente.

—Todo está destruido— murmuró la cascanueces acongojada— Cuando me fui este lugar no lucia así, era mágico, era la ciudad principal, la más bonita de todas...

Dos niños de galleta de jengibre las vieron y asustados comenzaron a atacar con bolas de chocolate.

—Deténgase— Pidio Meredith siendo protegida por la cascanueces

—Ya no hay nada que puedan llevarse, déjenos en paz— chilló la niña de galleta

—No queremos hacerles daño— explicó la cascanueces— ¿Donde están todos?

—Se los llevaron— el niño dejó de atacar— las ratas vinieron y comieron nuestras casas, robaron todo lo que teníamos para llevarlo al castillo... Todo es culpa de la princesa Addison

—¿La princesa Addison?— cuestionó Meredith curiosa

—La hija del difunto Rey de caramelo, El Capitan Montgomery— explicó el niño de galleta enojado— se fue cuando más la necesitábamos, el rey ratón ahora ocupa el trono, y estamos callendo a pedazos

Meredith se acercó a la niña y notó que su pierna de galleta estaba rota

—¿Tienen un malvavisco?— preguntó Meredith. Momentos más tarde, la niña había sanado su pierna que había sido unida nuevamente con malvavisco fundido al fuego

—Estamos todos en el bosque— agregó la joven llevándolos a casa— están todos los que quedamos, ya es noche, así que tendrán que quedarse a dormir, mañana con suerte podrán seguir su aventura.

En la aldea oculta dentro del bosque, encontraron a los demás; estaban los hombres de chocolate con vestiduras españolas, las mujeres de té con vestiduras chinas, el café estaba vestido de árabe, y aquellos cuya piel era del mismo tono que de los bastones de Caramelo eran rusos.

Uno de los hombres rusos de Caramelo enfrentó a la cascanueces, argumentando nunca antes haberla visto por aquella región.

—Viví cerca del palacio del Rey Montgomery— explicó la cascanueces— Me dieron asilo porque a ellos les gustaban mucho los...

—Los cascanueces, lo sé, fui la mano derecha de la princesa antes de que huyera como cobarde

—No creo que la princesa haya sido cobarde— Argumentó Meredith entrando a la conversación — No sabemos la razón por la que lo hizo

—Claro que la sabemos— argumentó con un marcado acento ruso— Es cobarde, no tiene madera de princesa. Una buena gobernante habría tomado el trono con la muerte de su padre.

—No puede decidir cómo alguien tiene qué sobrellevar la muerte de un ser querido

—¡Abandonó una nación!

—¡Y usted la abandonó a ella! Usted dijo que era la mano derecha de la hija del rey, entonces ¿En dónde estaba antes de que huyera? ¿Le mostró un hombro dónde llorar o sólo comenzó a exigirle que ocupara el lugar de su padre? — Meredith estaba roja por la furia y se alejó del hombre de bastones de Caramelo

La Cascanueces la siguió a las afueras del pueblo, en donde se sentaron junto a los árboles rodeados de nieve. La noche había caído, y la luna iluminaba el suelo esparcido de aquella blanquecina sustancia.

—No deberías defender a la princesa, todos aquí la odian y tú no la conocias— murmuró la cascanueces cabizbajo

—Bueno, yo entiendo lo que es sobrellevar la muerte de alguien que quieres tanto— susurró Meredith tomando entre sus manos bolas de nieve y uniendolas, intentando hacer un muñeco de nieve miniatura— Además no me pareces mala persona, princesa Addison

La Cascanueces enmudeció unos segundos y se mantuvo observando a la joven Meredith armar su muñeco.

—No sé de qué hablas— intentó decir la soldado de madera

—Hablo de que no es difícil sumar uno más uno; huiste de este reino y te refugiaste en mi mundo porque algo te atormenta, fuiste parte de la realeza, y tus ojos lucen tristes cuando escuchas hablar del Rey Montgomery. Reconozco los ojos de un alma quebrada, los veo todos los días en mi espejo, los veo también en la mirada de mi hermana y en los de mi tía Susan — Meredith hablaba suave, intentando no incomodar a la cascanueces.

—Yo nunca habría podido ser como mi padre, no soy ni la mitad de buena— comenzó la cascanueces— cuando él murió, yo estaba asustada y muy triste, se supone que ya tengo edad más que suficiente para tomar las riendas de un reino, pero el corazón no entiende de edad, ni de madurez cuando se apaga una luz en tu vida, fuí cobarde al dejarle el reino al consejero de mi padre, se llamaba Derek, usaba magia para ocultar su apariencia real, me enamoré, confíe en él y usó magia conmigo después de que le cedí el trono... Me transformó en cascanueces, una cruel ironía

—"Las adversidades son una nuez..."— susurró Meredith dejando de lado su pequeño hombre de nieve y acercándose a la cascanueces —"No hay ninguna tan fuerte que no se pueda romper con apoyo familiar"

—Pero ya no tengo familia Meredith... Por eso supe que eras especial; cuando tu hermana Lexie rompió mi brazo te dolió y te enojaste, pero la perdonaste casi al instante, porque sabes que sólo la tienes a ella y no hay nada que ella pueda romper que te haga quererla menos... Fuiste mejor persona que yo, no pude despedirme de mi padre, estaba demasiado enojada por una tontería como para decirle adiós... Y ahora mi cabeza me enjuicia cruelmente.

—Nadie puede enseñarte cómo amar a tus seres queridos, la cruda realidad es que mientras más pasan los años, más vacía estará la mesa de la cena de navidad, y te aseguro que tu padre no sintió ningún rencor porque no te despediste, porque hay personas que amas tanto, que es imposible quererlas menos— Meredith abrazó a la cascanueces y sintió su corazón palpitar bajo aquella coraza de madera— Ahora; siempre tendrás un lugar en mi mesa de navidad, pero hay personas aquí que te necesitan, y yo realmente creo que puedes romper cualquier adversidad cual nuez... Y si necesitas familia que te apoye, aquí estoy, dispuesta a ser tu familia.

Addison abrazó a la joven, y por un segundo ya no se sintió tan sola en ese frío abismo.

El Cascanueces - Meddison G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora